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Trabajar en la Junta de Andalucía en tiempos de COVID-19

María del Mar García Salvador

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Hay que aprender a vivir con el coronavirus. Es lo que nos están repitiendo por todos lados, aunque nadie te explica cómo hacerlo. En algunos ámbitos ese consejo parece sugerir que lo que tienes que hacer es asumir el riesgo de contagio en tu vida diaria y, como decía mi abuela, “que Dios nos pille confesados”. Lo que la prudencia y la sensatez nos aconseja es que deberíamos minimizar cualquier posibilidad de contagiar o de ser contagiados al retomar nuestras actividades.

Esto es lo que hemos hecho desde la Administración Pública Andaluza al instaurar el teletrabajo desde que se decretó el estado de alarma. A pesar de las dificultades, los y las empleadas públicas nos hemos esforzado por mantener los servicios públicos minimizando la circulación del virus. Por este motivo, no entiendo que a partir de la semana que viene se nos exija que nos incorporemos a nuestros puestos de trabajo incrementándose así el riesgo de propagación del virus. La mayoría de los centros de trabajo no disponen de la ventilación adecuada y dudo mucho que pueda cumplirse una separación de dos metros entre todos los puestos de trabajo.

¿No cortaríamos mejor la cadena de contagios teletrabajando? No es solo la salud de los que vamos la semana que viene a trabajar sino de la gente con la que coincidimos en el supermercado, en el transporte público, paseando, etc. Entiendo que la prioridad de la Administración, como la de cualquier otro empleador, es la de proteger la salud de las personas que trabajan para ella; sin olvidar, por supuesto, que se debe seguir atendiendo a la ciudadanía. Esto, además de ser de sentido común, es lo que dice la Organización Mundial de la Salud al recomendar el teletrabajo en el proceso de desescalada siempre que sea posible.

Estoy convencida de que la Junta de Andalucía es capaz de organizar sus recursos de otra manera de forma que garantice la seguridad y salud de las personas trabajadoras y, por tanto, de la ciudadanía andaluza en general.

Hay que aprender a vivir con el coronavirus. Es lo que nos están repitiendo por todos lados, aunque nadie te explica cómo hacerlo. En algunos ámbitos ese consejo parece sugerir que lo que tienes que hacer es asumir el riesgo de contagio en tu vida diaria y, como decía mi abuela, “que Dios nos pille confesados”. Lo que la prudencia y la sensatez nos aconseja es que deberíamos minimizar cualquier posibilidad de contagiar o de ser contagiados al retomar nuestras actividades.

Esto es lo que hemos hecho desde la Administración Pública Andaluza al instaurar el teletrabajo desde que se decretó el estado de alarma. A pesar de las dificultades, los y las empleadas públicas nos hemos esforzado por mantener los servicios públicos minimizando la circulación del virus. Por este motivo, no entiendo que a partir de la semana que viene se nos exija que nos incorporemos a nuestros puestos de trabajo incrementándose así el riesgo de propagación del virus. La mayoría de los centros de trabajo no disponen de la ventilación adecuada y dudo mucho que pueda cumplirse una separación de dos metros entre todos los puestos de trabajo.