Lo mismo un burro que un gran profesor...

En las últimas elecciones autonómicas de Madrid quedó claro que la democracia moderna contiene en su seno una problemática que no puede resolver sin contradecir su esencia. Vale lo mismo el voto de quien prefiere el derecho a beber cañas en una terraza que el voto de quien defiende la sanidad de todos…; tiene que valer lo mismo para seguir siendo democracia. Pero que una persona contradiga de forma tan manifiesta una de sus necesidades más básicas e ineludibles, la sanitaria, deja a las claras que más que un voto libre y consciente se trata a mi juicio de voluntades secuestradas, de masas engañadas para apoyar a quien las mantiene indigentes, de alienación y otras perversiones similares. Es un problema. Ya lo decía Enrique Santos Discépolo en su famosa canción Cambalache…: “Lo mismo un burro que un gran profesor…”

En las últimas elecciones autonómicas de Madrid quedó claro que la democracia moderna contiene en su seno una problemática que no puede resolver sin contradecir su esencia. Vale lo mismo el voto de quien prefiere el derecho a beber cañas en una terraza que el voto de quien defiende la sanidad de todos…; tiene que valer lo mismo para seguir siendo democracia. Pero que una persona contradiga de forma tan manifiesta una de sus necesidades más básicas e ineludibles, la sanitaria, deja a las claras que más que un voto libre y consciente se trata a mi juicio de voluntades secuestradas, de masas engañadas para apoyar a quien las mantiene indigentes, de alienación y otras perversiones similares. Es un problema. Ya lo decía Enrique Santos Discépolo en su famosa canción Cambalache…: “Lo mismo un burro que un gran profesor…”