En la ciudad de Jan Yunis, al sur de la franja de Gaza, los palestinos se preparan para recibir a sus familiares y amigos presos en las cárceles israelíes. La primera parte del acuerdo de paz que pactaron Israel y Hamás hace unos días recoge que, a cambio de la liberación de los 20 rehenes vivos que la milicia palestina mantenía cautivos en Gaza, el gobierno israelí debe liberar a casi 2.000 palestinos: alrededor de 1.700 detenidos durante la guerra en la Franja y otros casi 200 prisioneros que cumplían condena en cárceles israelíes. Las fuerzas de seguridad de Hamás van a estar presentes en el acto para asegurar y vigilar la recepción de los presos.
También están esperando a sus familiares en Ramala. “Estamos muy felices, gracias a Dios. Siempre he querido que salgan los prisioneros que tienen condenas de muchos años, condenados a cadenas perpetuas, que no han visto la luz, que no han visto el sol”, dice la madre del prisionero Musab Khawazeh, condenado a 30 años de cárcel y originario de Cisjordania.
Como ella, son decenas las familias —procedentes de Tubas, Nablus y otras urbes de Cisjordania ocupada— que aguardan durante horas la llegada de los suyos, que serán transportados desde la cárcel de Ofer en vehículos del Comité de la Cruz Roja. Un total de 95 palestinos serán liberados en este punto, mientras que más de 1.700 lo harán en Gaza.
El acto en Ramala estará vigilado y supervisado por las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina, en un ambiente muy tenso, porque Israel prohíbe a los palestinos realizar cualquier celebración o mostrar signos de alegría.