El médico en la cocina
En opinión José Ignacio Salmerón, coordinador e impulsor de esta obra, la cocina y la medicina están íntimamente relacionadas por la generosidad que implican ambas actividades. Cirujanos, internistas, médicos de atención primaria o personal de enfermería se unen en esta obra para hacernos partícipes de su afición por la cocina
Trinchan, cortan, rebanan y preparan platos con la misma habilidad y precisión con la que seccionan, abren y cierran heridas, moldean una mandíbula o colocan un implante. O al menos, de eso presumen. Por eso, un grupo de médicos capitaneados por José Ignacio Salmerón, Médico Adjunto del Servicio de Cirugía Oral y Maxiolofacial del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid han reunido algunas de sus “recetas mágicas” en un volumen que, editado por Alianza Editorial, busca la conjunción perfecta entre la práctica clínica diaria y su pasión: la cocina. El resultado son hasta 95 originales recetas salpicadas de deliciosos platos y divertidas anécdotas y recuerdos.
El doctor Salmerón, impulsor y coordinador del libro, nos hace partícipes de sus veladas gastronómicas con prestigiosos médicos de distintas especialidades -con los que comparte amistad y amor por los fogones-, en un libro absolutamente original que nos descubre los aspectos menos conocidos de la profesión y nos muestra la vertiente más humana de los médicos, en la que en este caso destacan su destreza culinaria y su agudo sentido del humor.
Para José Ignacio Salmerón, esta obra es el fruto de una pasión por la cocina que descubrió, tal y como él mismo cuenta, al poco de venir a Madrid desde su Granada natal. El descubrimiento del manejo de los fogones y el desarrollo de su trayectoria profesional fueron de la mano y parejos, conjugando ambas actividades como si fueran las dos mitades de un todo. Tal es así que, según afirma este cirujano oral y maxilofacial, “la cocina y la salud están íntimamente relacionadas no sólo por la consecuencia que tiene el tipo de alimentación sobre el estado de salud de la persona sino, sobre todo, por la generosidad que llevan ambos actos”. Según detalla, “uno de ellos está encaminado a que el paciente sane y recupere lo que le ha robado la enfermedad y el otro dirigido a obtener la satisfacción y la felicidad de los comensales”.
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