Los parches de la Gran Vía
Un vecino de Logroño que tiene que pasar por la Gran Vía para ir a su casa, es el autor de una serie de fotografías que muestran con exactitud cual es el estado de la arteria de Logroño. En dos meses, tal y como nos asegura en un correo electrónico enviado a la redacción de Rioja2.com, se encuentra con el sigüiente espectáculo: la pintura de un paso de cebra apenas se distingue de la calzada, hay varios adoquines de la acera levantados, un socavón en la calzada por donde deben circular los vehículos, losetas de metal oxidadas y bases de farolas o postes levantadas.
Y no es el único vecino en quejarse. Muchos han sido los viandantes de la Gran Vía que están hartos de tropezarse con bolardos con aristas que dejan sus piernas llenas de moratones, o de personas invidentes que tienen que jugársela cada vez que quieren cruzar de una acera a otra porque no existe la señalización reglamentaria en los pasos de peatones. Tanto es así que las quejas han llegado hasta la Defensora del Pueblo, María del Bueyo Díez, según nos cuenta el concejal de Movilidad Urbana del Ayuntamiento de Logroño, Domingo Dorado.
Según Dorado, el Ayuntamiento ha aprobado una partida presupuestaria de 200.000 euros para el Parque de Servicios, y una buena parte de ese dinero irá destinado a los arreglos o sustitución de los elementos estropeados o desprendidos de la Gran Vía.
Y eso que es una obra nueva. La calle más importante de la ciudad sufrió una importante remodelación en enero de 2006 y se abrió al tráfico rodado un año después. Las obras se realizaron con horarios extensos y trabajando de lunes a domingo para llegar al plazo estipulado. Lo más costoso fue el aparcamiento subterráneo con un total de 1.174 plazas. El coste global alcanzó más de 50.000.000 de euros y la obra se inauguró por todo lo alto.
UNA GRAN VIA REFORMADA
Sin embargo, poco más de un año después, los desperfectos dejan en evidencia esta infraestructura. ¿Cuál es la razón? ¿Las prisas por terminar las obras? ¿Malos materiales? O ¿un mal diseño?. Según el concejal Dorado, la empresa constructora se limitó a aplicar lo que había en los planos, por tanto, el diseño es la principal causa. “Esos adoquines, más comunes en zonas peatonales, no están preparados para soportar el empuje de autobuses, coches o camiones que cada día pasan por allí y por eso se levantan. Además no hay diferenciación entre aceras y calzadas ni señalización que indique que por la confluencia de la Calle Múgica o Labradores circulan coches y comparten acera con los peatones”.
El Ayuntamiento piensa colocar ocho semáforos más, dos reductores de velocidad, pintar los pasos de peatones y reordenar las zonas de carga y descarga. “Pero el problema del adoquinado será de por vida, hasta una próxima remodelación de la Gran Vía, que será dentro de muchos años” asegura Dorado.
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