Diez horas sin luz y solo dos de batería: el gran apagón de María después de casi 20 años conectada a un respirador

Fue el momento más crítico en los 19 años que ha vivido conectada a un respirador. María, que en una semana cumplirá 79 primaveras, amanece tranquila después de diez horas frenéticas. Esta vecina vive sola en un pequeño apartamento de Carabanchel alto, en Madrid, donde para moverse ha de subir y bajar de un cuarto sin ascensor. Su vida es mucho más complicada desde que a los 60 años le diagnosticaron EPOC, una enfermedad crónica que obstruye las vías respiratorias e imposibilita tomar oxígeno con independencia. Hay gente que necesita vincularse a una máquina asistida durante varias horas, pero su caso es más extremo: si se desconecta, no puede subsitir. Así que el gran apagón que este lunes dejó sin suministro eléctrico a toda España y más zonas de Europa alarmó desde el minuto uno a su familia.

“Mi abuela da dos pasos y se ahoga”, revela su nieta Andrea, un día después de mover cielo y tierra para buscar oxígeno en un país incomunicado. Este martes a mediodía, 24 horas después del apagón, el presidente del Gobierno reafirmó que por ahora “no descartan ninguna hipótesis”, pese a que Red Eléctrica Española no valora de momento la opción de un ciberataque. No obstante, Pedro Sánchez se ha comprometido a depurar “todas las responsabilidades de la REE o las compañías privadas” una vez concluya la investigación. Aunque la situación parece volver a una calma relativa, cuando a las 12.33 horas del lunes se fue la luz a María solo le quedaba una pequeña máquina de oxígeno con dos horas de batería.

Tanto su hija como su nieta se movilizaron de inmediato para ir a buscarla, pues el corte de suministro también afectó a las redes telefónicas e impidió hacer llamadas. Uno de los primeros retos que se encontraron al llegar a su casa fue cómo bajar a una anciana con un respirador desde un cuarto sin ascensor. El segundo, cómo contactar a un hospital saturado sin tener apenas cobertura. Como su abuela apenas podía moverse sin cansarse al instante solo salía de casa para asuntos indispensables, puntuales. Especialmente, ir o volver del médico. Andrea reseña que, solo para descender hasta la calle, pueden tardar a veces 20 minutos haciendo paradas largas en cada planta.

“Hay que ir muy despacio con ella, sobre todo al subir las escaleras luego: para una persona con problemas en los pulmones es un esfuerzo tremendo”, relata la nieta, que en ese momento era la única que pudo ir a buscarla para sacarla de casa. Lo hizo con una mano apoyada sobre su cuerpo y la otra, en la barandilla. Su madre regenta una administración de Loterías en el barrio y tuvo dificultades para moverse hasta allí. Muchos de los cerrojos en el local son automáticos y el caos inundó la jornada, por lo que tenía de miedo de que entraran a robar. “Al final, no nos quedó otra que arriesgarnos”, confiesa ahora su familia.

Una vez reunidas madre e hija, utilizaron la batería de sus coches para conectar el respirador de María y conseguir más horas de aire. La otra opción era ir al hospital más cercano y conectarla a una bomba de oxígeno mientras volvía el suministro eléctrico, pues los ofrecían para estos casos en las salas de espera de Urgencias. Y esto es algo que, analizando el asunto a posteriori, molesta a su familia. “No entiendo por qué a una persona con más del 80% de discapacidad no se le permite llevarse una bomba de oxígeno a casa y tenerla para emergencias”, lamenta Andrea, que asegura haber ido en alguna ocasión a un hospital solicitándolo y recibir una negativa.

Por el momento están tranquilas, ya que la situación parece algo más estable y no creen que se repita pronto. Pero nada asegura que otro día no surja alguna emergencia menor o similar. La situación de María, además, es muy delicada porque sus problemas de salud no solo se restringen a la necesidad de estar conectada 24 horas a una máquina de oxígeno: también tiene una hernia de hiato en el estómago, que afecta al flujo gástrico y la capaz de tragar. No pueden operarla porque al sedarla estando enchufada a la máquina exisistiría un alto riesgo que no está dispuesta a correr.

La Comunidad de Madrid llama a donar sangre: faltan reservas

Así, esperando, discurrieron las horas hasta que casi a las once de la noche volvió la luz al barrio. A lo largo del día, especialmente durante la tarde, el suministro fue restaurándose poco a poco en distintos puntos del país y luego, de la ciudad. La vuelta de la iluminación en las farolas o los colores de los semáforos causaron jolgorio y alegría entre los vecinos que observaban las calles o pasaban el día en una terraza. Cuando escucharon los gritos y aplausos no muy lejos se olieron lo que venía. Tuvieron suerte, porque la única alternativa que vislumbraron era hacer noche entre los vehículos y turnarse para vigilar a María. De hecho, llegaron a conectar unas horas a otro vecino mayor que necesitaba energía eléctrica.

El de esta vecina de Carabanchel alto no ha sido, ni de lejos, el único caso entre colectivos vulnerables para los que el apagón supuso un riesgo extremo. De hecho, la Comunidad de Madrid ha hecho un llamamiento a los madrileños para que acudan a donar sangre ante la caída de las reservas por los cortes de luz, en la cuenta atrás para el puente de mayo. En estos momentos, según informó el centro de transfusión en redes, los hospitales de la región requieren de donaciones de sangre de los grupos 'A-', 'B-' y '0-', todos en alerta roja por escasez. Las reservas del grupo '0+' se encuentran en nivel amarillo, con un llamamiento a la donación en los próximos dos o tres días, mientras que los grupos 'A+', 'B+', AB+' y 'AB-' está en niveles normales. “Nosotras seguiremos preocupadas porque hay personas para las que cualquier desliz puede suponer el desastre. Espero que no vuelva a ocurrir”, desea Andrea.