Una mañana en el autobús del IMV: “Necesitamos oficinas, ver una cara o alguien que te coja el teléfono”

Laura Olías

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Este viernes con amenaza de lluvia en Madrid, una decena de personas espera en una fila ordenada, sentados, a que llegue su turno para ser atendidos por el autobús del IMV (Ingreso Mínimo Vital) en su parada por Fuenlabrada. La iniciativa lanzada por el Ministerio de la Seguridad Social para dar a conocer la ayuda estatal fue recibida como agua de mayo por los congregados. Todos son solicitantes de la renta mínima, la conocen bien, pero no logran resolver dudas o que alguien les atienda a sus reclamaciones. “Es imposible que te cojan el teléfono y muy difícil conseguir una cita para la Seguridad Social. Venimos a ver al menos una cara, a alguien que nos responda algo”, dice uno de los asistentes.

Durante la mañana, hay poco movimiento. Es el cuarto día de puesta en marcha del autobús, que pasará por 40 ciudades, y según el Ministerio ha atendido a alrededor de 200 personas en las tres primeras jornadas. Muchos creen que en esta casi no hay gente por el mal tiempo. “Es que al final nos va a caer, se está poniendo muy feo”, dice uno de los primeros en la cola.

Algunos pensionistas y curiosos preguntan qué es lo que se anuncia y alrededor de otra decena de personas se acerca con verdadero interés a lo largo de la mañana para pedir información. A las puertas del bus amarillo, hay dos personas que atienden a los interesados y les facilitan trípticos de la campaña Es lo mínimo, que pretende que el IMV llegue a miles de personas que tienen derecho a la ayuda y que aún no la han pedido.

El Ministerio apunta que el ingreso mínimo vital ha alcanzado a lo largo de los últimos dos años a unos 520.000 hogares de manera acumulada y que queda un “38%” de su objetivo sin alcanzar, hasta los 850.0000. El bus, la campaña publicitaria y otras medidas, como más colaboración con ONG, son algunas de las estrategias desplegadas para intentar alcanzar la meta.

Pero quienes esperan a pasar dentro del autobús conocen la prestación, la han pedido y lo que necesitan son respuestas. O algo de ayuda para recibir la prestación mínima ante una situación de gran necesidad (están sin ningún ingreso o estos son muy reducidos). Una ayuda que no encuentran en las oficinas públicas, cerradas al público con la pandemia y que no se han vuelto a abrir salvo con cita previa. Además, la Seguridad Social afronta grandes carencias de personal, como reconoce el propio Ministerio después de años de “abandono” en el pasado y que los sindicatos denuncian que no se está resolviendo con agilidad.

“Solo necesitamos personas que nos atiendan”

Respuestas. Es lo que ha ido a buscar Estela, que dice que le parece “muy bien” la iniciativa. “Aunque antes se deberían abrir las oficinas, contratar gente que nos atendiera en la Seguridad Social, solo necesitamos eso. Pero bueno, algo es algo”, afirma. La mujer, parada de larga duración con dos hijos menores a cargo, se quedó sin empleo al inicio de la pandemia. “Solo ingreso el subsidio de 400 euros y la manutención de mi exmarido para mis hijos, y con eso vivimos”, cuenta, ante la imposibilidad de encontrar un empleo por el momento.

Estela ha acudido por segundo día a Fuenlabrada desde otro municipio de la Comunidad de Madrid tras ver en una red social la campaña publicitaria del autobús. “Ayer no dio tiempo y me dijeron que volviera hoy”. Pidió el IMV hace un año y después de llamar, llamar y llamar al teléfono de atención ciudadana, logró que una persona la respondiera hace unos días. “Me dijo que no aparecía mi expediente, que no existía. No me lo podía creer, llevo esperando un año”, lamenta. Por eso, ha acudido este viernes al autobús cargada con una carpeta de documentos, en la que enseña la confirmación de su solicitud del ingreso mínimo hace un año.

“Si con esto consigo que salga [el IMV], algo es algo”, dice Estela, a la que tampoco da tiempo a atender esta mañana y tendrá que esperar a la tarde.

Tras una hora, que se ha hecho muy larga para el resto de asistentes, una pareja sale del bus. Sonríen. “Nos han atendido, llevamos diez meses esperando desde la solicitud sin saber nada. Debo alquiler de la vivienda, estamos muy mal”, cuenta el hombre, acompañado de su mujer. Después del largo asesoramiento a cargo de una funcionaria, voluntaria en esta tarea, les ha dado una cita en la Seguridad Social para intentar resolver su petición de IMV. “Estamos más tranquilos, aunque lo estaré de verdad cuando lo vea (el IMV)”, reconoce el hombre, antiguo trabajador de seguridad privada. “Han entrado empresas pequeñas que están destrozando todo”, se queja, sobre las denunciadas prácticas de dumping a la baja en este sector.

La “impotencia” de no tener respuestas

Al final de la mañana, un hombre que ha dado alojamiento a un joven en su casa por falta de recursos pierde la paciencia. Lleva desde las 10 y deberá esperar al comienzo de la tarde para ser atendido. No quiere esperar más. Al joven le han denegado varias veces el IMV y asegura que cumple los requisitos, pero son incapaces de contactar con nadie en las oficinas públicas. “No hay derecho a que estemos así”, critica a este medio.

“Es una impotencia la que siento...”, lamenta el hombre tras un breve enfrentamiento verbal con las personas que gestionan la cola del autobús. Finalmente, esperarán a consultar en la tarde pese a las quejas del joven. “No va a servir de nada”, dice el muchacho pesimista.

Unos puestos por delante está Antonio (nombre ficticio), que comparte suerte con Estela aunque al comienzo de la jornada lo desconocía. También parado de larga duración tras 16 años en una misma empresa que cerró antes de la pandemia, en su caso no ha podido volver a trabajar por varios problemas graves de salud, explica. “Pedí el IMV hace un año y no sé nada aún de mi petición. Vengo a ver si me explican qué pasa, en el teléfono es imposible”, indica. “Siempre sale que las líneas están ocupadas”, asiente el resto de la fila.

En 2020, hizo una primera solicitud del ingreso mínimo vital, pero la Seguridad Social se la rechazó por no cumplir el criterio de renta. “Es imposible, si solo percibía el subsidio de desempleo y somos cuatro en casa”, asegura. Intentó de nuevo acceder a la renta mínima estatal ya en 2021, como muestra en la confirmación recibida en su teléfono móvil.

Antonio es el último en entrar al autobús esta mañana y, cuando sale, no da crédito. “Dice que no hay rastro de mi expediente, que solo sale la denegación de 2020”, relata con el rostro pálido. “Se han quedado con mis datos y me han dicho que me van a contactar al menos”. El hombre se marcha a comer, pero antes insiste a este medio en su solicitud, en el documento guardado en su teléfono, en el año que lleva esperando. “Es muy duro que no te atiendan, sobre todo cuando te hace falta de verdad”, reflexionaba unas horas antes mientras esperaba en la fila.