'Acuerpadas. Hasta que se haga justicia', el viaje de periodistas vascas al corazón de Honduras y las luchas campesinas

En palabras de la activista de derechos humanos Dalila Argueta un defensor del medio ambiente es alguien que “mira con ternura la tierra que la parió”. Alguien con conciencia, que respeta, que asume ese compromiso. Alguien que no hace lo que hace para que le reconozcan por la calle, sino alguien que atiende el llamado de sus ancestros, de sus abuelos, cuando les decían que solo quien defiende la tierra, quien la cuida, tiene derecho a comer de ella. Alguien como ella que por esa defensa de su tierra tuvo que dejarla atrás y exiliarse en Euskadi para evitar que su vida corriera peligro.

Dalila Argueta tuvo que marcharse de Honduras hace casi siete años porque trató de defender con uñas y dientes el río que recorría su comunidad y que, a raíz de que el Gobierno concedió la ejecución de una mina a una empresa para que pudiera extraer minerales, estaba siendo contaminado. Las protestas que llevaron a cabo desde su comunidad hicieron que Argueta fuera señalada, insultada y amenazada. Cuando su vida empezó a correr peligro, sintió la necesidad de escapar.

A pesar del exilio, Dalila ha podido ver con sus propios ojos cómo está Honduras a día de hoy, gracias al documental 'Acuerpadas. Hasta que se haga justicia', que narra el viaje de periodistas vascas que de la mano de la ONG Alboan visitan territorios campesinos de Honduras y entrevistan a mujeres tanto de la comunidad de Dalila, como de otras que sufren problemas similares. En el documental se recoge el viaje, pero también el regreso de las periodistas que una vez en Euskadi conversan con Dalila y reflexionan acerca de lo aprendido.

“Todo comenzó con un viaje que hicimos Alboan, ERIC Radio Progreso de Honduras, nuestra organización aliada de Honduras, y tres comunicadoras vascas a Honduras movidas por el deseo de encontrar historias de resistencia y dignidad. Lo que encontramos fue mucho más que eso: en un país marcado por el extractivismo, el despojo y la violencia estructural, se cruzaron con mujeres que, pese a todo, alzan la voz, protegen sus cuerpos y defienden su tierra con una valentía conmovedora. La realidad hondureña es mucho más compleja de lo que podíamos imaginar y durante ese viaje, durante esos días fuimos descubriendo y fuimos profundizando en esa realidad. Un país sumido en una violencia bestial, un país con muchísima corrupción, muchísima impunidad, una desigualdad social y de género y económica muy grande. Todo ello es lo que contamos en la película”, explica una de las protagonistas del documental, Sara Diego, Técnica de Incidencia Política de Alboan.

A Diego le acompañaron en el viaje la ingeniera y comunicadora Lorena Fernández y las periodistas Gessamí Forner y África Baeta. “Lo que ocurre en Honduras parece que ocurre demasiado lejos, pero una vez que lo ves te das cuenta de que somos responsables directos. Que este sistema en el que vivimos no es posible sin explotar territorios para cubrir nuestras necesidades. Aquí somos tan individualistas que nos provoca un vacío tremendo que solo llenamos comprando. Allí el vacío individualista se llena con la comunidad”, sostiene Baeta tras la proyección de la película que ha tenido lugar este miércoles en la sala Bilborock de Bilbao.

Según han comprobado tras su viaje, en Honduras “hay un sistema que sostiene la violencia, en el que en primer lugar están las maras, después el ejército, los políticos y por último los sistemas capitalistas como el estadounidense o el europeo. Hay asesinatos que quedan impunes y todo se tapa. Eso crea mucha desesperanza”, lamentan.

El documental muestra como eje central la vida de las mujeres hondureñas que, en uno de los países más peligrosos del mundo para quienes defienden el medioambiente y los derechos humanos, acuerpan la lucha como acto político, estrategia de supervivencia y forma de amar. De ahí el título del documental, 'Acuerpadas'. “Acuerpar es más que abrazar, es tejer, es sentir, es la resistencia de los pueblos. Somos descendientes de las tribus que no lograron asesinar. Por nuestras venas llevamos la rebeldía y seguimos acuerpando y construyendo camino para nuestras generaciones. No hay un yo, hay un nosotros constantemente”, defiende Dalila.

Sin embargo, pese a la resistencia de los pueblos, los ataques contra defensores de derechos humanos se han intensificado en los últimos años. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) en Honduras documentó 453 casos de defensores de derechos humanos y periodistas que sufrieron acoso, amenazas o intimidación en 2023, y registró el asesinato de 17 de ellos. Entre enero y septiembre de 2024, al menos otros cuatro defensores de derechos humanos fueron asesinados, entre ellos Juan López, una de las personas cuyo testimonio se recoge en el documental. López era un defensor del medioambiente que fue asesinado hace un año en el municipio de Tocoa, departamento de Colón.

Al igual que Dalila, Juan era defensor de los territorios ante la imposición del proyecto minero en el río Guapinol. Luchaba contra el 'Monstruo de Siete Cabezas', que es como llaman en Tocoa a este megaproyecto que incluye dos minas de óxido de hierro construidas en espacio protegido; la termoeléctrica que menguará de manera dramática el caudal del río Guapinol y sus afluentes; una planta peletizadora; y tres pozos de agua que resecarán la tierra. Otros tres activistas que trabajaban para la misma organización ambiental también fueron asesinados en 2023.

La lucha de Guapinol es una de las muchas que se libran a lo largo y ancho de la república de Honduras; un Estado fallido donde las comunidades son objeto de los atropellos sociales y medioambientales de ciertos conglomerados empresariales. Se trata, en su mayor parte, de proyectos extractivistas depredadores que pueden adoptar vías violentas ante la resistencia de la población. Y todo ello con la complicidad o -al menos, la omisión de obra- de instituciones corruptas. Una compleja trama de intereses empresariales beneficiarios del tráfico de influencias, que recurre a redes criminales, y se ve amparada en la impunidad.

Según reconocen, el mecanismo nacional de protección de Honduras, creado en 2015 para proteger a periodistas, defensores de derechos humanos y profesionales del sistema de justicia presenta graves falencias. El mecanismo carece de autonomía financiera, de personal calificado con experiencia en derechos humanos y de la confianza de los defensores.

En este sentido, Dalila pide que desde el mundo Occidental no se deje de enviar solidaridad y apoyo a esos territorios, para que sepan que “no están solos”. Aun así, lamenta que en esta parte del mundo también puede llegar “una ola que arrase con todo” y, por ello, alerta a la ciudadanía vasca. “Hay que pensar qué compramos, qué comemos. Vamos a sufrir si no nos queda tierra que sembrar. Debemos identificar a las empresas que allá explotan y después lo traen aquí. Estamos a tiempo de evitar que aquí hagan lo mismo que hicieron allá. Nosotros nos perdimos, no pierdan su montaña, no pierdan sus ríos, no pierdan sus territorios. Hay que volver a las raíces, nunca es tarde para sentir la tierra”, concluye la activista.