El bilingüismo ya no es consenso social: un cole de Sanchinarro se pasa al inglés entre protestas de las familias

Luis de la Cruz

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El Adolfo Suárez, en el barrio de Sanchinarro de Madrid, es un colegio peculiar: uno de los pocos públicos de la Comunidad de Madrid que integra Educación Infantil, Primaria y Secundaria (todo el recorrido excepto Bachillerato). Un centro inusitadamente grande, con buenas instalaciones (estudian 1080 alumnos) que siempre ha llevado a gala, hasta ahora, su modelo de enseñanza del inglés. No es bilingüe, pero tiene un programa propio de inglés, con cinco sesiones de idioma a la semana desde los tres años y profesor de apoyo de conversación. Un esfuerzo habitual en los colegios e institutos que deciden seguir defendiendo el uso del castellano como lengua vehicular en tiempos de bilingüismo que los llevó a construir un modelo didáctico del que se enorgullecían, y que llevó a matricular allí a buena parte de las familias del actual alumnado (en todo el distrito de Hortaleza no hay otro centro no bilingüe y, quienes quisieran evitar el modelo, tendrían que trasladarse a Alcobendas).

Sin embargo, los días del Adolfo Suárez como cole no bilingüe tienen los días contados. El pasado 13 de marzo salió publicado en el BOCM la implantación del programa bilingüe a partir del curso que viene, lo que ha soliviantado los ánimos de parte de las familias. Como muestra un botón, en la web del AMPA del centro puede encontrarse un sondeo previo a la votación del cambio en el Consejo Escolar en el que se manifestaron a favor 29 personas por las 129 que votaron en contra.

Para que un centro cambie al programa bilingüe de la Comunidad de Madrid debe aprobarse en Consejo Escolar por mayoría y luego ser aceptado por la Consejería de Educación (lo que siempre sucede). Al contrario del también polémico cambio de jornada (partida o continua), en este caso el voto de los representantes de las familias en el Consejo no suele tener incidencia, pues con el del equipo directivo y el claustro de profesores sale adelante.

En el caso del Adolfo Suárez el Consejo Escolar se produjo mediados de enero y la propuesta salió adelante sin quorum, ya que los representantes de los estudiantes no acudieron. El colectivo de docentes, por su parte, votó muy dividido: 36 estaban a favor del sí al bilingüismo y 34 del no a entrar en el programa. Muy empatado a pesar de que “el porcentaje de interinos en el centro es muy elevado, gente joven que habitualmente está más preparada para dar clases en el programa y que van a tener un complemento económico”, explica una madre del centro a este medio.

Las familias se enteraron de sopetón de la intención del centro de cambiar su naturaleza y, según explican, la dirección convocó el Consejo Escolar extraordinario donde se votó el cambio con menos de las 48 horas que son preceptivas según el reglamento (un miércoles a última hora les avisaron de que se celebraría el siguiente viernes a mediodía).

El Consejo no fue uno más. Diversas familias, algunas con silbatos, se reunieron en el exterior para mostrar su desacuerdo con cómo se estaban haciendo las cosas, a lo que la dirección respondió llamando a la policía, que identificó a varios padres y madres. Las familias han presentado a través del AMPA un recurso de alzada a la Dirección de Área Territorial y 300 firmas de padres y madres del colegio atendiendo a la falta de quorum y al incumplimiento del plazo de convocatoria del Consejo, sobre lo que aún no han obtenido respuesta. Ante el silencio administrativo, la abogada de la FAPA Giner de los Ríos (que aúna las Ampas y Afas de la Comunidad de Madrid) ha solicitado oficialmente una respuesta.

“El contacto con la directora es cada vez más difícil, se ha hecho menos accesible y ha dejado de atender nuestros correos electrónicos. En el único que ha contestado decía que haría siempre 'lo mejor para vuestros hijos ', pero claro, lo mejor para nuestros hijos nos gustaría elegirlo a nosotros”, explican familias del centro. Tras mucho insistir, la directora ha convocado una reunión informativa por teams el próximo día 30 de marzo, último día de clase antes de las vacaciones de Semana Santa.

Las familias descontentas no están necesariamente en contra del bilingüismo per se, pero creen que el modelo de inglés que tenían hasta ahora era satisfactorio y que el nuevo no se va a implementar adecuadamente. “Si tiene que entrar el bilingüismo que lo haga bien, solo para nuevas matriculaciones en infantil, porque si no yo siento que he estafado a la gente”, explica una madre, refiriéndose a la participación voluntaria de familias en las jornadas de puertas abiertas cantando las virtudes del modelo en vigor. Aunque el nuevo programa entrará gradualmente, niños escolarizados de forma no bilingüe pasarán al programa al cambiar de etapa, algo que sus padres no eligieron para ellos.

Algunas familias temen que la dirección esté recibiendo presiones de la Dirección de Área Territorial para aumentar las matriculaciones y pasarse al bilingüismo. Aunque Sanchinarro es un barrio con una cohesión socioeconómica alta, el Adolfo Suárez es para algunos vecinos del barrio –pese a no atender población precaria– “el cole de la zona pobre”, porque está situado en la parte donde hay más pisos de protección oficial. La maniobra podría estar dirigida a competir con otros colegios en atracción de familias de mayor nivel socioeconómico, vecinos del barrio contiguo de Valdebebas, quizá. “Puede que les salga mal la jugada, mucha gente de Valdebebas les trae precisamente porque es un colegio no bilingüe, para eso los llevarán a los bilingües que hay allí”, explica una madre del colegio.

