Sánchez reivindica la paz social y los pactos con Bruselas ante el 'no' de las derechas a la reforma de las pensiones

Andrés Gil

Mascate (Omán) —

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“Nos esperaban en el fallo”, afirma Pedro Sánchez. “Era un matchball”, apostilla el presidente del Gobierno en conversación informal con los periodistas en el avión que le traslada a China para reunirse con el presidente Xi. La reforma de las pensiones que se aprueba este jueves en el Congreso llega con el aval previo de la Comisión Europea y un clima de paz social que contrasta con el decretazo de Emmanuel Macron para aprobar una reforma de las pensiones que recorta derechos, al contrario de la española, que los recupera. 

La reforma saldrá adelante con la mayoría de investidura y con el voto en contra de las derechas –PP, Vox y Ciudadanos–, uno de cuyos líderes, Alberto Núñez Feijóo, se dedicó la semana pasada en Bruselas a respaldar el pensionazo de Macron y a criticar por todos los despachos del edificio Berlaymont –sede de la Comisión Europea– al Gobierno español.

El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, pidió incluso a Feijóo una oposición “constructiva”, que, sin embargo, se traducirá este jueves en un nuevo 'no' del PP español a un acuerdo del Gobierno de coalición con la Comisión Europea, presidida por una líder del PP europeo, Ursula von der Leyen –lo cual no es argumento suficiente para Feijóo–.

Pero las paradojas no se acaban aquí. 

La reforma de las pensiones que se aprobará este jueves comportará unos 10.000 millones de euros de los fondos de recuperación europeos. Será después de que pase por todos los trámites parlamentarios, se publique en el BOE y supere el correspondiente examen de la Comisión Europea y los Estados miembros –previsiblemente llegarán a finales del segundo semestre– cuando España solicite el desembolso del cuarto tramo del NGEU–.

Entre tanto, Bruselas se dispone a depositar en el Tesoro en las próximas horas otros 6.000 millones, correspondientes al tercer tramo.

Así, España llevará recibidos, al final de esta semana, un total de 37.000 millones de euros del Next Generation EU. 

Mientras, Italia, cuyo Gobierno lidera Giorgia Meoloni, del ultraderechista Fratelli D'Italia, con el apoyo del aliado del PP en Italia, Silvio Berlusconi, ha visto, también esta misma semana, cómo Bruselas le bloqueaba el primer desembolso –sí, el primero, y España ya lleva tres– por falta de confianza en las reformas propuestas y en su capacidad para cumplirlas.

“Son reformas que justifican una legislatura”, afirma Pedro Sánchez sobre la reforma laboral y la de las pensiones en el vuelo de Madrid a Boao –el Davos asiático–, primer tramo de un viaje oficial a China en el que se reunirá este viernes con el presidente, Xi, además del primer ministro, Li.

Agenda social del Gobierno de coalición

El presidente del Gobierno entiende que estas reformas demuestran que “se avanza en la agenda social pese a dificultades”, y considera que es un activo de la coalición entre PSOE y Unidas Podemos. “Es la primera vez, en un contexto inédito, que se produce un entendimiento entre izquierdas. Hemos demostrado estabilidad política, que hemos sido eficaces y todo ello con paz social”, explica Sánchez.

En un momento de incertidumbre por la pandemia, la guerra y las crisis generadas por la guerra, el primer Gobierno de coalición desde hace más de ocho décadas sigue sacando adelante votaciones fundamentales con la mayoría de izquierdas de la investidura. En 2013 la ciudadanía salió a la calle por las pensiones y la reforma laboral. Y ahora hay paz social y acuerdos con Bruselas, recuerda Sänchez, quien argumenta: “La ciudadanía ha entendido que el contexto de la política española es como el europeo, y vamos a formas de gobierno de coalición por la fragmentación parlamentaria y porque los partidos minoritarios también quieren formar parte de los Gobiernos. Yo tuve que asumirlo. Vox ha dicho que quiere entrar en el gobierno, pero la izquierda tiene una candidatura más competitiva que la derecha, con sus debilidades y extremosidades [parafraseando a Ramón Tamames]”.

Sánchez, además, ha expresado su apoyo a su ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, después de que la justicia haya dado la razón al coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, quien recurrió su destitución. Marlaska le apartó de la comandancia de Madrid en 2020 por “pérdida de confianza” y ahora el Supremo obliga a restituirle en su puesto.

Por otro lado, el presidente ha calificado como “temas más del pasado que del futuro” la imagen de este martes de la eurodiputada Clara Ponsatí, ex consellera de Carle Puigdemont, detenida en Barcelona y puesta luego en libertad con los cargos de desobediencia. El presidente del Gobierno también expresó su confianza en que el regreso de Puigdemont sea fruto de una euroorden, y reclamó políticas “que reencuentren a la gente” en Catalunya.

Viaje a China

El viaje a China, con escala en Omán, se produce justo cuando se cumple un año de la cumbre UE-China del 1 de abril de 2022 que acabó con caras larguísimas de Ursula von der Leyen y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. La guerra en Ucrania llevaba poco más de un mes, y la UE buscaba en China un actor capaz de frenar la invasión de Vladímir Putin. Pero eso no se produjo.

Las relaciones con China y la UE ya llegaban calientes, hasta el punto de que el Acuerdo de Inversiones (CAI) había sido bloqueado por el Parlamento Europeo después de las sanciones chinas a eurodiputados por su posición con respecto a las violaciones de derechos humanos en Xinjiang. Además, estaba abierto el frente con Lituania, país de la UE sancionado por China por haber reconocido un estatus diplomático a una delegación de Taiwan.

En ese contexto de de frialdad, la OTAN señala en junio en Madrid a China como un “desafío” y los líderes de la UE deciden en octubre elevar el tono con China, justo en vísperas de una visita de Scholz al país muy criticada por el resto de aliados europeos.

Pero los equilibrios geopolíticos y geoeconómicos se mueven. Es evidente que China no va a dejar de considerarse un aliado de Moscú, y también es evidente que la guerra en Ucrania, que va camino de 14 meses, va para largo. Así como es evidente que China es un hegemón, con cada vez más presencia e influencia en África y América Latina en un sistema mundo en el que la Unión Europea busca su sitio, eso sí, manteniendo su sintonía con Washington y el vínculo transatlántico.

Y China está invitando a líderes europeos, y los líderes europeos están empezado ir, empezando por Sánchez.

Sánchez llega antes de que lo hagan el presidente francés, Emmanuel Macron, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, entre otros –también se habla de que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, viaje en las próximas semanas a China–.

Así, el presidente del Gobierno llega a China cuando se cumplen 50 años de las relaciones diplomáticas entre los dos países y en correspondencia a la visita de Xi a España en 2018, y a petición de éste después de haber dado impulso a la cita cuando se vieron en Bali en el G20 el año pasado.

En las reuniones que mantendrá Sánchez con las autoridades chinas se hablará de las relaciones bilaterales –comercio, turismo–, pero también de las relaciones con la UE, del plan de paz de Zelenski y del plan de paz de China.