PERFIL

Fuentes Gago: de “chico de los recados” del PP en la Policía a espía contra Podemos con “mandato” de Rajoy

En la Policía, en cuanto empiezas a destacar, te colocan un cartel imaginario por el que pasas a “ser de alguien”: “Fulanito es de tal comisario” o “Menganito es muy de tal otro jefe”. Y así se reparten las lealtades que, según su fortaleza, le pueden sostener a uno toda la carrera profesional. O arruinarla. José Ángel Fuentes Gago (Santander, 1971) entregó su suerte al comisario que el PP eligió para dirigir la Policía en 2012, Eugenio Pino, a la sazón artífice de la brigada política. Y a sus órdenes participó en las maniobras contra la oposición que tuvieron lugar hasta 2016. Eso le valió para conseguir un destino de 10.000 euros brutos mensuales (y otros 10.000 para su mujer, también policía) en una embajada y una medalla pensionada. No está mal para una carrera más que discreta, entregada al sindicalismo de los mandos durante los seis años previos.

Pero ser “muy de Pino” empieza a tener ya consecuencias negativas para Fuentes Gago. El actual equipo de Interior lo cesó en su destino dorado en La Haya, al poco del cambio de Gobierno, para enviarlo a una mesa a desempeñar tareas burocráticas. La medalla roja de la etapa de la policía política, a pesar de ello, sigue arrojando su paga mensual. Con todo, el auténtico problema de Fuentes Gago se llama caso Villarejo: el inspector jefe ha sido imputado por su presunta participación en el espionaje a Bárcenas con fondos reservados. Dos semanas después vuelve al centro de la polémica con una grabación en la que ofrece un pacto a un disidente chavista para perjudicar a Podemos en plena disputa electoral de 2016. Fuentes Gago dice que tiene un “mandato” de Jorge Fernández Díaz y de Mariano Rajoy. La publicación recuerda al policía el hueco que tiene reservado en el archivo de 40 terabytes que Asuntos Internos le intervino al rey de las cloacas.

La combinación de casi dos metros de altura con un rostro neutro, algo aniñado, y la voz ahogada, con un punto eucarístico, sitúan a Fuentes Gago próximo a la popular figura del bonachón. Cuesta imaginarlo en su época en la Brigada Provincial de Información en Vizcaya de los noventa, combatiendo a una ETA especialmente activa. En aquella brigada, Fuentes Gago fue compañero y amigo de Eduardo Puelles, el último policía nacional asesinado por ETA, en 2009. Cuando Puelles falleció, Fuentes Gago andaba en otras ocupaciones muy distintas. Llevaba tres años al frente del Sindicato Profesional de Policía (SPP), el que representa a los mandos, y se conjuraba para cambiar la “politizada” policía del PSOE en cuanto el PP llegara al poder.

Para conocer cómo Fuentes Gago se situó en el epicentro de la brigada política hay que centrarse en su etapa sindical. El inspector jefe colaboraba activamente con el Partido Popular en materia de seguridad siendo líder del SPP. O lo que es lo mismo, suministraba material para que fuera lanzado contra Rubalcaba. La relación con Ignacio Cosidó era estrechísima, según atestiguan los testimonios recabados de la época. Era su “chico de los recados”, dice alguien destinado en la Dirección General de la Policía entonces. Así que cuando cambió el Gobierno y hubo que nombrar una cúpula policial, el jefe del SPP habló: Eugenio Pino debía ser el director adjunto operativo de la Policía. Para su otro amigo relevante, Enrique Barón, quedaba el segundo puesto más relevante, el de jefe antiterrorista. 

Por aquel entonces, Fuentes Gago era todavía “muy de Barón”. El comisario Enrique Barón había sido el jefe superior en Euskadi, después ocupó ese cargo en Madrid, se fue a trabajar con Francisco Granados a la Consejería de Educación y regresó para que el PP lo hiciera comisario general de Información. Barón fue el único miembro de la Junta de Gobierno que se enfrentó al poder omnímodo de Eugenio Pino. Nuestro protagonista quedó atrapado en la disputa entre ambos. Pero no durante mucho tiempo. En unos meses, el inspector jefe pasó de ser el gran defensor del comisario Barón a ser “muy de Pino”. Una historia de policías (españoles).

