ENTREVISTA

Mustafa Aydin, académico turco: “Se equivocan quienes piensan que Erdogan va de farol”

Mustafa Aydin es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Kadir Has de Estambul, donde fue rector hasta 2018, y presidente del Consejo de Relaciones Internacionales de Turquía. También ha dado clase en varias universidades europeas y estadounidenses como el Colegio de Europa y Harvard.

Aydin comenta el bloqueo de Ankara a las candidaturas de Suecia y Finlandia a la OTAN y cree que Turquía está buscando una “autonomía estratégica” en política exterior que le dé “una posición intermedia entre Rusia y EEUU”. “Los socios occidentales piensan que Turquía es un país que no sabe nada de relaciones internacionales ni estrategia, pero hemos tenido como 13 guerras con los rusos en 100 años, así que sabemos cómo mantener el equilibrio con ese país”.

¿Deberíamos tomar en serio el veto de Erdogan a Suecia y Finlandia?

Sí. Los medios de comunicación occidentales y algunos analistas suelen cometer el error de pensar que simplemente va de farol. Cada vez que se produce este tipo de situaciones, algunos salen a decir que dará marcha atrás. Creo que basan su análisis en un par de casos del pasado en los que aparentemente sí dio marcha atrás. Uno de ellos es el caso del sacerdote estadounidense detenido en Turquía. Fue liberado, pero llevó mucho tiempo y una presión inmensa. Trump incluso amenazó con arruinar la economía turca. No creo que sea sólo una cuestión de mostrar que es importante. 

En segundo lugar, hay otro error y es que existe la tendencia en la prensa occidental y el mundo académico de que es Erdogan quien hace esto. Asocian lo que está haciendo Turquía con Erdogan, como si eso no fuese a pasar si estuviera otra persona. En este caso, me opongo rotundamente a esta idea. Hago encuestas públicas todos los años y la mayoría de los votantes de la oposición comparten este escepticismo sobre la OTAN y Estados Unidos. También sobre el apoyo de los países nórdicos a aquellos que Turquía califica de terroristas. 

Hay una larga tradición de inmigración política de Turquía a los países del norte de Europa, Suecia especialmente. Con el golpe de Estado de 1980, intelectuales de izquierda se fueron a Suecia. Después, en los años 90, fueron los kurdos los que fueron allí. En los últimos años, después del intento de golpe de Estado, han sido los seguidores de Fethullah Gulen los que se han ido. Además, la mayoría de la gente que se va a estos países del norte de Europa son intelectuales educados y, por lo general, se vuelven muy activos políticamente cuando están allí, lo que molesta a Turquía, obviamente. Esta cuestión ha estado ahí durante años, no es algo que haya traído Erdogan.

¿Diría que hay una preocupación legítima de Turquía por la política de Suecia y Finlandia hacia los que define como ‘terroristas’? El Gobierno ha abusado de la legislación antiterrorista para perseguir opositores…

El Gobierno diferencia entre Finlandia y Suecia y concentra sus quejas en este último. Si está justificado o no internacionalmente, no importa porque está justificado desde la perspectiva del Gobierno turco. Eso es suficiente para que cualquier país detenga la expansión de la OTAN. Lo hemos visto en el caso griego contra Macedonia. Bloquearon durante diez años su entrada en la OTAN y nadie entendía por qué. No tenía sentido para nadie más, pero no se les presionó por ello. Cualquier país tiene ese derecho por la razón que crea.

Volviendo a las motivaciones de Turquía, existe un embargo de armas a Ankara por sus operaciones en Siria. Suecia y la UE no se oponen a las operaciones turcas en Idlib, pero se oponen a las operaciones turcas en las zonas kurdas. Hay una especie de doble estándar. El Gobierno dice también que Suecia estuvo al frente de los intentos para que la UE sancionara a Turquía por su operación en Siria. Eso también parece estar grabado en la mente del Gobierno turco. Un miembro del Ejecutivo señalaba que Turquía contribuye regularmente en las misiones aéreas de la OTAN en el Mar Báltico para mejorar la seguridad de estos países. La pregunta es, ¿enviaría Suecia a sus fuerzas a patrullar las fronteras turcas con Siria e Irak contra la insurgencia kurda? Es una pregunta relevante. Olvidemos la operación turca en Siria. También el PKK entra desde Irak, hace atentados y se vuelve. Si no van a ayudar a eso, ¿entonces por qué deberían estar en la OTAN? Ese tipo de agravios deben ser abordados aunque no estén de acuerdo con la ley turca contra el terrorismo, que es el problema entre Ankara y la UE. Yo también tengo un problema con esa ley, por supuesto, pero esa es otra discusión.

Pero EEUU ha estado trabajando de cerca con el YPG kurdo en Siria y eso no ha impedido a Turquía seguir cooperando con la OTAN.

Creo que esa es otra condición implícita. Es una de las razones del deterioro de las relaciones turco-estadounidenses desde la perspectiva turca. Desde la perspectiva estadounidense, sin embargo, es la compra a Rusia de los misiles S-400. En todos los encuentros solo hablan de estos dos asuntos y por eso las relaciones pasan por un momento tan bajo. 

En este sentido, es muy difícil reaccionar contra un miembro de la OTAN. Hay mecanismos para quejarse, pero no pueden hacer nada. Por eso esta es una oportunidad. Un país quiere entrar en la OTAN y Turquía puede poner estos asuntos sobre la mesa. Ya lo ha hecho en el pasado. El año pasado la OTAN revisó su estrategia de compromiso en el este y flanco sur y Turquía bloqueó durante seis u ocho meses esas estrategias porque quería que se calificara al YPG como una organización terrorista. 

