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El estreno de Feijóo, a examen: lenguaje gestual nervioso, tono correcto y patinazo en Economía

Aitor Riveiro

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El pasado martes se produjo un hecho inédito en la historia democrática española. El Senado fue testigo por primera vez de un cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Alberto Núñez Feijóo, que llegó al liderazgo del PP tras descabalgar a Pablo Casado, ha tenido que recurrir a la Cámara Alta para poder confrontar con Pedro Sánchez, aunque sea un único debate al mes de apenas siete minutos. El estreno del gallego estuvo precedido de una gran expectación, trasladada a unos pasillos del Senado que no se habían visto en otra parecida en un buen puñado de años. Esa gestión de las expectativas fue, quizá, el primer y principal error que cometió Feijóo en su estreno

Así lo señala el profesor de comunicación política de la UPF-BSM, Toni Aira, en conversación con elDiario.es. “Fue un tanto exagerado”, dice el experto, quien recuerda que cómo se modulan las sensaciones previas es una de las claves del éxito en este tipo de eventos. En los días precedentes, el equipo de Feijóo señaló la importancia de la cita e informó de que el líder del PP se estaba empleando a fondo para preparar su intervención, con varias propuestas redactadas por Marta Varela, la speechwriter que acompaña al dirigente gallego desde hace años.

El problema con las expectativas es que “se pueden luego ver frustradas” si no se cumple con lo que espera el público, apunta Aira. En las horas previas al debate, El Mundo publicó una imagen de la portada de las “notas para el presidente”, confeccionadas por su equipo. La tapa del documento incluía una fotografía de la firma de los Pactos de la Moncloa, sellados por partidos y agentes sociales en plena Transición. 

Aira cree que el PP se excedió. “No es el debate del Estado de la Nación, es una pregunta parlamentaria”, apunta. Ni más, ni menos. Y, además, en un ecosistema al que Feijóo no está acostumbrado, tras 16 años en el Parlamento de Galicia, trece de ellos como presidente con mayoría absoluta.

Un entorno mucho más sencillo que un Senado donde, al menos en su primera vez, el líder del PP no estuvo cómodo, en opinión de Aira. “Estaba desubicado. No perdido, pero fuera de su hábitat natural. Se notó especialmente en la comunicación no verbal, apunta el comunicólogo. ”Es señal de nerviosismo general“, señala, aunque añade que ”es normal“ y que ”tiene que encontrar su espacio“.

El presidente del PP se trastabilló en varias ocasiones durante su intervención y, como señala Aira, no le sentó muy bien que el presidente de la Cámara Alta, Ander Gil, le advirtiera de que ya había consumido su tiempo justo en el tramo final de su última intervención, cuando mencionó a la vicepresidenta segunda y exrival en Galicia, Yolanda Díaz. Y eso que su equipo, posteriormente, reconoció que Gil había sido benévolo con Feijóo, ya que en las sesiones de control el tiempo está tasadísimo. En el Congreso no es poco habitual que Meritxell Batet deje a los diputados, o los ministros, con la palabra en la boca sin terminar.

El error de la prima de riesgo

Feijóo centró su primera intervención en el Senado en el asunto económico. Todo un clásico en el PP, como recuerda el politólogo Lluís Orriols. “Recurrió a los valores rectores del PP en las últimas décadas: economía e impuestos”, recuerda el profesor de la Universidad Carlos III. En eso, apunta, fue “eficaz”. “Son dos temas que pueden ser un valor añadido, que apelan al PP tradicional”, dice. El de las grandes mayorías del año 2000 y de 2011.

No era ningún secreto que el plan de Feijóo pasa por llegar a la Moncloa a lomos del caballo del descontento social por la extraordinaria crisis económica que vive Europa a causa de la guerra de Ucrania, acuciada ahora por el encontronazo entre España y Argelia a cuenta de las relación con Marruecos.

Pero el martes despejó del todo cualquier atisbo de duda. Nada de batalla cultural, eso es cosa de Isabel Díaz Ayuso y de Vox. Feijóo intenta hacer como que el partido ultra no existe y ha logrado encapsular a la lideresa en la Comunidad de Madrid. Galicia y Andalucía han tomado el mando del PP, controlan todos los resortes orgánicos, y han cedido para que ella controle el partido en la región. A Mariano Rajoy no le salió del todo mal con Esperanza Aguirre, aunque le costó bastantes disgustos y algunos pactos que luego pagó muy caros, como el que selló con Francisco Camps para ganar el congreso de 2008.

Aira coincide en que Feijóo quiso “ligar la marca PP con la buena gestión y la del PSOE, con las crisis”. El profesor de la UPF-BSM cree que el gallego enfocó bien el tema: cesta de la compra, subida de los carburantes y problemas para llegar a fin de mes. “Es un discurso clásico del PP, le va bien”, afirma.

