De Cascajos a La Estrella: un abanico de color y movimiento al sur de Logroño

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Vivir Logroño es vivir cada uno de sus barrios, con su día a día y sus particularidades. Este recorrido nos lleva por la zona sur de la ciudad, arrancando en uno de los barrios más consolidados e integrados en la ciudad, el barrio de Cascajos. Se trata de una de las zonas más pobladas, con más de 11.500 residentes.

La presencia de las dos estaciones, de tren y de autobús, hacen de esta zona un punto de tránsito importante enmarcado por el Parque Princesa Leonor, más de 2.000 metros cuadrados de zona verde con un sistema de mantenimiento circular que lo hace totalmente autosuficiente. El entorno se completa con la subestación eléctrica, cubierta después de muchos años gracias a la colaboración del Ayuntamiento e Iberdrola, el desdoblamiento de la calle Miguel Delibes y toda la urbanización de la zona.

Tratando de dar respuesta a las demandas vecinales, se ha acometido la mejora de la seguridad vial en la salida de la estación de autobuses y se ha habilitado un aparcamiento provisional con más de 100 plazas en la calle Marqués de Larios.

Pero lo cierto es que, más allá de la movilidad, lo más agradable es recorrer el barrio andando. Así se llega hasta la Plaza de la Vid, uno de los centros neurálgicos de Cascajos. A las puertas de la parroquia, Gonzalo García Baquero, saluda a todo el que pasa. El párroco del barrio afirma orgulloso que, a diferencia de otras parroquias, la suya está llena de gente joven. “Esta puerta siempre está abierta y pasan por aquí casi mil personas cada semana entre grupos de comunión, confirmación, scouts, matrimonios, jóvenes... Pero es que además hacemos actividades a menudo, o entra alguien a proponer algo, o una madre a darle el pecho a su bebé. Es una suerte la afluencia que tenemos y de ahí que ya esté prevista una ampliación”, explica. Y añade algo importante: “A pesar del tránsito continuo y de tener las puertas siempre de par en par, aquí nunca ha pasado nada, es un barrio muy tranquilo”.

Desde el otro lado de la calle coincide en la misma idea Eduardo Martínez a las puertas de su pescadería. “Es un barrio superseguro, con muchas familias jóvenes y mucho tránsito por las estaciones, pero con una calma constante”, señala. Explica que su clientela se divide en dos grupos: las familias de la zona de Pedregales que llevan mucho tiempo asentados en el barrio y las de la zona más alta y más nueva. “Pero si en algo coinciden unos y otros es en que son personas que buscan productos de calidad, más allá de lo que se encuentra en el supermercado, por eso el comercio del barrio tiene una oferta muy buena”. En su pescadería ofrece además productos de pescado preparados, algo exclusivo en Logroño, “porque las familias jóvenes buscan esa comodidad y rapidez a la hora de comer pero sin renunciar a la calidad”.

La Estrella, un barrio de acogida

Como explica Martínez, el final de Pedregales es una transición de Cascajos hacia otra de las zonas con más arraigo e identidad de Logroño, el barrio de La Estrella. La población en esta zona es mucho más intergeneracional. Sus 2.300 vecinos cuentan con todos los servicios en un entorno marcado sin duda por la presencia del Hospital San Pedro. Una de las prioridades en el barrio son los accesos, que han mejorado notablemente con el nuevo ramal entre el centro hospitalario y la LR-250 y que en un futuro tendrá acceso desde la autopista AP-68.

Otro de los proyectos cercanos para el barrio será la instalación de un ascensor exterior. Se ubicará en las viviendas de Cáritas en la calle Manantiales, con la intención de dar respuesta a las demandas continuas para una mayor accesibilidad. Y es que eso es algo en lo que se piensa mucho en el barrio, de hecho, su centro de personas jubiladas es uno de los más activos. Pero también es un barrio que piensa en la infancia y la juventud y por eso hay mucha vida en torno al campo de fútbol de hierba o los juegos infantiles.

Pero si hay una instalación que da vida al barrio es el colegio. El CEIP San Pío X es un centro de colores, como lo define su equipo directivo. “Hay una enorme diversidad en la procedencia del alumnado, no solo por su origen, sino también por el nivel socioeconómico”, explica Emma Martínez Fernández, su directora. De hecho, es uno de los centros de Logroño que tiene matrícula abierta durante todo el curso y no deja de recibir alumnos. Lo hace además con toda la calidad y con un asentadísimo sistema bilingüe que arranca desde las edades más tempranas.

Más allá de la educación, el colegio es un centro social. “Acogemos a las familias nuevas y, cuando es necesario, les informamos y les ayudamos con otros recursos, con los servicios del barrio”. En este centro es especialmente importante la figura del PSC (Profesor de Servicios a la Comunidad) que sirve de nexo desde el punto de vista más social. “Es un profesor que controla el absentismo, a los menores tutelados, las cosas que van detectando los tutores en clase, puede tener contacto con los médicos, en general, con todo lo que tiene que ver con los servicios sociales”, explican desde el equipo directivo.

Toda esta visión integral de comunidad hace que en el centro, y por extensión, en el barrio, no haya problemas de convivencia. “Los niños del San Pío están acostumbrados desde los dos años a convivir con compañeros que son diferentes, a recibir a todo el que llega”, añade la directora, “y eso se hace luego extensivo también en la calle”. Ahí tienen también una labor importante los educadores de barrio que poco a poco van atrayendo a los jóvenes y ocupando sus tiempos de ocio.

“Este barrio tiene mucha vida” añaden dos vecinos mayores desde la calle, “antes estábamos más aislados, pero desde que llegó el hospital, se ha abierto”.