Fuentes Gago había abandonado la vida sindical para regresar al servicio activo en el tranquilo destino de Santander, su lugar de origen, cuando Pino lo llamó para que se convirtiera en su mano derecha en Madrid. En comisión de servicio comenzó a cobrar las dietas de tener un puesto a 500 kilómetros de su verdadero cometido. Arrancaba la legislatura de Rajoy y la brigada política se constituía mirando a Catalunya y su proceso soberanista. Eugenio Pino es un hombre de convicciones que sabe tratar a su gente: quien lo había colocado al frente de la Policía debía estar a su lado.

Los suyos, los de Pino, siempre deben ser recompensados, según el ideario del jefe policial. Ya sea cobrando unos sueldos estratosféricos en embajadas o luciendo pechera llena de medallas remuneradas. La excusa con Fuentes Gago es que necesitaba de sus conocimientos jurídicos -es licenciado en Derecho- y de su experiencia en el SPP para lidiar con los sindicatos. Pero el trabajo periodístico primero y ahora la investigación judicial demuestran que Pino tenía reservadas otras ocupaciones para Fuentes Gago.

El “chico de los recados” que llegó a espía ha negado siempre su participación en las misiones extrajudiciales para salvar a España, primero de los separatistas y luego de los “rojos” y antisistema. Pero a cuatro días de las elecciones del 26 de junio, publico.es reprodujo extractos de una grabación en el despacho del ministro del Interior en la que el exdirector de la Oficina Antifrau, Daniel de Alfonso, le ofrecía toda su colaboración para torpedear el proceso separatista. Ambos hablaban con naturalidad de “José Ángel” al que reconocen muñidor del encuentro en el que los interlocutores conspiraban contra políticos separatistas. “Cuando termine yo de hablar contigo, ministro, se lo diré a José Ángel [Fuentes Gago], que sabe que puede confiar en mí. Joder, si tenéis algo dádmelo. Dámelo. No os queméis vosotros sacándolo en la prensa, que aparezca siempre la UDEF, que os va quemando, que parece un ataque… coño, dámelo y ya lo sacaré yo, ya lo investigaré yo y lo daremos”, afirma De Alfonso.

El Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz se vio obligado a abrir sendas investigaciones internas cuando El País publicó el patrimonio millonario del comisario Villarejo y la cadena Ser y El Mundo reprodujeron un extracto de la conversación mantenida entre el policía e Ignacio González, a cuenta del origen del lujoso ático de este último. El elegido para dirigir esas pesquisas sobre Villarejo fue Fuentes Gago. Ni Régimen Disciplinario ni Asuntos Internos. Y lo fue a pesar de que ambos trabajaban juntos en la Dirección Adjunta Operativa de Pino y el investigado era de un rango superior al investigador. Fuentes Gago concluyó que no había incompatibilidad alguna entre la actividad empresarial de Villarejo y su puesto de funcionario en la Policía. La Operación Tándem demostraría dos años después que ese entramado era una pieza fundamental de la presunta organización criminal liderada por Villarejo. El inspector jefe tampoco vio nada punible en la filtración del audio que acabó con la carrera política de González.

Así las cosas, la declaración de Fuentes Gago ante la comisión de investigación del Congreso que abordó la policía política se debatió entre la confusión y la mentira. Él se presentó como una especie de asistente de Pino cuya misión era relacionarse con los sindicatos policiales, “asuntos de tipo legal”, acompañar a Pino y “cualquier otra cuestión dentro de las competencias de la DAO”. Y en esas “competencias” cabía todo, según relató con naturalidad. Los diputados le escuchaban con una documentación remitida por Interior que reflejaba un viaje del inspector jefe a Suiza, en un avión del Cuerpo, tres días después de que el banco suizo USB desmintiera la información de El Mundo de que Xavier Trias tenía una cuenta allí y que la Fiscalía archivara su investigación previa. Según Fuentes Gago, su viaje consistió en “acompañar a verificar” la información falsa obtenida con anterioridad.

Cuando Fuentes Gago viajó en secreto a Nueva York a ofrecer un pacto al exministro de Industria de Venezuela Rafael Isea, por orden de Rajoy y Fernández Díaz, ya no estaba destinado en Madrid. Pino lo había enviado de agregado de Interior a La Haya para que se embolsara 10.000 euros brutos mensuales, los mismos que su mujer, a la que el director operativo destinó en la misma ciudad unos meses antes. A pesar de ello, seguía contando con él, vía pago de dietas, para encargos como el viaje a Nueva York en la misión extrajudicial contra Podemos. En el Congreso, Fuentes Gago insistió en que nunca existió “una brigada política”. Sobre su trabajo en la DAO, aseguró: “Yo aquí soy un soldado”. “Usted se parece más a Torrente que a Bond”, le replicó Gabriel Rufián.