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El radar infalible que tiene España para cazar a quienes fingen parar ante una señal de stop

Héctor Farrés

6 de octubre de 2025 12:30 h

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El examen de conducir establece desde el principio que detener el vehículo ante una señal de stop es una exigencia básica. La maniobra forma parte de las faltas eliminatorias, lo que demuestra su peso en la evaluación práctica. Sin embargo, la costumbre posterior relaja la atención de muchos conductores, que terminan reproduciendo la parada incompleta aprendida por repetición.

Esa pérdida de rigor en la detención completa se ha convertido en una de las infracciones más extendidas en las carreteras españolas y, a su vez, en un foco constante de accidentes con víctimas. La reincidencia ha impulsado un nuevo sistema de control que transforma un gesto cotidiano en una comprobación automatizada de seguridad vial.

La Dirección General de Tráfico aplica desde mediados de 2023 un sistema de cámaras destinadas a vigilar el cumplimiento de las señales de detención obligatoria. La iniciativa incorpora dispositivos conocidos como radares de stop, aunque no miden velocidad. Su función consiste en registrar si el vehículo se detiene de manera completa justo antes de la línea o del punto marcado por la señal vertical o pintada en el pavimento. En caso de que esa referencia no exista, el Reglamento General de Circulación obliga a frenar antes de la intersección, sin invadir el cruce.

El objetivo es verificar el cumplimiento estricto de la señal R-2, descrita en el artículo 151 del reglamento. Cada registro obtenido se analiza en el Centro de Tratamiento de Denuncias Automáticas, donde personal especializado decide si procede abrir expediente sancionador.

La sanción llega tras un análisis detallado de cada grabación registrada

El control electrónico trabaja de manera continua. La cámara capta la aproximación del vehículo y el programa analiza los fotogramas para determinar si la detención es completa. Si el sistema detecta movimiento constante sin pausa total, genera una secuencia de vídeo con la matrícula visible y la envía al centro de revisión. Allí se comprueba la infracción y, si se confirma, se aplica la sanción correspondiente.

La multa por incumplir un stop asciende a 200 euros e implica la retirada de cuatro puntos del permiso de conducción. La misma penalización afecta a quienes realizan un amago de parada y convierten la obligación de detenerse en una simple reducción de velocidad.

Los dos primeros puntos de control se encuentran en la carretera CM-220, en el kilómetro 68,7, dentro de la provincia de Cuenca, y en la M-222, en el kilómetro 13,95, en la Comunidad de Madrid. Ambos operan de forma experimental para medir su eficacia en la reducción de siniestros.

La Dirección General de Tráfico estudia ampliar su implantación si los resultados confirman una mejora real. Los dispositivos se integran en la estrategia general de vigilancia y prevención, junto a los cinemómetros tradicionales y los controles de velocidad media.

Frenar por completo sigue siendo el gesto más sencillo para evitar tragedias

Las cifras de 2021, último año con datos completos de la Dirección General de Tráfico, registran 1.093 conductores implicados en accidentes con víctimas que desobedecieron una señal de stop. Esa magnitud justifica la aplicación de sistemas automáticos de comprobación.

Cada falta representa una interrupción en la lógica de seguridad que el examen de conducción intenta instaurar desde el principio. La memoria técnica del examen enseña que frenar por completo antes de la línea no es un gesto absurdo, sino una medida que evita colisiones en los cruces con visibilidad limitada.

Los especialistas de tráfico insisten en que detener el vehículo de forma absoluta, mirar a ambos lados y reanudar la marcha únicamente cuando la vía esté despejada constituye el procedimiento correcto. La norma exige reducir la velocidad progresivamente, frenar antes de la línea y mantener la detención sin movimiento alguno.

Los sistemas automatizados no hacen concesiones: cualquier desplazamiento detectado equivale a un incumplimiento. La vigilancia constante devuelve el sentido original de la señal y recuerda a los conductores que la destreza adquirida en el examen conserva plena vigencia en la carretera.

El hábito puede parecer mecánico, pero ese instante de detención marca la diferencia entre una infracción leve y una acción que salva vidas.