“Parecemos la oveja negra de la línea 6”. Natalia, vecina de la calle del Bronce, define así cómo se sienten muchos vecinos por el “eterno” cierre de la estación de Metro de Madrid de Arganzuela-Planetario. El corte de la circular por sus obras de mejora y automatización (volverá a la actividad sin conductores) se ha dividio en dos tandas. Del 31 de mayo al 6 de septiembre queda sin servicio el tramo entre Méndez Álvaro y Moncloa por Plaza Elípitica. Desde el próximo día 6 y hasta el 31 de diciembre, salvo futuras actualizaciones en estas fechas, será el turno del recorrido que discurre entre Legazpi y Moncloa, pasando por Avenida de América. Solo Arganzuela-Planetario se mantiene inoperativa en ambas etapas de la obra y, por tanto, durante siete meses. Y solo en esta estación no pasa el servicio sustitutivo de autobuses.
Un panorama que coincide además con la creciente presencia de operarios y maquinaria en los alrededores de la estación. No en vano, el cierre especialmente prolongado de esta estación se debe a que es la zona cero de la actualización de la línea 6. Así lo explicó a finales de mayo el consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Jorge Rodrigo, durante su visita a las instalaciones: “Nos encontramos en un punto fundamental para la remodelación integral de la circular, ya que desde estas cocheras de Arganzuela-Planetario se coordinará y gestionará la logística de este proyecto. Aquí se encuentran los 18 vehículos, entre retroexcavadoras, portacarriles, plataformas elevadoras y portacabinas de cable, que permitirán efectuar las tareas necesarias durante todo el proceso”.
Además, en estas instalaciones se almacenan y distribuyen los carriles de 18 metros, que se están instalando desde hace meses en horario nocturno para minimizar los efectos que sufren los usuarios. También los 10.000 metros cúbicos de balasto ( es decir, piedras o gravas) que se retiran de las vías. Una cifra que equivale a cuatro piscinas olímpicas. La estación, ubcada entre los barrios de Delicias y Legazpi, funciona así como almacén, taller y centro de operaciones.
Eso es lo que se esconde detrás (o debajo) de los túneles de la estación a los que a veces pueden asomarse los viandantes cuando atraviesan la calle del Bronce. A la par, esta calle y otras como Cobre, Granito, Plomo (por algo se conoce a esta zona del distrito de Arganzuela como el barrio de los Metales) o Bolívar han integrado en su paisaje diario la presencia de trabajadores enfundados en monos fluorescentes.
Empleados de la unión temporal de empresas (UTE) entre las constructuras COMSA y TECSA, así como del propio Metro de Madrid, aprovechan sus ratos de descanso para conversar en un banco frente a la estación cerrada. O para tumbarse a la sombra de algún árbol, un respiro en medio de un asfixiante verano que pasan entre polvo y sudor. Aunque justo detrás de la estación se erige el parque Tierno Galván, uno de los pulmones del distrito, algunos miembros de la plantilla (conformada en su mayoría por población migrante) recurren a zonas ajardinadas contiguas a la obra. Cuando hay poco tiempo para descansar, no hay tiempo que perder.
“Son como vecinos”, opina Natalia en conversación con Somos Arganzuela sobre este personal desplegado, cuya presencia ya ha interiorizado el barrio. No acepta tan bien la afectación continua a la movilidad que ha provocado la clausura de la estación, aunque dice llevarlo con resignación: “No queda otra y en principio será para mejor, pero la verdad es que es una molestia [no reproduciremos la palabra que utiliza en realidad] para ir a trabajar o para moverse a cualquier parte”.
Un bus fantasma y un 'boom' ciclista
En este sentido, la otra gran incorporación a la estampa de la zona desde el inicio de los trabajaos ha sido el bus de la línea 180 de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT). Este recorrido, que tradicionalmente conecta el Pozo del Tío Raimundo con Legazpi pasando por la Caja Mágica, amplía desde el pasado 31 de mayo su ruta para unir también Legazpi con Arganzuela-Planetario. Sin embargo, sus frecuencias de 20 minutos o más provocan que en esta parte del recorrido sea un transporte fantasma. La mayoría de vecinos prefieren caminar unos 12 minutos para llegar hasta Legazpi, donde pueden tomar la línea 3 o distintos buses. A partir del día 6, también podrán utilizar la circular en sentido Plaza Elíptica.
“Al menos Legazpi pilla más a mano, porque hasta ahora la estación abierta de la línea 6 más cercana era Méndez Álvaro, que está a 25 minutos andando”. Es lo que cuenta David, joven de la calle Bolívar que encuentra sin embargo un gran beneficio en todo este contexto: “Me he acostumbrado a coger una Bicimad. Para ir hasta Méndez Álvaro hay que atravesar el Tierno Galván y con la bici es mucho más práctico”. La estación del servicio municipal de dos ruedas situadas frente a Arganzuela-Planetario ha aumentado significativamente su trasiego desde finales de mayo.
Mientras David atiende a este periódico a pocos metros de la estación clausurada, una excavadora atraviesa la vía pública. En el poyete del edificio que da cobijo al suburbano, varios operarios charlan amistosamente o degustan un bocata. “Mucho trabajo. Estamos descando lo que podemos”, se limitan a comentar, ya que prefieren dedicarse a lo suyo y no explayarse en sus respuesta. Otros compañeros bromen en el banco frente a la boca de entrada, apurando su hiato laboral antes de continuar sus tareas subterréneas. Preguntado acerca de estos nuevos vecinos, David comenta que cuando se vayan hasta les echará un poco de menos: “Me mola esto de ir al super y cruzarme hombres llenos de polvo de arriba a abajo, la verdad”.