Desencuentros entre los aliados en su intervención libia
Con tan solo tres días de ataque sobre los objetivos gadafistas en Libia, la alianza internacional ha dado muestras de fisuras entre sus miembros en torno a la asunción del control y el liderazo de la operación “Amanecer de la Odisea”.
Fue a última hora del pasado lunes cuando surgieron las primeras disputas que llegaron a tal punto que se ha postpuesto para el marte la decisión sobre el embargo de armas a Libia. La principal cuestión que divide a los liados es saber qué figura asume el liderazgo. Les enfrenta qué papel ha de jugar esta alianza internacional sobre Libia y si debe ser la OTAN debe participar en esta zona de exclusión aérea y no la actual coalición.
Incluso algunos han hecho saber que hasta que no se aclaren los términos de dicha intervención sobre Libia, no piensar tomar parte. Esta posición terminó de rematarla el presidente Obama desde Chile al decir este lunes que prontó “transferirá” los mandos de la operación al resto de países.
Estos desencuentros no hacen ahora sino dar la razón a Alemania, que desde el principio se mostró reticente a participar en la intervención sobre Libia frente a la posición de EEUU y Reino Unido. Ayer mismo, el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle volvió a insistir en la postura alemana respecto al conflicto interno de Libia, máxime cuando en la propia Liga Árabe existen recelos respecto a la manera de afrontar el conflicto.
Otros países menores de la UE han decidido abstenerse de participar excepto en labores humanitarias. Nada que ver con el apoyo masivo de los parlamentos en Francia y Reino Unido, países a los que se unirá España, donde excepto IU y BNG, todos los partidos apoyarán la intevención que Zapatero defiende esta semana en el Congreso de los Diputados. La ministra Jiménez ha defendido una participación coordinada de la OTAN, pero no que ésta lleve la voz cantante en la operación.
Por su parte, Italia es defensora de un papel preponderante de la OTAN. No en vano, la batalla se libra cerca de casa y amenaza con no seguir ofreciendo sus bases si la situación no se aclara. Casi lo mismo que Noruega, país que no moverá sus caza F-16 a no ser que se defina una cabeza de mando clara que dirija una operación, que hasta ahora ha sido maquinada por EEUU, Reino Unido y Francia.
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