La Estaca, un puerto con pasado y futuro

Fotografía antigua del puerto de La Estaca.

Romina Cabeza Izquierdo

Valverde —

El pasado año recibió un total de 10.520 cruceristas (según datos del Cabildo de El Hierro), una clara muestra del desarrollo que ha experimentado en los últimos cuarenta años el puerto de La Estaca. Un lugar que ha sido testigo de los avances tecnológicos, de los cambios y del progreso. En medio siglo ha pasado de ser el lugar por el que entraba a la isla un barco a la semana, a convertirse en el puerto elegido por muchas compañías, para hacer escala y que sus turistas puedan recorrer así los rinconcitos más característicos. Cuando hoy nos animamos a caminar por este espacio, apreciamos rápidamente que aún quedan huellas de lo que un día fue. Lo recorremos junto a uno de los vecinos que mejor conocen el lugar, Baudilio Navarro Quintero, quien nos cuenta que ha crecido con el olor a salitre “porque por mis venas corre más agua salada que sangre”, quizás por esta razón cuando habla del mar y de donde se ha criado, se le iluminan los ojos al mismo ritmo que crece su entusiasmo en la entrevista.

Elementos del pasado

Comenzamos saliendo de un punto clave para entender el nombre de este puerto, del cañón situado de manera vertical y que a modo de estaca, da la bienvenida a herreños y a visitantes. A su lado, encontramos diversos noráis, algo desgastados por el paso del tiempo, se niegan a morir, y ahí continúan, para recordarnos, que durante muchos años cumplieron un papel fundamental en el “muelle viejo”, como así lo llama este veterano marinero.

Baudilio es un verdadero libro abierto, no hay fecha que se le resista, tampoco apellidos, ni los momentos más relevantes que se han vivido en la isla. Lo cierto, es que adora este lugar, tanto que si hay una persona a la que le guste documentarse y recuperar antiguas fotos de El Hierro, ese es él, utilizando siempre “su cachivache” con el que hace referencia a las redes sociales y gracias al cual interactúa con amigos y conocidos, expresando cada día “su sentir” sobre aquellos temas que mayor inquietud le producen.

Evolución de la estaca

La humildad y la bondad, son términos que lo acompañan siempre y principios que intenta “inculcar a sus nietos”. Habla con calma, sin prisas y haciendo memoria a sus recuerdos.

– Has crecido en este lugar por el que caminamos. ¿Cómo ha sido ese antes y después del puerto de La Estaca?

– Llegué por primera vez con ocho años, en 1957, a pasar tres meses de vacaciones y conocer la tierra de mis padres y mis abuelos. En ese entonces, el barco no atracaba dentro porque no había muelle, solo un espigón, por lo que se quedaba fuera y todo el pasaje lo traían las lanchas a remo.

Fue en marzo del 60 cuando nos instalamos aquí de forma definitiva. Siempre recuerdo con mucha gracia que yo al principio le tenía un gran odio a la isla, pues sacar a un niño de ocho años del colegio en Santa Cruz de Tenerife y meterlo en una cueva bimbache, es un gran cambio. Desde esa fecha, hasta nuestros días puedo decir que he vivido todo el acontecer del puerto, sus alegrías, sus tristeza y su desarrollo.

– Imagino que hay momentos difíciles de olvidar, entre ellos la inauguración…

– En el verano del año 60, llegó el Palma sobre las 11.30 de la mañana, atracó sin estar el muelle aún finalizado. Yo era niño, pero mi hermano era una de los amarradores y yo lo ayudaba. También de ahí que tenga todas estas imágenes en mi cabeza. Imagínate tal acontecimiento, ese primer barco, aquí dentro.

Sin embargo, fue el 7 de septiembre cuando se inauguró el muelle oficialmente, creo que nunca había visto tanto gente en el puerto como ese día. Con este hecho empezaron a llegar tres barcos a la semana y el trayecto era El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, un total de 24 horas de viaje. A partir de ahí, se percibió una considerable evolución.