Feijóo quiere presentarse así como un “gestor”: alguien que lleva desde 1996 en puestos de alta responsabilidad. De director del Insalud a presidente de Correos, pasando por presidente de la Xunta de Galicia. El orden natural de las cosas le debería llevar a la Moncloa. Si no tropieza. Y el martes, tropezó.

El presidente del PP dijo que la prima de riesgo había tocado los 250 puntos. “Prima de riesgo” es un concepto que inmediatamente retrotrae a la crisis financiera que estalló en 2008 y que se llevó por delante a José Luis Rodríguez Zapatero. El problema es que era mentira. Ese día España había colocado bonos a 10 años a un 2,5% de interés, es decir, 250 puntos básicos. La prima de riesgo mide la diferencia entre ese precio y el que paga Alemania por el bund, sus bonos a 10 años. 

Un desliz que desde el equipo de Feijóo achacaron posteriormente “a los teletipos” y al que intentaron restar importancia. Pero que para los dos expertos consultados por elDiario.es sí puede suponer un problema. “Daña el aura de gestor”, asegura Orriols. Y puede provocar cierta desconfianza ya que ha decidido “poner la economía en el foco”, lo que implica que es un tema que controla, “para luego equivocarse”. 

Aira coincide en que más importante que el error en sí es que socava el personaje que quiere construir el PP del Feijóo que administrará bien el dinero de los españoles. El Gobierno lo vio inmediatamente y ha golpeado en ese flanco. Al día siguiente, Pedro Sánchez usó de forma irónica el “lapsus” durante el largo debate monográfico del Congreso. La portavoz parlamentaria del PP contraatacó con el dato de la inflación alemana, que creía que Sánchez había dado mal. Pero no, en este caso, los asesores del presidente habían estado más atentos y tenían el número actualizado.

El PP, ¿partido de Estado?

La intervención de Feijóo estuvo “bien enfocada, pero no tan bien definida”. Y eso permitió a Sánchez salir airoso. Y en caso de tablas, dice Aira,“ quien gana es quien defiende el título”. 

“Feijóo no despejó la incógnita”, apunta Orriols, quien ha dejado escrito en elDiario.es que el nuevo líder del PP pone al partido en la competición.

Porque el segundo mantra de Feijóo es que el PP es un “partido de Estado”. Pero de momento, no ha alcanzado ningún pacto con el Gobierno. Ni siquiera para renovar un Consejo General del Poder Judicial en funciones desde hace más de tres años y cuyo bloqueo amenaza ahora al Tribunal Constitucional. El motivo esgrimido, sea real o no, son las elecciones andaluzas. Quizá no es el mejor de los argumentos para vender centralidad institucional.

“Sánchez fue eficaz al pedirle una prueba” de que realmente el PP iba a adoptar una posición de Estado, cree Orriols: “Hubo un buen tono, eso genera un efecto a corto plazo. No insultar es un cambio pero, ¿cuántas intervenciones puedes aguantar con que el tono marque si es o no un partido de Estado?”.

Feijóo hizo de la ausencia de insultos un eje de su discurso. Durante días, su equipo abundó en que quería marcar distancias con Sánchez en el estilo, huir del ambiente bronco que ha dominado la legislatura. Así lo dijo en su intervención inicial el propio Feijóo, que no dudó en meter en el saco a quienes fueron portavoces durante el mandato de Casado y que él ha decidido mantener en sus cargos. 

Pero Sánchez no entró entonces al trapo. Feijóo recurrió a la única parte más o menos áspera del debate, cuando el presidente le pidió al PP que no “estorbe” si no quiere apoyar las medidas anticrisis. Un poco de sobreactuación, en opinión de Aira, que sí cree que fue el mejor momento del gallego. “A Sánchez le viene bien contraponerse con un malísimo” como era Casado y es Santiago Abascal. “Cuanto más chillón y grosero, mejor lo tiene para ganar. Si delante no tiene a alguien que cumpla con un perfil histriónico, le cuesta más”, apunta. 

El PP también rebaja el impacto que puede tener la negativa de Feijóo a renovar los órganos constitucionales. Orriols concede que “los órganos constitucionales no le interesan a la gente” y que son “intrascendentes para la tertulia de café”. “Pero Feijóo se equivoca”, apunta inmediatamente. “El CGPJ es un síntoma, el más evidente, de si va a proyectar que el PP es un partido de Estado. Y los grandes acuerdos bipartidistas sí son importantes. El Poder Judicial en concreto, no; pero que no haya titulares de acuerdos entre los partidos, sí que entra”.

Feijóo no tendrá otra oportunidad de medirse a Sánchez en el Senado hasta después del verano. A diferencia del Congreso, en la Cámara Alta solo se celebran dos plenos al mes, y el presidente suele acudir a una de las sesiones de control. Julio y agosto son, en principio, meses inhábiles, por lo que salvo sorpresa, hasta septiembre el líder de la oposición no podrá demostrar si lo del miércoles fueron simplemente detalles por pulir fruto de la novedad o si el PP tiene, como algunos temían en las semanas previas, un problema para confrontar el Gobierno fruto de las circunstancias.