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El PSOE fía los presupuestos a Ciudadanos mientras Unidas Podemos aún apuesta por convencer a ERC

Pedro Sánchez ya tiene todas las cartas sobre la mesa. Tras dos días de conversaciones con las fuerzas políticas, el presidente ha constatado que tiene posibilidades de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2021, de cuyas líneas maestras todavía no hay noticia. De hecho, a juzgar por las declaraciones públicas de los portavoces parlamentarios, el Gobierno podría incluso hallar dos vías distintas para sacar adelante las cuentas públicas y, con ellos, oxígeno para una legislatura larga pese a gobernar en minoría. La parte socialista del Ejecutivo fía la aprobación de las cuentas a Ciudadanos, en quien ha encontrado un socio inesperado por el viraje que ha dado Inés Arrimadas durante la gestión de la pandemia. Ella es quien más garantías ha dado a Sánchez a la hora de negociar el proyecto. Pablo Iglesias y Unidas Podemos confían todavía en convencer a ERC y piden priorizar a los aliados de la investidura como fórmula, además, de dar estabilidad al futuro de la coalición. En ese grupo incluye a las formaciones que votaron a favor y que se abstuvieron –como ERC y EH Bildu–, aunque desde Unidas Podemos ven factible atraer a los cuatro diputados de JxCat que se han mantenido fieles al PDeCAT en su guerra interna.

El Gobierno hace un llamamiento a todos los partidos por igual para que se sienten a negociar unas cuentas que considera vitales para la recuperación de una crisis inédita por una pandemia, tras haber gobernado los dos últimos años con los presupuestos prorrogados que diseño Cristóbal Montoro en 2018. “El objetivo de estas reuniones ha sido ampliar la base parlamentaria para conseguir un acuerdo presupuestario de conjunto, sin exclusiones, en beneficio de toda la ciudadanía, que permita afrontar las grandes transformaciones que necesita el país y gestionar los fondos europeos para la reconstrucción. Cuantos más, mejor”, señalaba Moncloa en un comunicado al concluir la ronda de Sánchez con los grupos políticos de la que solo Vox quedó fuera, dado que Santiago Abascal se niega a reunirse con el presidente, al que ha anunciado una moción de censura.

La ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, pidió a los partidos que afronten esta negociación desde un prisma distinto, que abandonen el “esquema” tradicional de una negociación presupuestaria dada la situación. “No se trata de elegir en términos clásicos cómo uno aborda o no aborda la negociación con una formación u otra. Se trata de hacer un llamamiento general a todas las formaciones para que cada uno pueda contribuir con su talento –dijo tras la reunión de Sánchez con Gabriel Rufián, que condicionó su eventual apoyo a voluntad de diálogo con la Generalitat y sobre todo a la desaparición de Ciudadanos de la ecuación–. Me sentaré con todos que no se han autoexcluido, pero incluso con los que se autoexcluyeron seguiré insistiendo”.

Montero descartaba así abandonar la vía de Ciudadanos, que es un camino que Moncloa empezó a explorar este verano a raíz de su apoyo a las prórrogas del estado de alarma cuando ERC se negó a apoyarlas y la oposición de PP y Vox amenazaban las medidas urgentes para contener la pandemia. La relación –pilotada por la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños– se mantuvo durante el verano. Fuentes gubernamentales admiten que Arrimadas es quien más disponibilidad ha mostrado para apoyar las cuentas y la que mejor ha adaptado su posición política a la actual situación.

“Nos resulta muy difícil negociar con este Gobierno, pero, ¿qué español no ha tenido que hacer algo difícil en los últimos meses sabiendo que era necesario? ¿Cómo no lo vamos a hacer desde la política? Necesitamos unos presupuestos moderados que incorporen las ayudas europeas”, sentenció la líder de Ciudadanos tras su encuentro con Sánchez.

Con el respaldo de Ciudadanos, el Gobierno necesitaría a otras formaciones minoritarias para sacar adelante los presupuestos. Así, hay varios grupos que no han mostrado su veto explícito a la formación de Arrimadas y con los que el Ejecutivo podría sortear el primer test superando las enmiendas a la totalidad. A los 155 diputados de PSOE y Unidas Podemos, se tendrían que sumar los 10 de Ciudadanos, los seis del PNV y algunos de grupos pequeños, como Más País, Compromís, Teruel Existe, BNG, Partido Regionalista de Cantabria, Coalición Canaria, y Nueva Canarias, aunque no todos ellos serían necesarios para lograr la mayoría necesaria y serviría un juego aritmético en el que cabrían las abstenciones de algunos de ellos.

Esas formaciones no han mostrado un rechazo frontal al posible cambio de alianzas que planea Sánchez respecto a su investidura. El PNV sí le ha trasladado que sería “lógico y coherente” apoyarse en el bloque que hizo presidente a Sánchez. Sin embargo, Iñigo Errejón y Joan Baldoví han manifestado que el “no hay que poner el quién delante del qué”. EH Bildu, que advirtió en reiteradas ocasiones a Sánchez de que tendría que elegir entre las fuerzas de izquierdas o Ciudadanos, no ha hecho una referencia explícita en esta ocasión tras la reunión de la portavoz, Mertxe Aizpurua, con el presidente. “Se han emplazado a seguir dialogando en las próximas semanas”, se limita a decir la nota enviada a los medios.