Bueno, sí recuerdo otro día en el que este puerto vivió un lleno absoluto, el día que se casó mi hermano con mi cuñada querida. El banquete fue en este lugar. Como ya te he contado, él trabajaba aquí, así que se pusieron bidones y tableros para la celebración y venga todos a comer pescado fresco. Esas son las dos ocasiones en las que más gente he visto en este espacio.

Ya en 1992 comenzaron a llegar los barcos llamados negros que se denominados así porque era el color del que estaban pintados y sus chimeneas eran amarillas.

Función de los barcos

– Estaban los barcos de pasajeros y los dedicados exclusivamente a la carga. ¿No?

– Por supuesto, se llamaban los motoveleros. Para que te hagas una idea, eran el equivalente a cualquier camión de los que tenemos hoy en día. Venían y se llevaban esa carga.

Este ha sido un puerto importante siempre, pero quisiera destacar que hasta 1972 era el único lugar de recepción de mercancías que tenía la isla, como el cemento, el hierro…todo lo vinculado a la construcción.

Pero, ¡ojo!, porque también llevaba pinocha, en su momento hubo un auge muy fuerte y era la forma de aprovecharla. A su vez, recuerdo unas enormes cajas, que pesaban muchísimo y eran de queso e higos pasados que se exportaba a otras islas. Y en la época de verano los duraznos del Valle del Golfo, momento en el que el puerto se quedaba impregnado de un olor que alimentaba…Todos estos productos, tan típicos que hoy en día marcan nuestra gastronomía, se enviaban a diversos lugares, gracias a los barcos que llegaban a La Estaca.

– De ese olor del que has hablado anteriormente, junto a un movimiento diario de pescadores y productos locales que se llevaban fuera, a la conexión diaria de El Hierro con Tenerife en apenas unas horas y la visita de determinados cruceros durante la temporada…

– Un claro avance, afortunadamente. La historia de la isla va unida al puerto en el que ahora estamos, y por tanto, sus cambios y su historia. A partir de los años ochenta, es cuando se produce una transformación llena de vida.

He visto tanto en La Estaca, que nos podrían dar horas y horas hablando.

Gran desarrollo 

– Todo una modificación que fue poco a poco, pero ¿cuándo podemos hacer referencia al gran desarrollo?

– Sin dudarlo, a partir de los años 70 y con la ayuda de muchas instituciones que en ese momento lucharon por el progreso. Y respecto al auge comercial, hablamos de los 80, momento en el que se crearon los pozos, pues antes de esto, se traía el agua dulce en barcos y un camión cuba estaba durante dos días cargando esa agua, que posteriormente se llevaba hasta el lugar en el que ahora se encuentra la actual Iglesia de Nuestra Señora de La Concepción.

– Tras crecer en este lugar, imagino que serán numerosas las anécdotas que tienes de este puerto…

– Pues tengo miles y miles. Por ejemplo, recuerdo que con 14 años me metí de polizón en un barco que vino a traer papas de semilla a la isla. Yo quería marcharme de aquí, odiaba este lugar, vine siendo un niño y dejé en Tenerife a mis amigos, mi colegio… En ese primer intento no pude, pero al mes y pico volví a intentarlo en el Viera y Clavijo y llegué a Tenerife, a casa de mi abuela, recuerdo como mi padre fue a buscarme, me trajo nuevamente y hasta la fecha.

Yo estuve en la facultad, pero para mí la universidad más bonita es la que viví de pequeño en este puerto, el ambiente de los pescadores con sus cañas, día tras día en la batalla, aprendí a conocer especies, las mareas, a amar el mar, los barcos que llegaban y otros que salían y poder ser conocedor de toda esa evolución. Siempre lo que te cuento ha ido unido a mi espíritu tan preguntón, soy muy curioso, pero siempre con la intención de aprender, ese es el verdadero caminar de la vida.

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