Este viernes 5 de diciembre, los Cines 7 Infantes de Logroño acogen el estreno de Valor sentimental, la nueva y esperada película del noruego Joachim Trier, dueño de una de las filmografías más humanista, bella y sutil de las últimas décadas.
El cineasta noruego firma un excelente guion, junto a su coguionista habitual, Eskil Vogtque, que escarba en cuestiones tan sensibles y fundamentales como la búsqueda de la identidad individual, la complejidad de las relaciones familiares y la delicada salud mental de una generación que pone el foco en exponer su vulnerabilidad sin complejos.
Trier construye la realidad de Nora y sus allegados confiando en la inteligencia del espectador al que exige saber leer la letra pequeña. Cada escena se recrea en ceder lugar al detalle, a la contradicción, a la equivocación y a la duda, como ya hacía en su anterior largometraje, La peor persona del mundo.
La película abre con una magnífica escena inicial en la que vamos a conocer a Norma, interpretada por una descomunal Renate Reinsve, que marcará el tono emocional del film. Asistimos como público a una función teatral grandiosa, con la sala repleta de un público ávido de emociones, expectante ante el nuevo trabajo de Norma, incontestable actriz. Al otro lado del telón, observamos la tensión entre la exposición pública y su fragilidad íntima, tensión que estará presente en toda la narración. La cámara sigue de cerca a Norma registrando sus inseguridades y temores, su agobiante miedo escénico, sus idas y venidas, sus flaquezas, convirtiendo ese arranque en una declaración de intenciones de todo lo que vendrá después.
En ese tejido emocional brilla la sutileza de Inga Ibsdotter Lilleaas como Agnes, la hermana de Nora, un personaje que funciona como contrapunto fundamental y se confirma como una presencia decisiva. Una interpretación creada desde la sobriedad y la contención de un segundo plano, que funciona desde el cariño, la comprensión y la lealtad silenciosa.
Sobre este núcleo fraternal se proyecta la figura de Gustav, el padre cineasta, encarnado por un Stellan Skarsgård de presencia rotunda, que llena el plano incluso cuando apenas dice nada. Un personaje que navega desde la tensión del artista que pretende convertir la experiencia familiar en arte y argumento de sus trabajos, la del padre ausente que busca un acercamiento tardío y complicado, que revisita su propia obra con nostalgia y melancolía, pero con orgullo.
Skarsgård despliega una interpretación poderosa, apoyada en silencios, que demuestra el peso del pasado y asume la realidad de unas hijas que ya han aprendido a vivir sin él.
No es exagerado hablar de la posibilidad de estar ante la película más bella de 2025, una obra llamada a permanecer en la memoria del público y de la crítica. Su triunfo con el Proyectada en la sección Perlas, del festival de cine de San Sebastián con una gran acogida. Gran Premio en Cannes la sitúa ya en el mapa de los grandes títulos del año y refuerza su condición de referente ineludible en la conversación cinéfila. A partir de ahí, sus opciones en la carrera de los premios parecen más que sólidas: Valor sentimental se perfila como una firme candidata no solo en la categoría de mejor película internacional en los Oscar, sino también en apartados centrales como mejor guion y mejor dirección, donde el nombre de Joachim Trier debería figurar entre los posibles nominados.
En ese contexto, que Logroño y los Cines 7 Infantes reciban tan pronto una película de esta envergadura convierte el estreno del 5 de diciembre en algo más que una simple sesión: es una invitación a compartir, en comunidad, una historia que habla de familia, memoria y amor con una honestidad poco frecuente en el cine contemporáneo.
Valor sentimental es sin duda una cita ineludible para cualquier espectador que crea todavía en el cine como espacio de encuentro humano y emocional con la capacidad de permitirnos una reflexión en unos tiempos que discurren demasiado veloces.