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Eugenesia buena, eugenesia mala

Existen 2 tipos de eugenesia: la positiva fomenta la reproducción de los considerados “más aptos”; la negativa trata de evitar la reproducción de los considerados “menos aptos”. Aunque al hablar de eugenesia solemos pensar en humanos, no hay que olvidar que estas prácticas también se han realizado con plantas y animales desde prácticamente el inicio de los tiempos (si no, no estaríamos donde estamos).

Los babilonios mejoraban las características de sus caballos en cada generación, también los chinos cruzaban especies de arroz para lograr un alimento mejor. Entre los humanos, el tabú del incesto o la prohibición de que las personas con ciertas enfermedades se casasen y tuvieran hijos es una muestra de la eugenesia. Hasta hace muy poco aquellos de “sangre azul” eran emparejados con sus iguales para mantener la “pureza”. Ya Platón escribió en La República:

La eugenesia negativa siempre tuvo sus defensores. Aristóteles escribió en su Política:

Fue Galton quien dio a estas costumbres un marco teórico (o pseudoteórico). Después llegaron los nazis y dieron una vuelta de tuerca. Las esterilizaciones forzosas, los asesinatos en masa de retrones y los experimentos aberrantes han hecho que la palabra eugenesia nos remita de forma instantánea a Adolf Hitler y sus secuaces (Estados Unidos puso en marcha estas prácticas desde inicios del siglo XX, pero suele olvidarse).

Ahora la eugenesia no es tan tosca. Ahora es posible mejorar los genes de tus descendientes mediante la ciencia. En estos momentos, China aplica con afán la ingeniería genética.

Recupero unos párrafos que escribí en un artículo llamado Transhumanismo: los arquitectos del futuro:

Para mí, la modificación genética no consiste en una sucesión de atrocidades dirigidas a cumplir los delirios de un dictador. La modificación genética podría evitar un buen puñado de enfermedades (como la de mi socio). Yo estoy a favor de esta última posibilidad. Cuando es el Estado el que decide quién nace y quién no… eso es otro cantar.

También hay quien utiliza la modificación genética para dar a luz a hijos retrones. De ello hablaré en el siguiente post.

Existen 2 tipos de eugenesia: la positiva fomenta la reproducción de los considerados “más aptos”; la negativa trata de evitar la reproducción de los considerados “menos aptos”. Aunque al hablar de eugenesia solemos pensar en humanos, no hay que olvidar que estas prácticas también se han realizado con plantas y animales desde prácticamente el inicio de los tiempos (si no, no estaríamos donde estamos).

Los babilonios mejoraban las características de sus caballos en cada generación, también los chinos cruzaban especies de arroz para lograr un alimento mejor. Entre los humanos, el tabú del incesto o la prohibición de que las personas con ciertas enfermedades se casasen y tuvieran hijos es una muestra de la eugenesia. Hasta hace muy poco aquellos de “sangre azul” eran emparejados con sus iguales para mantener la “pureza”. Ya Platón escribió en La República: