“Todas las instituciones y la ciudadanía libre tenemos la obligación de poner la mirada en las mujeres afganas”
El Ayuntamiento de Logroño, a través de su Concejalía de Igualdad, ha convocado esta mañana un acto para visibilizar y condenar la situación que sufren las mujeres y niñas en Afganistán, con motivo de los últimos acontecimientos que está viviendo el país.
Así, el Ayuntamiento de Logroño, también desde lo local, se une al clamor de la sociedad europea y mundial que pide protección para las niñas y mujeres afganas ante tanta barbarie y, al igual que ya lo han reclamado periodistas y escritoras de nuestro país, hace un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que se mantengan abiertas las fronteras de Afganistán y salgan del país todas las personas que lo deseen, en especial las mujeres y niñas afganas, y para que se proteja a aquellas mujeres que desde el año 2001 han desempeñado tareas profesionales prohibidas por los talibanes.
Durante el acto, la teniente de alcalde y concejala de Igualdad, Eva Tobías Olarte, ha leído el siguiente comunicado:
“La llegada al poder de los talibanes amenaza las dos décadas de conquistas de derechos de las mujeres y niñas afganas. Poder ir al colegio, estudiar en la universidad, moverse libremente por la calle sin presencia de un hombre o ejercer cualquier tipo de profesión, son avances que ahora se ven amenazados.
Y es que hay mil maneras de poner a la mujer en su sitio: mujeres mutiladas y violadas por el hecho de ser mujeres; mujeres que si salen de casa lo harán con “su protector masculino”; mujeres divorciadas que podrán ser azotadas públicamente; mujeres que volverán a usar el burka como uniforme oficial de un régimen que las considera seres sin ningún tipo de derechos, precisamente por ser mujeres; mujeres que serán usadas como botín de guerra. En este sentido nos vuelve a la memoria el discurso de Caddy Adzuba (abogada y periodista) al recibir el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 2014: “La mujer congoleña víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra”. Es así como se logra destruir a la sociedad civil: violándolas consiguen que sus familias las repudien, humillándolas consiguen que las niñas no vayan a la escuela, obligándolas a casarse las condenan a una muerte en vida.
Las instituciones del mundo entero y la ciudadanía libre y responsable tenemos la obligación, en primer lugar, de poner la mirada en la situación en la que se encuentran las mujeres afganas; de pedir auxilio y protección para ellas; de exigir que los avances que han conseguido en las dos primeras décadas de este siglo XXI no retrocedan.
Y cada granito de arena cuenta. En 2016, el equipo ciclista femenino de Afganistán fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz por su valentía y su perseverancia al desafiar las normas de género en un país en el que no está bien visto que la mujer tome sus propias decisiones y menos aún que se dedique a una actividad tradicionalmente reservada a los hombres como el ciclismo.
Simone de Beauvoir, hace más de 100 años ya manifestaba: “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.
El comunicado ha terminado con un poema de Martin Niemöeller:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio,
ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
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