Nunca es tarde para aprender
Nunca es tarde para aprender. Algo que conocen muy bien Trinidad, Pilar y Esther, tres mujeres que han descubierto, superados los 50, una nueva forma de ver la vida. Lo que tienen en común estas tres mujeres es haber participadoen el programa de voluntariado senio que organiza Inter Europa.
Trinidad Mosquera estuvo durante 35 años trabajando en el Hospital San Millán. Y, ¿después qué?, se preguntó. “Después de jubilarme quería hacer algo y este voluntariado senior me pareció la mejor opción”. Mosquera reconoce que “desde el día que el ordenador te dice que has sido elegida, empiezas a dormir muy poco”.
Madre de una hija con parálisis cerebral, eligió un proyecto de trabajo en un campamento con niños, entre los que había algunos con discapacidad, “me sentí como en casa”. Aunque reconoce que los primeros días fueron “duros” recomienda esta experiencia a todos los que “quieran integrarse en otra cultura de esta manera tan fácil y tan bonita”.
Pilar Vidaurreta recuerda que comenzó a trabajar con 15 años. “No pude estudiar ni salir fuera, de hecho, era la primera vez que salía fuera de España y la primera vez que convivía con alguien distinto a mi familia”. Sin embargo recuerda la experiencia de Roma como algo “fantástico”. “Compartíamos piso cuatro mujeres, dos españolas y dos francesas.
Cuatro mujeres en un piso en el centro de Roma“. Una experiencia y un reto que Pilar también consiguió superar. De hecho, el buen sabor de boca que le dejó esta experiencia le ha animado a acoger en su casa a voluntarios senior italianos. ”Ahora tengo tiempo, ganas y salud y este tipo de actividades te abren la mente y te permiten vivir mejor con la gente que tienes alrededor“.
Pilar fue compañera de piso de Esther Pascual. “Hay muchos retos como el idioma o la convivencia” pero, con todo, define la experiencia como “echar a volar”. Por su parte, Esther se siente especialmente agradecida por el trabajo realizado en Roma. “Me permitieron que les ayudara a realizar un encuentro entre las dos orillas del Mediterráneo, en el momento en el que se desarrollaban las 'primaveras árabes', fue maravilloso compartir tantas experiencias”.
Tres experiencias, tres testimonios que ya han conseguido animar a Marisa Gómez a hacer las maletas y viajar a Roma. Ama de casa y madre de cinco hijos, confiesa que le “encanta” todo lo que tenga que ver con el voluntariado. “Tengo todo el tiempo del mundo porque estoy sola en casa, mis hijos están todos casados”.
Hace dos años viajó a Jerusalén. “Durante un mes estuve trabajando de voluntaria en una casa que REMAR tiene allí trabajando con dos ex drogadictos que, pronto, se convirtieron en dos hijos más”. Tanto le impactó la experiencia que está desando repetir. “Teniendo todo el tiempo como tengo, pienso que puedo hacer algo más con él. Y después de escuchar a estas tres mujeres… aún estoy más animada”. Ahora, reconoce que lo único que quiere es que desde Inter Europa le llamen y le digan que ha sido seleccionada. “Si me llaman incluso me pensaré hacerme una cuenta de correo electrónico a pesar de que esto de las nuevas tecnología no me guste nada”.
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