El objetivo estaba claro: llegar a Gaza y romper el bloqueo que mantiene Israel sobre Palestina, pero no ha podido ser. Aun así, el riojano Sergio Toribio ha llegado esta tarde de martes, pasadas las 20:15 horas, a la estación de tren de Logroño sano y salvo. Recibido entre aplausos y ya en tierras riojanas el activista riojano ha reconocido que a pesar de no haber podido cumplir la misión, “hemos conseguido una repercusión importante”, a la vez que ha insistido en que “nada de esto iba contra Israel, era en pro de Gaza”. Esta vez no ha podido ser, pero advierte, “tenemos más barcos preparados, hay más movimientos como la marcha que partirá desde Egipto los próximos días a la que posiblemente me una”.
Ya en Logroño, y junto a su familia, el activista riojano ha contado a los medios de comunicación lo que él considera “un asalto en toda regla, un acto de piratería en aguas internacionales”. La tripulación del Madleen de la Flotilla de la Libertad contemplaba la posibilidad de ser asaltados. “Hacíamos guardia porque desde el momento que entramos en aguas internacionales teníamos sobre nosotros tres drones”. Así, y sobre la una de la madrugada del lunes, la tripulación de la Flotilla de la Libertad detectó las luces de embarcaciones. “Vimos unas luces azules y unas embarcaciones que se acercaban a nosotros, nos intentaron cortar el camino sin ningún aviso previo por radio”.
Conscientes de lo que podía pasar, Toribio y sus compañeros se prepararon. “Nos situamos en el punto de reunión, ya teníamos asignadas unas posiciones para tratar de cubrir los más vulnerables, Greta Thumberg entre ellas. Nos esperábamos el ataque porque el ministro de Defensa Israelí así lo había anunciado en diversos medios”. Además, contaban con la colaboración de un periodista de Al Yazira que les mantenía informados.
Además de las embarcaciones ha contado que tres drones controlaban todos los movimientos de la tripulación. “Uno de ellos incluso cayó al agua porque chocó al tratar de meterse incluso en la embarcación”. Pero llegaron otros dos. “Uno de ellos con una luz muy potente y el otro lanzando una sustancia que en cuestión de media hora tiñó de blanco todo el barco. No se veían los cristales, ni las zonas habilitadas para andar por la cubierta”, ha contado mostrando los restos del producto en su ropa.
Con el barco teñido de blanco llegaron los militares. “Llegó una lancha por estribor con un mensaje en inglés, por los altavoces nos pedían que nos tranquilizáramos, que levantáramos las manos y nos aseguraron que no nos iban a hacer daño”. Mientras tanto por babor y de otra embarcación doce militares asaltaron la embarcación. “Militares armados con M4, escopetas, pistolas... como si fuéramos terroristas”. Y con los militares en la embarcación, Toribio y sus compañeros fueron conducidos a proa. Allí les cachearon y permanecieron unas diez horas.
Con los militares a bordo, el barco cambió el rumbo a Tel Aviv. “Cuando el calor empezaba a ser insoportable, nos movieron dentro del barco donde permanecimos el resto de la travesía, otras 14 horas”. Al menos estas 14 horas, la tripulación de La Flotilla pudo estar junta “con nuestra comida, agua y las pertenencias que nos quedaban”. Antes de la llegada de los militares tiraron por la borda “todo aquello que pudieran utilizar en nuestra contra así como información que no deben tener”.
Ya en tierras israelíes, ha explicado que les quisieron hacer firmar papeles: “Querían que reconociéramos que habíamos sido arrestados invadiendo una zona militar israelí, pero estábamos en aguas internacionales porque así está registrado en el barco”, pero se negaron. Después, ya en el aeropuerto, pudieron reunirse con varios cónsules europeos, entre ellos el español, y con los abogados para asegurar su deportación, para la que ha asegurado que no ha habido problema.
Sergio Toribio ha reconocido que ha pasado “miedo”, especialmente “hasta que se identificaron”, pero sigue con el convencimiento claro de seguir reivindicando y es posible que en pocos días se una a la marcha que se prepara desde Egipto.