Desde una perspectiva académica, lo veo como algo totalmente normal. Mi problema, y lo digo abiertamente en Turquía, es la forma en que el Gobierno está manejando esta estrategia. Pero esta es una tradición conocida dentro de la OTAN y todos los miembros hacen este tipo de negociaciones. 

¿Por qué es tan importante la compra de los misiles a Rusia en esta difícil relación?

Turquía ha estado intentando conseguir misiles antiaéreos durante años, desde los 90, que yo recuerde. Pedimos a los estadounidenses que nos vendiesen los misiles Patriot, pero por una razón u otra, no lo conseguimos. Según ellos, no queríamos comprarlos porque eran muy caros. Según el Gobierno de Turquía, EEUU lo alargó todo lo que pudo y nunca quiso vender. El punto cumbre fue el intento de golpe de 2016. El Gobierno vio a EEUU detrás del golpe. Después de esto se tomó la decisión de comprar los misiles rusos de forma inmediata y seis meses después ya estaban en Turquía. Probablemente el Gobierno no entendió bien el mensaje de EEUU de que esto sería desastroso y pensaba que podría gestionar el enfado.

¿Cree que el intento de golpe de Estado de 2016 fue un punto de inflexión en las relaciones con EEUU y la OTAN?

Las relaciones entre Turquía y EEUU llevan mucho tiempo deteriorándose. El punto de inflexión para Turquía fue 2014, cuando Estados Unidos decidió cooperar con el YPG. No es sólo Turquía el que considera que el YPG está relacionado con el PKK; son los propios informes de Estados Unidos los que establecen esa conexión. Ellos no discuten eso. Al mismo tiempo dicen que el PKK es una organización terrorista y que el YPG no lo es. Desde la perspectiva turca, la conexión es evidente. El guardaespaldas personal de Abdullah Ocalan, líder del PKK, ahora es el líder del YPG. Lo ocurrido en 2016 solo es una prueba de que EEUU no está interesado en resolver los problemas con Turquía. Putin llamó inmediatamente después del golpe y a los americanos les llevó tres días. Es sospechoso.

Respecto a las relaciones con la OTAN, los problemas con los Estados miembros empezaron con los S-400 y continuaron en los últimos cuatro o cinco años con las referencias a la autonomía estratégica en política exterior. Eso es precisamente lo que la UE está tratando de hacer y de lo que habla Macron. Turquía busca una especie de posición entre EEUU y Rusia.

¿Cómo describiría el papel de Turquía durante la guerra en Ucrania? Ha entregado armas a Kiev, ha cerrado los estrechos, pero no ha impuesto sanciones y ha hecho declaraciones críticas con la OTAN.

En primer lugar, la posición de Turquía demuestra, una vez más, que el Gobierno busca la autonomía en su política exterior. En segundo lugar, desde un inicio, Turquía se da cuenta del valor estratégico de Ucrania. Olvídate de la seguridad europea, en la región del Mar Negro, las dos grandes potencias y las únicas que cuentan son Turquía y Rusia. Ankara es muy consciente de que tiene que buscar el equilibrio frente a Rusia, no frente a la OTAN.

Ucrania, en ese sentido, es un país clave. Si Ucrania coopera con Turquía, entonces tenemos una oportunidad de contrarrestar a Rusia. Si Ucrania está ocupada por Rusia, no hay opción de enfrentarse a ellos, como no la hubo durante la Guerra Fría. Turquía es muy consciente de ello. Los socios occidentales piensan que Turquía es un país que no sabe nada de relaciones internacionales ni estrategia, pero hemos tenido como 13 guerras con los rusos en 100 años, así que sabemos cómo mantener el equilibrio con ese país. 

Cuando los medios occidentales critican a Turquía por no hacer nada, caen en valoraciones políticas. Turquía es el único país que ha estado haciendo contrapeso a Rusia, tal vez junto a Estados Unidos, en Siria, Libia y en el Cáucaso. Ningún otro país de la OTAN ha hecho nada allí hasta ahora. Por supuesto, puedo criticar que Turquía no se sume a las sanciones contra Rusia, pero en la historia de la República Turca nunca nos hemos unido a unas sanciones que no hayan sido impuestas por Naciones Unidas. Existe una especie de percepción generalizada en Turquía respecto a las sanciones de que EEUU hace lo que le da la gana y pide que lo sigamos y suframos las consecuencias.

¿Existe la posibilidad de que Erdogan pierda las elecciones de 2023?

Es demasiado pronto para decirlo. Las encuestas para las elecciones parlamentarias están muy ajustadas y parece que la oposición podría ganar la mayoría. Sin embargo, en las elecciones presidenciales Erdogan sigue liderando los sondeos de forma cómoda, pero porque de momento es el único candidato. La oposición está debatiendo varios nombres. Parece que ganará la presidencia y perderá la mayoría parlamentaria.

Además del HDP kurdo, ¿por qué cree que los partidos de izquierda no tienen éxito?

Tiene dos explicaciones: una nacional y otra internacional. A nivel interno hay que retroceder al golpe de 1980, donde se puso una inmensa presión sobre la izquierda. Fueron perseguidos y el gobierno militar puso en marcha políticas para debilitarla. Antes de 1980 el espectro político era como un 60% derecha y 40% izquierda. La derecha estaba dividida y la izquierda entonces se convertía en el principal partido de oposición o incluso ganaba las elecciones. Pero después de 1980 el espectro político cambió a un 70%-30%. Además, el éxito del AKP es que dominó en la derecha y todos los partidos más pequeños desaparecieron (hasta hace dos o tres años). Ahora hay nuevos partidos de derechas y eso está disminuyendo el voto del AKP. La razón internacional es que desde el final de la Guerra Fría la izquierda se ha centrado y el eje político se ha movido a la derecha.