El clima de convivencia en el centro de Sanchinarro se ha deteriorado con el conflicto abierto e, incluso, la dirección ha hecho amenazas veladas de dejar de permitir la organización de algunas actividades de conciliación que organizan las familias, como los Días sin cole. El Adolfo Suárez tiene una comunidad tradicionalmente muy implicada pero el conflicto, que ha llegado justo después del siempre desgastante proceso de votación por la jornada continua, está creando desapego entre las familias y el centro.

Este tipo de maniobras de competencia con otros centros suelen estar en la base de los cambios de centros al bilingüismo, según Francisco Serrano, docente y autor del documental La chapuza del bilingüismo. “Una de las razones por la que los centros quieren el bilingüismo es porque piensan que el alumnado que puede resultar conflictivo, con un nivel socioeconómico más bajo o con necesidades educativas especiales va a huir de esos centros y se va a ir a otros”, explica.

Recientemente, el instituto Emperatriz María de Austria, en Plaza Elíptica, pasó por el proceso y podría ejemplificar la dinámica. Allí, hay dos institutos juntos y, enfrente, también un concertado. Algunos sintieron la presión de no ser el último instituto en pasarse al bilingüismo y quedar presumiblemente como centro “de último recurso”. En este caso el claustro votó en contra y el cambio no se produjo pero no es habitual que equipo directivo y profesorado expresen distinto voto.

Desengañados del bilingüismo

El caso del Adolfo Suárez no es único. Cuando el programa se inauguró en algunos centros durante el curso 2004-2005, el consenso social era casi total. Varias generaciones de españoles frustradas con la enseñanza del inglés abrieron los brazos a una idea cuya música sonaba bien: aprender inglés a la vez que el resto de materias, cuando los niños, ya se sabe, son auténticas esponjas.

Sin embargo, la experiencia ha hecho que muchos docentes y familias se hayan ido descolgando del clima de entusiasmo por el modelo implementado en la Comunidad de Madrid. Los críticos se dividen entre quienes manifiestan que debería implementarse un “bilingüismo real”, más eficiente, y los que afirman que no hay razones pedagógicas para supeditar la mayoría de los contenidos escolares a la enseñanza de un idioma. Este año solo dos colegios en la Comunidad de Madrid han pedido engancharse al programa (uno de los centros, como hemos visto, con las familias en contra).

Serrano sintetiza las razones sociales y pedagógicas por las que muchos hoy en día se oponen al modelo:

“El bilingüismo simplifica los contenidos de las materias, subordinando todo al inglés. Además, está causando un problema de segregación importante. En un primer momento, muchos colegios se hicieron bilingües porque consideraban que iban a poder seleccionar alumnado. Los institutos igual, tienen las dos vías, con o son bilingüismo, (las llamadas Sección y Programa) que llevan en la práctica a separar a los mejores y a los peores alumnos. Se dedican más recursos a los que menos lo necesitan cuando debería ser al contrario. Y para los profesores es un experimento, como si te hicieran dar clase con una venda en los ojos. Puede haber profesores muy buenos y que también lo sean con los ojos vendados pero seguro que sin ella serían aún mejores”.

Las críticas coinciden con las que se pueden encontrar en informes como El Programa Bilingüe a examen. Un análisis crítico de sus fundamentos (Acción Educativa, 2017) o Evaluating a bilingual education program in Spain, un artículo científico que centra el foco en la segregación de clase que produce el programa, por la selección de los centros y la mayor posibilidad de dar apoyo a sus hijos de las familias con capital cultural y económico. El estudio constató el efecto negativo en el aprendizaje de la materia impartida en inglés para los niños cuyos padres no han cursado educación secundaria superior, y no encontró ningún efecto claro para el conjunto en matemáticas y habilidades de lectura, que se imparten en español

Cualquiera que haya pasado por el modelo sabe que el día a día está abocado a la excepción continua, en la que los propios docentes alternan en los cursos más bajos el uso de inglés y castellano para hacer viables las clases, aunque a veces se producen presiones para que esto no ocurra, advierte Serrano. “Hay de todo, he escuchado casos de directores que se ponen en la puerta para asegurarse que se dan las clases en inglés o de maestros a los que se ha amenazado con apertura de expediente por emplear el castellano en las clases”.

El bilingüismo madrileño es cada vez más cuestionado pero, en la práctica, es complicado escapar de él –hay pueblos, barrios y hasta distritos donde es difícil encontrar una opción no bilingüe– y su avance continua: este curso entró en el segundo ciclo de Educación Infantil. Mientras que la postura institucional es clara a favor de las virtudes del sistema, en los últimos años ha crecido una corriente de opinión crítica que anida en conversaciones entre familias y docentes, y empieza a movilizar a las familias en contra del sistema. La unanimidad que suscitó el bilingüismo se ha roto.