ERC sí exige que Ciudadanos desaparezca de la ecuación para un hipotético apoyo a los presupuestos. “Ciudadanos no es que sea incompatible con nosotros, es incompatible con la izquierda”, advirtió el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, que apeló a la “incomodidad” que le genera a Unidas Podemos esa negociación. “Pactar con Ciudadanos es muy goloso hoy, es mucho más sencillo desde el más frío pragmatismo. Lo único que te pide Ciudadanos son más banderas. Pero a veces lo más sencillo no es lo mejor para la gente”, sentenció. Sin embargo, en la parte socialista del Gobierno consideran que ERC es imprevisible –aún tienen en la retina la ruptura del diálogo en la legislatura pasada en plena negociación presupuestaria, que conllevó la presentación de una enmienda a la totalidad por parte de los republicanos y con ella el fracaso de las cuentas y el adelanto electoral–. Y más recientemente su rechazo a los decretos de alarma. Además, las distintas sensibilidades dentro del republicanismo catalán también inquietan a los socialistas, que consideran que la posición de ERC, sumida en una interminable precampaña electoral, es imprevisible hasta que Catalunya tenga nuevo gobierno.

Sin embargo, la vía Ciudadanos no es el plan del vicepresidente segundo y líder de Podemos, Pablo Iglesias, que sostiene que acordó con Sánchez en la reunión en la que aparcaron las discrepancias y dieron el pistoletazo de salida a la negociación presupuestaria un “orden de cordura y cortesía parlamentaria” a partir de que sellen el borrador en las próximas semanas. Ese esquema que Iglesias esbozó en una entrevista en Al Rojo Vivo (La Sexta) pasa por hablar primero con los grupos que apoyaron la investidura, luego con los que se abstuvieron y, en último lugar, con “el bloque de la derecha y las formaciones del 'no'”. “Es de cajón de madera de pino”, expresó el vicepresidente, que mostró su preferencia por “cuidar la mayoría que dio la investidura” y que es, a su juicio, “la única que garantiza la estabilidad de este Gobierno”.

Los diputados fieles al PDeCAT entran en los cálculos

Fuentes de Unidas Podemos aseguran, además, que hay posibilidad de evitar que las cuentas tengan el sello de Ciudadanos. En ese cálculo aparecen ahora cuatro diputados que hasta hace una semana se daban por descartados. Se trata de los cuatro parlamentarios del PDeCAT. Hasta este jueves y pese a la guerra abierta entre este partido y la nueva formación creada por Carles Puigdemont, la dirección del PDeCAT no se planteaba un cambio de estrategia en Madrid ni votar distinto de lo que puedan hacer sus cuatro compañeros que sí se han pasado a Junts. Pero este jueves, después de que el president, Quim Torra, haya destituido a la única consejera del PDeCAT que estaba en el Govern, las cosas han cambiado. La dirección ha anunciado que convocará a sus diputados tanto en el Parlament catalán como en el Congreso y Senado, para definir “su papel ante el próximo curso”.

Se da por hecho que los cuatro parlamentarios afines a Puigdemont no apoyarán los presupuestos puesto que la estrategia que han seguido durante toda la legislatura es la de mantener la confrontación con el Gobierno. Ahora la duda es si los cuatro diputados del PDeCAT virarán hacia una posición menos dura para acercarse al electorado centrista que pretende retener la formación que dirige David Bonvehí. Los partidos catalanes están ya con la mirada puesta en unas elecciones que aún no tienen fecha pero que no serán antes del próximo mes de febrero y eso condicionará también sus movimientos en el Congreso. Por el momento, la portavoz de JxCat, Laura Boràs, ha insistido en que una hipotética negociación con el Gobierno sobre los presupuestos debe conllevar que la mesa de diálogo con Catalunya incluya el derecho a la autodeterminación de Catalunya, que es una línea roja para los socialistas. En Unidas Podemos creen que si esos cuatro diputados se mueven podrían arrastrar a ERC, para que todos apoyasen las cuentas, a cambio de lograr contrapartidas para Catalunya.

Montero, que pilotará las negociaciones de los presupuestos por la parte socialista del Gobierno junto con el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, insiste en que hablará con todas las formaciones políticas, aunque no ha detallado un calendario concreto. De hecho, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, desveló que tiene una reunión prevista con la ministra de Hacienda la próxima semana. Tras el encuentro de Sánchez con Arrimadas, Montero aseguró que las conversaciones con Ciudadanos empezarían de inmediato. La intención del Ejecutivo es pactar internamente un borrador lo antes posible y llegar a presentarlo en “tiempo y forma”, es decir, el 30 de septiembre, aunque Hacienda no quiere pillarse los dedos dando una fecha concreta.