Draghi anuncia su dimisión tras la ruptura con el Movimiento 5 Estrellas y Mattarella la rechaza

Mariangela Paone

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El primer ministro italiano, Mario Draghi, ha anunciado su dimisión en la reunión del Consejo de Ministros convocada tras la crisis de Gobierno abierta este jueves por el Movimiento 5 Estrellas (M5S, por sus siglas en italiano). La situación se ha precipitado después de que los senadores del M5S, hasta hace tres semanas la primera fuerza política del Parlamento, se han ausentado durante la votación de la moción de confianza que el Ejecutivo de Draghi había puesto sobre la aprobación de un importante decreto, un paquete de ayudas económicas con algunos puntos inaceptables para los llamados grillini.

Ninguno de los senadores de la formación ha votado y aunque el Gobierno haya obtenido la confianza, por 172 votos a favor y 39 en contra, con su ausencia los del M5S han decretado la apertura de una crisis de consecuencias imprevisibles. Tras anunciar su decisión a los ministros, Draghi se ha dirigido al Palacio del Quirinale para presentar su renuncia al presidente de la República, Sergio Mattarella, quien la ha rechazado emplazando al primer ministro a presentarse ante el Parlamento para, según un comunicado, “realizar, en la sede apropiada, una evaluación de la situación surgida a raíz de los resultados” de la votación en el Senado.

El jefe del Estado toma así tiempo para tratar de encontrar una salida a una crisis que, si se confirma que no hay una mayoría para acabar la legislatura, abocaría el país a un adelanto electoral a finales de septiembre o a principios de octubre, algo inusual en Italia donde siempre ha primado la necesidad de asegurar la aprobación de los presupuestos. Una necesidad más acuciante aún ante las turbulencias de la economía y por las obligaciones que Italia tiene para seguir recibiendo los fondos del plan de recuperación europeo. Y en este escenario, es importante el contexto en el que se produce la decisión de Mattarella de rechazar la dimisión: Draghi viajará el 18 y 19 de julio a Argelia para una cumbre bilateral planeada hace meses para cerrar nuevos acuerdos sobre el gas, algo que el expresidente de la BCE no podría hacer como primer ministro dimisionario. 

¿Qué pasará ahora?

A partir de ahora puede pasar casi de todo. Mucho dependerá de qué pasará en los próximos días y de las decisiones que tomará Mattarella dependiendo de cómo evolucione la situación. En las crónicas políticas en la prensa italiana, aficionada al género del retroscena, es decir, la política entre bambalinas entre corrillos y off the record, no se descarta ninguna hipótesis. En el clima de inestabilidad e incertidumbre que se vive desde hace días, las opciones que parecen más improbables pueden resucitar en cuestión de horas.

Draghi había repetido que no está dispuesto a volver a sondear la posibilidad de un ejecutivo de transición de unos meses para pilotar el país durante antes de las elecciones pero puede que Mattarella trate de convencerle para que se quede. “La votación de hoy en el Parlamento es un hecho muy significativo desde el punto de vista político. La mayoría de unidad nacional que ha apoyado este Gobierno desde su creación ya no está. Se ha roto el pacto de confianza en el que se basaba la acción de gobierno”, ha dicho Draghi a sus ministros antes de reunirse con Mattarella. “En estos días por mi parte he puesto todo mi empeño para seguir en el camino común, intentando también atender a las exigencias presentadas por las fuerzas políticas. Es evidente por el debate y la votación de hoy en el Parlamento que el esfuerzo no ha sido suficiente. Desde mi discurso de toma de posesión en el Parlamento siempre he dicho que este ejecutivo seguiría si tenía una perspectiva clara para realizar el programa de Gobierno sobre el que las fuerzas políticas habían votado la confianza. Esta unidad ha sido fundamental para enfrentarnos a los desafíos de estos meses. Estas condiciones hoy ya no existen”, ha añadido el primer ministro.

Una crisis gestada durante semanas

Un mensaje que resume la frustración de Draghi tras los esfuerzos de los últimos días para tratar de recomponer la mayoría. La semana pasada el Gobierno había sorteado un primer amago de crisis por parte del M5S, que finalmente había votado la confianza en la Cámara junto al resto de los partidos que apoyaban al ejecutivo. Pero las costuras de la heterogénea y tambaleante coalición transversal -que reunía desde la ultraderecha de la Liga hasta el progresista Partido democrático- han saltado, tras días de especulaciones, idas y venidas y reuniones para encontrar una solución que evitara empeorar la crisis y permitiera a los grillini salvar la cara.

La tercera vía que la formación fundada por el cómico Beppe Grillo pensaba haber encontrado era esta: salir del aula y abstenerse. Pero el líder de la Liga, Matteo Salvini, había amenazado que para su partido el gesto del M5S equivaldría a decretar el final de la legislatura. Y Draghi llevaba días avisando de que no estaría dispuesto a liderar un gobierno con otra mayoría. “No hay Gobierno sin el M5S, y ya he dicho que no hay un Gobierno Draghi más allá de este de ahora”, dijo el martes. “El Gobierno ahora puede trabajar. Si no hay las condiciones para que pueda hacerlo, y lo digo también para quien amenaza con alborotar todo en septiembre, un Gobierno con ultimátum no trabaja y pierde sentido su existencia”, añadió en la misma rueda de prensa, en un mensaje claro dirigido tanto a los grillini como a Salvini, unos y otros unidos por el afán de revertir las malas tendencias de los sondeos que auguran para ambos importantes pérdidas de apoyo. 

La crisis llevaba semanas gestándose. El punto de inflexión llegó en los días de la cumbre de la OTAN en Madrid, que el primer ministro Mario Draghi dejó un día antes de lo previsto. Aquella imagen simbólica de Draghi sentado en un banco del Museo del Prado, cansado y solo, hablando por teléfono mientras los demás líderes invitados contemplaban los cuadros fue el preludio de lo que vino después. “Il Governo non rischia”, el Gobierno no corre peligro, había dicho en los pasillos de Ifema contestando a los periodistas. Su predecesor, Giuseppe Conte, el actual líder del M5S, pocas horas antes había mostrado su enojo después de que algunos medios publicaran que el primer ministro había pedido su destitución a Grillo, alma mater del partido. Algo que Draghi desmintió intentando aplacar la crisis con un largo encuentro con Conte en víspera del voto de la semana pasada a la Cámara. Pero el runrún siguió. Las aguas seguían revueltas en el M5S, un partido herido gravemente por la escisión anunciada unos días antes por el que fuera uno de sus fundadores y exlíder, el ministro de Exteriores, Luigi di Maio, quien se llevó consigo 60 parlamentarios. 

La extrema derecha pide elecciones ya

Durante las horas en las que el Gobierno se tambaleaban se multiplicaban este jueves las declaraciones de los partidos en el Gobierno. Todos, desde Forza Italia de Berlusconi hasta el Partido democrático, por boca de su secretario, Enrico Letta, arremetían contra la crisis.

La opción de las elecciones anticipadas realmente no la querían ni los grillini convencidos de que la cuerda por muy tensionada que fuera no se acabaría rompiendo. El único partido al que realmente le beneficia la situación y la opción de un adelanto electoral es la formación de extrema derecha Hermanos de Italia, que no ha apoyado al Gobierno de Draghi en contra de lo que sí han hecho Liga y FI, sus aliados en el centro-derecha. “No queremos bromas, esta legislatura se ha acabado”, ha dicho su líder Giorgia Meloni, fuerte de los sondeos según los cuales su formación compite con el Partido democrático para ser la más votada.