“Sabemos que en Primaria ya se consume porno y no hay respuestas para evitar y prevenirlo ni para dar solución a las consecuencias negativas que acarrea”, advierte la graduada en Educación Primaria, Saioa Arizaleta. Por ello, decidió incidir en esta problemática para su Trabajo Fin de Grado de Educación Primaria y planteó una intervención educativa en las aulas de 6º Primaria frente a la nueva pornografía online. Su trabajo ha sido reconocido con el I Premio Trabajo Fin de Estudios en Materia de Igualdad y Género de la Universidad de La Rioja.
Sabía que quería centrar su trabajo en el género, la diversidad o las orientaciones sexuales y su tutora, Andrea Gutiérrez, responsable de la Unidad de Igualdad e Inclusión de la universidad, le dio la clave definitiva. “Me dijo que este enfoque está sin explorar, no se habla mucho de ello y es muy necesario”, recuerda, y entonces Saioa Arizaleta se puso a investigar y tuvo claro que centraría su trabajo en la influencia del porno en el alumnado de Primaria.
Este TFG recoge que la edad medida del primer acceso al porno son los 13-14 años y la menor edad registrada los 7 años. “Son datos de 2022 y podrían ser ahora de menos edad”, advierte la autora del trabajo. Con estos datos, se puede saber que en Primaria ya se consume porno, mientras que, considera Saioa Arizaleta, “la educación sexual que recibe el alumnado es difusa y con objetivos poco concretados”.
Los niños quieren explorar la sexualidad y no es malo, el problema es que la respuesta se la dé el porno
La pornografía es muy accesible para los menores actualmente, muchas veces acceden sin querer por primera vez a vídeos porno, desde los propios anuncios de los juegos del móvil o la tablet, por ejemplo. Pero hay otro parte, de la que advierte la autora del trabajo, “también acceden queriendo y no se está teniendo en cuenta, no es malo, los niños quieren descubrir y explorar la sexualidad porque va en el ser humano; el problema es que la respuesta se la dé el porno”.
Además, en estas edades tan tempranas, “los cerebros no están madurados, hay problemas de traumas porque no son capaces de asimilar la violencia brutal que hay en los vídeos de pornografía”, alerta sobre los riesgos de salud mental del consumo. Entre otros riesgos, destaca la normalización de la violencia y de las relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres: “los vídeos reproducen actos de los hombres muy violentos y muy vejatorios, hay bofetadas, escupitajos... y las mujeres aprenden que lo tienen que permitir”. Destaca en este sentido: “En la pornografía no existe el consentimiento, el respeto y la empatía y, cuando los niños casi toda la información que tienen del sexo proviene de ahí, se producen relaciones muy poco sanas”
Con este contexto, el trabajo de Saioa Arizaleta plantea una intervención semanal en las aulas de 6º de Primaria, en la asignatura de Educación cívica y en valores, con una hora y media por cada una de las seis sesiones previstas. “Todo mi trabajo se justifica con todas las leyes que por suerte permiten la educación sexual”, antecede la graduada ante la oposición que desde colectivos de ultraderecha han heche a estos talleres.
La pornografía ha encontrado la manera de estar actualizada, estar al momento, consumirse sin límites y no ha habido ese mismo avance por parte de la educación
Plantea actividades con las que trabajar “conceptos como el consentimiento y el respecto, la diversidad para abordar la autoestima y la adepación tanto de uno mismo como de los demás”, según explica la autora del trabajo. Algunas de las dinámicas que recoge son reflexionar sobre afirmaciones o conceptos que se han asumido a nivel social, como por ejemplo si las mujeres disfrutan del sexo, “porque la pornografía les ha enseñado que no, que el papel de la mujer es darle placer al hombre”, apunta. Otra propuesta es identificar en el cuerpo de cada uno qué parte permiten tocar y cuáles no, a quiénes y en que momento, con lo que, tal y como explica, “trabajan sobre el consentimiento, los límites y el respeto a los demás”.
Después de su investigación, Saioa Arizaleta defiende la educación sexual como clave. “La pornografía ha encontrado la manera de estar actualizada, estar al momento, consumirse sin límites y no ha habido ese mismo avance por parte de la educación”, explica. Aunque cree que se profundiza más en la cuestión que hace años, reclama que la educación sexual sea transversal “porque está claro que no se ha avanzado lo suficiente porque no estaríamos ante la cultura de la violación que sufrimos”.