Del laboratorio al paciente
Es bien sabido que España es líder mundial en trasplantes, gracias a su modelo de coordinación imitado en todo el mundo y a la generosidad de los ciudadanos. Los 34,3 donantes por millón de personas y los 3.829 trasplantes realizados el año pasado, avalan esta afirmación. Sin embargo, la investigación sobre trasplantes no goza del mismo liderazgo. Por primera vez se reunirán los mayores expertos para mejorar la correlación entre investigación en trasplantes y la actividad habitual trasplantadora (donaciones y realización de los trasplantes).
La reunión tendrá lugar en el Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo). Está organizada por la Red de Investigación Renal (REDinREN) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación, colaborando también el Servicio de Salud del Principado de Asturias y la Fundación Renal Iñigo Álvarez de Toledo.
El principal caballo de batalla es el por qué se produce rechazo de los órganos trasplantados. La inmunología estudia los mecanismos que llegan a producirlos. Entre el 10 y el 15% de los órganos trasplantados se rechazan de manera aguda, pero una gran mayoría de los injertos acabarán siendo rechazados a medio o largo plazo. El interés por esta reunión es tal incluso antes de celebrarse, que los editores de la revista científica 'Transplantation', la de mayor prestigio internacional en este campo, han acordado publicar sus contenidos en un número dedicado exclusivamente a la misma.
BIO...¿QUÉ?
Los llamados biomarcadores serán eje del encuentro. Hoy en día una de las principales dificultades es conseguir que los órganos trasplantados duren más y con mejor funcionamiento, evitando el daño que van sufriendo con el paso del tiempo. Además hay que intentar reducir a lo máximo posible la medicación inmunosupresora que recibe el paciente, es decir, la cantidad de fármacos que se le dan para que su organismo no rechace el órgano. También hay que reducir los efectos negativos que tiene dicha medicación. Los biomarcadores ayudarán a conocer el estado de degradación del órgano trasplantado y consecuentemente servirán para tomar medidas que mejoren tanto la duración del órgano como la calidad de vida del paciente.
Algunos de los biomarcadores que se están investigando:
Seguimiento de aparición de anticuerpos anti HLA o no antiHLA
previos al injerto o en la evolución del trasplante (MICA y MICB): consiste en detectar en la sangre anticuerpos preexistentes o que no estaban antes de realizarse el trasplante y que pueden tener efecto mortífero sobre el injerto.
Proteómica, farmacogenómica, y metabolómica
((ELISPOT, CYLEX e Interleukinas intracelulares): detección de proteínas nuevas o habituales, pero en diferente cantidad a la habitual en la sangre o en la orina.
Seguimiento de la respuesta celular
, tratamientos tregs, tratamientos con células dendríticas, etc: haciendo biopsias de los órganos trasplantados antes y en diferentes tiempos después del trasplante, se puede detectar la aparición de diversos tipos de células que están indicando una respuesta precoz, inicial o muy subliminal de rechazo. Se puede conseguir además que la respuesta de estas células se modifique consiguiendo que no hagan daño, pero no pierdan su capacidad de defensa frente a infecciones y aparición de cánceres, es decir, induciendo tolerancia al injerto.
Conviene resaltar también la existencia de un proyecto europeo en marcha llamado RISET (pacientes libres de medicación inmunosupresora y que han tolerado los órganos trasplantados) y que incluye a grupos de investigación de 10 países, entre ellos España mediante la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital Clínico de Barcelona.
Lo cierto es que no se dispone todavía de biomarcadores sensibles y tempranos que adviertan a los médicos de que el daño está empezando, que la medicación inmunosupresora es poca o, por el contrario, de que es excesiva.
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