Italia y Francia se abroncan en torno a la inmigración
La crisis en la Unión Europea se agrava por distintos frentes. Uno de ellos es el ascenso de opciones políticas minoritarias a raíz de la crisis económica y los sucesivos rescates hasta que le ha tocado el turno a Portugal provocando una subida de la ultraderecha finlandesa hasta rozar la victoria en las legislativas del pasado domingo.
Por otro lado, el choque en las políticas de inmigración a cuenta de la situación de Lampedusa en Italia, una problemática que arranca en enero de este año y que ha llevado hasta el mismo seno del parlamento europeo la cuestión de cómo afrontar y gestionar la masiva llegada de tunecinos hasta este punto de Italia: 23.000 inmigrantes imposibles de absorber por las autoridades italianas .
Así las cosas, París decidió ayer cerrar su paso fronterizo en Génova para impedir el tráfico de trenes procedentes de Italia y evitar así que entrarán en Francia inmigrantes norteafricanos. El bloqueo francés que ha durado hasta la mañana del lunes ha reabierto con polémica el debate de la política migratoria y ha puesto aún más de relieve el ascenso imparabla de la ultraderecha de los Auténticos Finlandeses, que dicen “no” a la inmigración y que con ese discurso se han convertido en algo más que una formación llave para formar gobierno en el país escandinavo.
Este enfrentamiento migratorio se suma además a las voces discordantes en torno a la intervención en Libia. De un lado, Franco Frattini, ministro de Exteriores de Italia, elevó en la tarde del domingo su crítica al Palacio del Elíseo expresando su “más firme protesta sobre medidas ilegítimas y en contradicción con los principios generales de la Unión Europea”. Del lado galo, París explicó que el bloqueo fronterizo se debe a razones de “orden público”. Motivo por el que también justificó el desplazamiento de antidisturbios hasta la frontera con Italia. Allí se concentraron en señal de protesta cerca de 200 activistas del lado italiano en señal de protesta por la falta de solidaridad francesa con Roma.
Italia se enfrenta a una crisis migratoria grave pues al éxodo masivo de tunecinos, la ola de cambio en el Magreb ha desatado también la huida de miles de libios, cuya primera opción es Italia, que alega una y otra vez la imposibilidad de asumir un flujo de inmigración tan elevado y en tan corto espacio de tiempo. Además la revolución libia nada tiene que ver con Túnez y si hace unas semanas se reunía Berlusconi con su homólogo tunecino, esta actitud es a día de hoy imposible con Gadafi, quien no asume que los prófugos vuelvan a Libia, en pleno proceso bélico.
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