A mirarte con ternura
Yo aprendí desde pequeño
Porque tú eres gloria pura
Porque tú eres gloria pura
Cocidito madrileño
Muchas campañas publicitarias de Metro de Madrid llaman la atención de los usuarios y es habitual ver sus instalaciones viniladas para anunciar distintos productos. Pero la polémica salta cuando la empresa pública permite a las marcas cruzar el límite de cambiar los rótulos que marcan el nombre de cada estación para introducir allí marcas o lemas de las campañas.
Es lo que ha sucedido en la estación de Goya durante estos días, rebautizada en los carteles como parada de Goya NO, Gyoza SÍ tanto en los andenes de la línea 2 como en los de la línea 4.
“Poderoso caballero es don dinero. Un pintor sustituido por una empanadilla japonesa”, lamentaba el periodista José Cárdenas en X compartiendo una imagen que se convería en viral.
La campaña, financiada por una compañía de entrega a domicilio, era criticada por muchos usuarios de la red al entender que puede ser confusa. Algunos replicaban que era fácilmente distinguible la estación pero otros señalan que alguien no familiarizado con el nombre de las estaciones, como turistas o personas poco habituadas a viajar en el suburbano, podrían tener problemas con esta publicidad.
“Si los pilla Goya les hace un retrato de los suyos, sin piedad”, aseguraba RuffusTF después de vaticinar que “acabarán vendiendo el nombre de Madrid”.
Las agencias publicitarias pueden cobrar a sus anunciantes a partir de 45.000 euros por una campaña de este tipo durante un mes en el interior de Metro de Madrid, además de 17.500 euros como mínimo por el vinilado, aunque todo depende de la estación concreta, su afluencia y los metros cuadrados de vinilo necesarios. Del total presupuestado por las agencias, a la compañía del suburbano le llega un porcentaje.
Algunos usuarios de redes justifican las campañas para “pagar menos impuestos”, pero otros les responden con un futuro distópico en el que todos los medios de transporte estén patrocinados.
Hay incluso quien también afeaba al actor Antonio Banderas que hubiera entrado a anunciar una “mamarrachada de anuncio” en el suburbano, dentro de una campaña que se extendía también sobre tierra.
No es la primera vez que varios enclaves de la red madrileña sufren una customización polémica con posibles efectos en la usabilidad y la accesibilidad. Desde el polemiquísimo “vodafone Sol” a la invasión de Quevedo por parte del cantante Quevedo, por no hablar de la futura remodelación de la estación Santiago Bernabéu para convertirla en una especie de templo futurista merengue. O el renombre en inglés de la línea 1 por unos vaqueros.