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El Partido Socialista en Madrid: un barco a la deriva

Borja Suárez Corujo / Antonio Arroyo Gil

Miembros del colectivo Líneas Rojas —

El Partido Socialista se enfrenta a un serio riesgo de fracaso electoral en Madrid en las elecciones del próximo mes de mayo. No sólo por la frustración de volver a perder de forma clara unos comicios que hace algún tiempo parecía en condiciones de ganar de la mano de otras fuerzas, sino también por la posibilidad –cada vez más cierta– de no alcanzar ni siquiera el 20% del voto y de verse relegado al tercero puesto.

Muchos factores explican tan negras perspectivas. Ciertamente algunos tienen que ver con la trayectoria del PSOE a nivel nacional. Pero ahora quisiéramos centrarnos en aquellos que afectan directamente al PSM, en un ejercicio de lealtad hacia votantes y simpatizantes socialistas en Madrid que encuentran en el silencio (al menos, público) de gran parte de la militancia un motivo más para dar su apoyo previsiblemente a otras fuerzas políticas.

Una primera razón de la debilidad del PSM es que se trata de una organización esclerotizada, y la mejor prueba de ello fueron las “primarias fantasmas” para la designación de candidatos al gobierno autonómico y al ayuntamiento de Madrid. Los síntomas patológicos que denota ese frustrado proceso ya fueron objeto de crítica en su momento. Por eso, nuestra atención se dirige ahora a un segundo factor: el liderazgo agotado y tambaleante de Tomás Gómez.

Elección tras elección los resultados del PSM-PSOE en los últimos años no han hecho más que reducirse. Lo sorprendente es que esta pérdida de apoyos no se corresponde sólo con un periodo en el que el PP incrementaba o, al menos, mantenía su fuerza electoral; sino que esta hemorragia de votos también se viene produciendo desde que los populares empiezan a sufrir un fuerte desgaste como consecuencia del afloramiento de gravísimos casos de corrupción en su seno y de la aplicación de recetas neoliberales que tanto sufrimiento han causado a los ciudadanos. Sería injusto atribuir a Tomás Gómez toda la responsabilidad por este progresivo e imparable retroceso socialista, que tiene, sin duda, una dimensión colectiva. Pero políticamente es él, como secretario general de la organización desde hace más de siete años, el principal responsable del fracaso de la labor de oposición de los socialistas madrileños.

Por si lo anterior no fuera suficiente, resulta difícil negar a estas alturas que su pasada gestión al frente del Ayuntamiento de Parla amenaza también su candidatura. Más allá de que sea o no responsable jurídicamente de lo sucedido, Tomás Gómez debería ser consciente de que hay circunstancias de aquella etapa y de la que vino después que se convierten en poderosos instrumentos en manos de la derecha mediática y, en general, del resto de fuerzas políticas para lastrar irremediablemente sus resultados electorales. ¿O es que no queda seriamente tocada su credibilidad para criticar el despilfarro de Gallardón al frente del Ayuntamiento de Madrid o para exigir responsabilidades a Aguirre/González por los casos de corrupción acaecidos en la Comunidad de Madrid siendo ellos presidentes?

El PSM necesita urgentemente un proceso de renovación profundo. Y debe empezar cuanto antes. Si no lo hace, se expone a que los comicios de mayo sean devastadores. Devastadores para el PSM y, lo que es más grave, devastadores para muchos ciudadanos de Madrid, que comprobarán, una vez más, entre atónitos y resignados, la imposiblidad de tener una alternativa electoral progresista, seria, viable y creíble. ¿Es que no hay nadie en el PSM y/o en el PSOE que se esté dando cuenta de ello?

 

Suscriben también el artículo Erika Rodríguez, Mario Campano y José María Clemen

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