Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
El mandato de las urnas... y las estrategias de los partidos
Las urnas mandan, ordenan e imponen, aunque muchas veces sus órdenes no sean lógicas y se disfracen de categóricas cuando caen en manos de los líderes políticos. No obstante suele imponerse el “erre que erre” de los líderes tantas veces incapaces de admitir sus propios defectos o errores.
También juegan papeles importantes las circunstancias que concurren en cada momento, de modo que los pronunciamientos de los líderes se muestran remisos cuando cualquier acontecimiento próximo requiere discreción, que algunos confunden con cobardía. En esas circunstancias se omiten o demoran las decisiones aunque las actitudes de los vencedores y de los perdedores sean muy diferentes: discretas las de los ganadores y enmarañadas y apresuradas las de los derrotados.
Las elecciones últimas del 28 de abril no han sido una excepción. Después de un preámbulo y una campaña embarullados los resultados han sido tan juiciosos que ayudan e invitan a pensar que los ciudadanos españoles tienen la sabiduría suficiente para reaccionar ante los peligros. Había algo de incertidumbre porque la gente no había predicho en las encuestas lo que iba a hacer pero a la postre la cordura y la prudencia se han impuesto. Al partido con mayor personalidad y marchamo democrático, además de trayectoria democrática impecable, es decir el PSOE, le han concedido una mayoría incuestionable. Al PP, que ha ensayado una locura sin orden ni concierto, de manos de un líder de escasos recursos ideológicos e intelectuales, le ha mandado al rincón de pensar. A Vox, oportunista y escandaloso, le ha acallado sus gritos y atemperado sus ínfulas dejándole con menos de la mitad de los votos previstos por ellos mismos. A Unidas Podemos, que se creían llamados a redimir a los españoles de su propia cobardía, les ha dejado en poco más que un partido eventual, pagando de ese modo su voluntad actual para atenuar su excesivo orgullo. Por lo demás Ciudadanos ha aguantado el tirón cosechando algún beneficio derivado de la desbandada de los populares. Y tanto PNV como EH Bildu han visto recompensada su discreción. También ERC ha visto premiada su templanza y mesura, a pesar de continuar aún enzarzada en su quimera independentista. Esta es mi lectura de los resultados electorales.
Dado que solo queda un mes escaso para volver a las urnas la toma de decisiones definitivas se demorará al menos ese mes, entre otras cosas porque los líderes actuales son más inestables que aquellos que les precedieron, que actuaban mucho más teledirigidos por sus propias ideologías que por sus conveniencias. No obstante caben pocas digresiones ante los resultados. Si Pedro Sánchez administra su caudal de escaños sin triunfalismos, y también sin los pánicos que pretende inocularle Pablo Iglesias, tendremos cuatro años fecundos, y quizás ocho, y quizás doce, como en la victoria de Felipe González del 82. Han cambiado los tiempos y las circunstancias, pero el socialismo sigue siendo una ideología posibilista, con clara vocación de resolver los problemas sociales, que solo se muda en revolucionaria cuando no cabe otro camino, y ahora los resultados obtenidos le deben incitar a la cordura.
De nuevo el socialismo sale a la escena y debe alejarse de las estridencias. Tiene pendiente la solución del “procés” catalán, pero sobre todo debe enfatizar la solución de los problemas de los españoles y las españolas, que no solo agobian sino que en bastantes casos convierten sus vidas en suplicios. Para ello serán buenas las colaboraciones de todos los demás, pero la mayoría obtenida por el PSOE es suficiente para garantizar el éxito de la travesía iniciada.
El debate ideológico y formal ha de producirse en la Cámara destinada a ello, que es el Congreso de los Diputados. Es allí donde deben buscarse los apoyos. Será una mala medida, y una peor estrategia, convertir el mismísimo Gobierno en un foro despiadado de discusión en el que algún “ministro” demasiado atrevido se preste a debilitar al presidente Sánchez con fines arteros y partidistas.
Supongo que tú, lector avezado, ya entiendes que el Gobierno de Pedro Sánchez no debe convertirse en un foro de conflictos. Su mayoría es suficiente como para no mostrarse ni altanero ni dubitativo.
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