Jueces de papá

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Anda la judicatura revuelta. Han estado años con un halo de respetabilidad impoluta que les hacía caminar por la sociedad con soberbia y aires de suficiencia creyéndose que eran una casta de intocables, una élite superior, moral, social e intelectualmente. Eso se ha terminado. No hay respetabilidad cuando el mensaje mayoritario en el debate público es la defensa de sus privilegios y la negación acientífica de que las oposiciones para llegar a juez favorecen a quien tiene recursos y proviene de familias de clases acomodadas, lo que perpetúa la desigualdad social de acceso a la carrera. Son solo burgueses defendiendo los intereses de burgueses.

En los procesos de desclasamiento suele ocurrir que los individuos quieren tomar elementos de la clase a la que no pertenecen despojándose de los propios. Es un proceso muy tratado en la enajenación de la clase obrera, que tiende a ocultar su procedencia para intentar prosperar en ciertos entornos reservados a las clases dominantes. El objetivo es dejar la clase de origen. Sin embargo, el proceso que suele darse entre los miembros de la burguesía es intentar obviar sus privilegios y orígenes acomodados para transmitir un relato de esfuerzo y una procedencia humilde, para esconder que sus logros han sido conseguidos gracias al dinero de papá y los contactos familiares. Pero lo que se pretende es mantener la clase a salvo de injerencias proletarias cooptando el esfuerzo, que es una característica y un valor exclusivo de la clase obrera.

Esto suele ser habitual en las sagas de empresarios, pero se ha empapado en los miembros de la judicatura que quieren ocultar que sus orígenes acomodados en la mayoría provocan un sesgo conservador en los juzgados que intentan preservar y esconder para que no se pueda legislar y segar parte de esa brecha social. Los jueces de papá se ofenden porque se les dice que el acceso a la carrera judicial tiene un sesgo de clase que favorece a quien viene de familias acomodadas. Aunque lo nieguen, lo han tenido más fácil en la vida y es casi seguro que sin ese colchón habrían tenido que desistir al primer revés.

Los jueces de papá andan haciendo política desde los medios intentando engañar a la opinión pública con un discurso que narra el cuento de que estudiar en ICADE con matrícula de 12.000 euros al año no es un privilegio de niña rica cuando te lo paga papá ingeniero. Es habitual que quien nunca ha pasado estrecheces ni tiene una idea lejana de lo que son barreras de acceso a una mejor posición social crea que todo lo debe a su esfuerzo porque se levantaba temprano para coger el transporte público. Ni entiende ni concibe que quien proviene de la clase social mayoritaria, la trabajadora, no puede permitirse que papá le pague 12.000 euros al año de matrícula. No es preciso gastar tiempo en explicarlo, quienes sí provienen de la clase obrera saben de sobra cuáles son esas barreras y la situación a la que se enfrentan. No se espera de un privilegiado que asuma su ventaja. 

Desde la izquierda, como defensora ideal de los intereses de las clase menos favorecidas, es necesario defender la importancia de que una determinada clase social no se vea suprarrepresentada en un poder tan importante por el judicial porque eso produce una preeminencia de los valores de una élite que aspira a defender privilegios antes que impartir justicia. La izquierda no puede depender de aspirar a que la honradez o la profesionalidad de un juez sea la que determine la orientación y el equilibrio del poder judicial. Un gobierno de progreso tiene la obligación de transformar la máxima de que el banquillo del acusado es el banquillo del proletariado y eliminar el sesgo de clase asfixiante en la judicatura. El magistrado Carlos López Keller decía que “la burguesía no compra a los jueces; los hace”, y la clase determina la ideología de manera general. Una judicatura de clase social acomodada provoca una justicia conservadora, no es necesario poner ejemplos, por llamativos y numerosos, del sesgo conservador de las altas instancias de la justicia española cuando trata temas de carácter político.

Las resistencias de la judicatura a todo intento por democratizar y hacer más accesible a la clase trabajadora el acceso a la carrera judicial tiene que ver con la lógica resistencia de las clases dominantes a preservar sus espacios de poder lejos de los órganos de decisión democráticos. Mantener sus burbujas de decisión sin necesidad de someterlas a las lógicas democráticas permite que exista un poder del Estado copado por una clase que solo mire por sus intereses. Los jueces de papá van a resistirse, no es novedad.