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“La ampliación del Parque Nacional salvaguardaría unas 15.000 hectáreas del norte de la Isla”

Ángel Palomares es director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente.

Esther R. Medina

El Paso —

Ángel Palomares, natural de Granada e ingeniero de Montes, es director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente desde 1994, aunque entre 1987 y 1989 también realizó trabajos de dirección. Es partidario de ampliar este espacio protegido al considerar que “se salvaguardarían entre 10.000 y 15.000 hectáreas del norte de la Isla”. “Toda la zona media-alta cuenta con condiciones para que pudiera ser declarada Parque Nacional y gran parte de las especies amenazadas que están en las cumbres del Parque se encuentran también fuera”, ha asegurado en una entrevista con La Palma Ahora.

-¿Cuál es el estado de conservación de La Caldera?

-A nivel general parece que está bien, aunque el hecho de tener muchas especies catalogadas significa que son escasas y eso supone que el aspecto es bueno pero tenemos problemas de gestión y manejo de especies amenazadas de flora y de otras exóticas que hay que controlar.

-¿Qué amenazas pesan sobre el Parque?

-A nivel global lo que más ha afectado a los sistemas han sido la presencia de animales exóticos desde hace 2.000 años, los incendios repetidos con más frecuencia de lo que es natural, el aprovechamiento del agua por galerías -que ha reducido los lugares húmedos del Parque- y a nivel más reciente, la presencia de turistas en los miradores y la basura que generan.

-¿Qué problemas puede presentar este espacio en el futuro?

-El Parque está muy cerca de las zonas habitadas y eso significa que le llega todo lo que va con la civilización: más especies exóticas, incendios y nuevas actividades que la gente se vaya inventando, como la deportiva, aunque en este caso se trata de afecciones puntuales. Las que tenemos desde hace 2.000 años afectan a todo el territorio como los animales o los incendios.

-¿La Caldera tiene una flora endémica relevante?

-Toda Canarias se caracteriza por contar con especies endémicas y el Parque no es ninguna excepción. De las 400 especies que hay, un alto porcentaje son endémicas. Algunas propias, no están en el resto de la Isla, pero porque no se adaptan muy bien fuera de este espacio.

-¿Cuál es el grado de afección de la planta invasora rabo de gato?rabo de gato

-En el Parque tenemos toda la zona baja, como el barranco de Taburiente, con presencia, que eliminamos periódicamente, pero como esas especies mantienen la semilla bastante tiempo activa hay que actuar regularmente en esos sitios. Existen unos 40 enclaves que visitamos con una frecuencia de dos o tres meses para constatar si hay nuevas plantas. En las zonas accesibles más o menos está controlado, pero en los acantilados más expuestos ya hay dos enclaves a los que no estamos llegando, con lo cual pueden ser nuevos focos de expansión. Los alrededores del Parque están llenos y cada vez tendremos más puntos en los que aparezca esta especie.

-¿Qué balance hace del plan de reforestación de las zonas de cumbre?

-Después de muchos años de trabajo de protección, con algunas especies hemos conseguido núcleos viables y en expansión. La Genista benehoavensis y el retamón al menos tienen dos focos en expansión en la cabecera del barranco de Gallegos y en el Roque de Los Muchachos; con los tajinastes azul y rosado estamos teniendo experiencias parecidas, pero hay otras especies que a pesar de haberlas repoblado y mantenido valladas no han tenido esa expansión. Es el caso de los tajinastes cuando están en competencia, que en determinadas zonas no han avanzado, han quedado estancados. Y una especie que mantenemos todavía en vallados y que ha pasado de tener 20 ejemplares a unos 7.000, la bencomia, todavía sigue a nivel nacional y regional catalogada como en peligro de extinción, aunque debería considerarse como vulnerable o incluso un poco más abajo, porque ya no está en la situación que se hallaba en los años 90.

-¿Qué presión humana puede soportar el Parque?

-Es un parque muy pequeño, y la mayor parte de los efectos que produce el hombre es a través de acciones indirectas más que de la presencia en sí. Como actualmente tiene un uso recreativo y turístico, ese tipo de uso afecta muy poco a este espacio y a muy poca superficie. Contamos con 90 kilómetros de senderos, una zona de acampada y unos cuantos miradores; eso suma unas 20 hectáreas y el Parque tiene cuatro mil y pico, entonces ese uso que tenemos actualmente –que es el que fomentó el Parque- no es especialmente significativo salvo en puntos muy concretos. Lo que afecta es la presión que el hombre ha tenido hasta la fecha y que ahora cuesta trabajo restaurar. El problema que se presenta en estos momentos es hasta dónde restauramos y qué superficie, porque no podemos llegar a lo que sería el Parque hace dos mil años porque no sabemos el clima ni la situación, pero tampoco debemos dejarlo como está porque hace seis años descubrí un andén pequeño, el de Los Calzones Rotos, donde había un pinar que no tenía huecos, con cuarenta especies distintas, muy abierto, y creo que ese puede ser el referente de lo que debería ser el Parque en ambientes parecidos.

-¿Es partidario de su ampliación?

-Sí, porque los sistemas no conocen barreras y muchas de las especies que manejamos están dentro y fuera del Parque, y la figura de Parque salvaguardaría más o menos una superficie de 10.000 o 15.000 hectáreas por el norte de la Isla, que el único uso real que tiene hasta el momento es la construcción del Observatorio de Astrofísica y la caza. Toda la zona media-alta cuenta con condiciones para que pudiera ser declarada Parque Nacional y gran parte de las especies amenazadas que están en las cumbres del Parque se encuentran también fuera. Una gestión conjunta estaría bien.

-¿La Caldera es conocida por los palmeros?

-Sí la tienen como referente, pero salvo las zonas de los miradores como los de El Roque y La Cumbrecita y el área de acampada, el resto del Parque no es muy conocido por los palmeros, excepto para aquellos que practican el salto del pastor o hacen el control del arruí; para mucha gente de La Palma La Caldera es una gran desconocida.

-Pero usted sí que conoce este espacio en profundidad, incluidos muchos enclaves que son inaccesibles por su abrupta y escarpada orografía.

-Digamos que por mi trabajo he tenido que recorrer los sitios notables, pero por mi afición me he adentrado en los enclaves no tan normales. En los años ochenta, nada más llegar a la Isla, conocí a un cabrero, apodado Marcos (Gonzalo García Lorenzo) que me dijo que los riscos de La Caldera se podían caminar si no tenía problemas de vértigo ni de inseguridad. He conocido zonas espectaculares como el barranco del Hoyo Verde, y a la vez que conoces el paisaje, conoces también los ambientes y los restos arqueológicos. Aunque camines mucho, te das cuenta de que cada lomo que esté separado 200 metros tiene vistas distintas.

-¿En qué estación le gusta más La Caldera?

-En el mes de mayo, cuando las cumbres están llenas de tajinastes, de violetas…

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