Suele ser el runrún. Ese rumor que comienza callejeando y llega a los puestos de trabajo y a las tiendas de ultramarinos, ese murmullo que va cobrando forma de noticia en las cafeterías y que al final termina en la ventanilla de acceso al Parlamento regional, donde los ujieres comentan: “Mira estos”, entre chanzas.
Es ese runrún que genera indignación ciudadana -que no sorpresa- y un ‘ahora cómo lo explicamos’ político, que no temor ni arrepentimiento sincero, mientras avanza por la moqueta de la Cámara de los representantes de la ciudadanía camino de los despachos de sus señorías y de la Presidencia.
Y es que hay acuerdos políticos que nacen como vocación de eternidad, y luego están los pactos de algunos Parlamentos, que duran exactamente lo que tardan los ciudadanos en ponerles la cara colorada a sus diputados.
Los cuatro partidos con representación parlamentaria -todos, sin distinción de camiseta ni color, sin ‘sanchismos’, ni fascismos, ni líneas rojas infranqueables- se pusieron de acuerdo para aprobar un servicio exclusivo para ellos mismos. No para los ciudadanos, no para mejorar la vida de la gente, no para reducir las listas de espera en la Sanidad Pública, o facilitar el acceso a una vivienda. No. PP, PSOE, VOX e IU se pusieron de acuerdo para tener un extra. Un mullido cojín más en el ya bien almohadillado sillón de la representación pública. Porque no olvidemos que están ahí por vocación de servicio, dicen, ¿no?
Se votó. Se aprobó. Se sonrió. Y, sobre todo, no se contó demasiado de puertas a fuera con el convencimiento de que la ciudadanía seguro que estaba ocupada en otras cosas, como ganarse la vida, estudiar por miedo a que el futuro se quede sin batería, tratar de conseguir cita con el médico especialista o descifrando a qué lugar del país no ha llegado aún la corrupción política.
Pero el runrún saltó de la vida real a las redes sociales y eso sí que no; la reputación política puede dañarse, pero sólo hasta cierto punto. Nunca virtualmente. “¿Qué pensarán mis seguidores?”
Alguien vio el twitt o el post y lanzó la voz de alarma. “¿Está en X? Tenemos que reaccionar. ¿Nos preguntan por qué si somos profesionales necesitamos un privilegio más?”
Reunidos con más celeridad que Mazón acudiendo al CECOPI el día de la DANA, encontraron la solución. “Démosle la vuelta, renunciamos y decimos que generamos un ahorro a la región por nuestro compromiso con el interés general”. Estrategia de Primero de Política.
El Interés General es para muchos políticos lo que el padre para los adolescentes: solo aparece cuando lo pillan volviendo tarde y sin los deberes hechos. Antes parece no existir. Es un ente gaseoso que se materializa justo cuando la opinión pública les pone la cara colorada.
Mientras no les miraban llegaron a un acuerdo en el que los diputados de PP, PSOE, VOX e IU no pensaron en el interés general; pensaron en su propio interés, que es más cercano y más calentito. Todos juntitos, en buena compañía, sin malas palabras; todos de acuerdo. Un ejemplo de consenso democrático. La unanimidad más sólida de la Legislatura y, quizá, la única.
Ahora dicen que renuncian. Renuncian a las plazas de aparcamiento reservadas en un céntrico parking de Logroño para los diputados regionales de PP, PSOE, VOX e IU. Lo hacen por el interés general; ese valor, que curiosamente, no visualizaron el día que se dotaron del privilegio. Les ha faltado proclamar a coro: “Me he equivocado, no volverá a ocurrir”.
Quizá echamos en falta diputados más valientes y menos profesionales, que sean capaces de argumentar sus decisiones y votos, incluso de mantenerlos y justificarlos, y que si llegan a un acuerdo por unanimidad sea para que el precio del metro cuadrado de VPO no sea de cerca de 2.000 euros. Aunque la Vivienda Protegida en La Rioja sea hoy como el interés general, una quimera.