“Ya era hora después de 520 años”. Lo dice Carmen Vargas, la catedrática de Microbiología que acaba de hacer historia al proclamarse como la primera rectora de la Universidad de Sevilla. Es también la primera persona –en más de dos décadas– que ocupa el sillón del Rectorado de la Hispalense tras ser elegida por sufragio universal ponderado.
Hija de comerciantes de Sanlúcar la Mayor, Vargas se define como “cercana” y “firme defensora de la universidad pública”, a la que atribuye la base de su propio recorrido académico y vital. Ahora, hereda una institución tan grande como una ciudad –con más de 70.000 miembros y un presupuesto anual de 634 millones de euros–, de enorme prestigio, pero marcada también por viejas inercias y por las críticas a la gestión del equipo de su predecesor, Miguel Ángel Castro, del que formó parte como vicerrectora de Proyección Institucional e Internacionalización durante 12 años.
Con el afán de “transformar” la institución y desarrollar sus propias estrategias, Vargas afronta el reto de liderar una nueva etapa en la universidad, que conjugue la estabilidad de un modelo consolidado con la regeneración que buena parte de la comunidad universitaria viene reclamando. Su nombramiento se ha hecho definitivo este viernes 14, tras las elecciones del pasado lunes 10, culminando así un proceso electoral que marca un punto de inflexión en la historia de la Hispalense y abre un capítulo en el que Vargas aspira a contagiar de “esperanza” a toda la comunidad universitaria.
Acaba de hacer historia al convertirse en la primera rectora de la Universidad de Sevilla. Después de cinco siglos, ¿considera que era ya necesario que una mujer ocupara el Rectorado?
Estamos muy contentos de que por fin haya un liderazgo femenino en la Universidad de Sevilla. Yo creo que ya era hora después de 520 años. Hemos conseguido romper ese techo de cristal. En realidad ha habido muy pocas rectoras en España y en Andalucía, todavía tenemos que seguir avanzando en ese sentido.
¿Cree que su nombramiento, además de marcar un hito histórico, puede influir en la comunidad universitaria y en futuras generaciones de estudiantes y profesorado de alguna forma?
La sociedad se rige por modelos y yo creo que es muy importante que las mujeres sepan que los retos están ahí y los éxitos son posibles también. Muchas veces las mujeres tenemos un poquito el síndrome del impostor: Yo no voy a ser capaz, esto no es para mí. Sin embargo, la Universidad de Sevilla está llena de mujeres supercapaces de llegar a tener otros cargos de gestión. Nosotros en la Universidad de Sevilla todavía tenemos menos directoras de departamento que directores de departamento, tenemos menos catedráticas que catedráticos. Hay que ir avanzando en ese sentido e ir empoderando a las mujeres. Para eso tenemos también medidas concretas en el programa que van a intentar empoderarlas promoviendo programas de liderazgo femenino para que cada vez la mujer se anime más a desarrollar su actividad en cargos de gestión y de responsabilidad.
Si por continuista se entiende que voy a seguir las mismas estrategias que mi predecesor, difiero en absoluto
¿Cuál será su prioridad en los primeros meses al frente del Rectorado? ¿Qué es lo primero que se ha propuesto hacer como rectora?
Lo primero que quiero hacer es volver a reunirme con la gente con la que me he estado reuniendo en los estadios iniciales de la campaña. Tengo intención de reunirme lo antes posible con la conferencia de decanos y de directores de los centros, con la de directores de departamentos, y establecer una hoja de ruta conjunta, con consenso, para que podamos llevar a cabo e implementar el programa de gobierno que nos hemos planteado. Mi intención es que sea un programa para todos, un programa que sigue abierto y que tenemos que desarrollar entre toda la comunidad universitaria, que no sea el programa de la rectora. Yo quiero que sea el programa de los estudiantes, del profesorado y del personal técnico y de gestión y de administración y servicios (PTGAS).
Durante la campaña se ha identificado su candidatura como la opción continuista respecto al equipo de Miguel Ángel Castro. ¿Cómo diferenciaría su mandato del de su predecesor?
Si por continuista se entiende que vengo del equipo anterior, pues evidentemente sí y, además, me siento muy orgullosa de ello. Pero si se entiende que voy a seguir exactamente las mismas estrategias, los mismos programas que tiene mi predecesor, pues yo difiero en absoluto. Nosotros tenemos un programa que consideramos transformador, que está lleno de medidas nuevas. Sí es verdad que como conocemos bien a la universidad desde dentro, nuestra intención es potenciar y mejorar lo que ya existe. Y después hay grandes retos que tiene la universidad y que es donde tenemos que trabajar para convertirlos en oportunidades. El cambio por el cambio nunca ha sido mi lema favorito, porque el cambio en sí es una palabra que puede ir en dos direcciones: puede ir a mejor o también puede ir a peor.
Tenemos que transformar la US para que sea una universidad más moderna, más ágil
Usted prefiere el término transformación, que ha sido uno de los tres ejes en los que se ha articulado su programa. ¿Qué aspectos de la universidad considera prioritario transformar en los próximos seis años? ¿Y cuáles apuesta por mantener?
Una de las cosas que yo pienso que se han hecho bien son las políticas de promoción de profesorado en los niveles que empiezan en ayudante doctor. De ahí hasta el nivel académico más alto, que es catedrático en la Universidad de Sevilla, tiene un plan de estabilización y de promoción de su profesorado. Sin embargo, los niveles más bajos, que son los de los profesores sustitutos, están sometidos a mucha precariedad. Nosotros tenemos en ese sector casi un 14% de profesorado que está mal pagado en sus condiciones salariales o son bajas y además no tienen un plan de estabilización.
¿Cuál sería nuestra transformación? Pues lo primero es mantener e impulsar todas las políticas de promoción que se han hecho y que están funcionando, y mejorarlas también. Por ejemplo, los ayudantes doctores ahora mismo están sometidos a una carga docente de 240 horas. Nuestra intención es bajarlo a 180. Y después, sí que tenemos que establecer un plan de estabilización para el profesorado sustituto que tiene que pasar por considerar méritos preferentes en sus horas de docencia, cuando se trate de convocatorias a plazas de ayudante doctor, pagarle el complemento de doctorado a aquellos que sean doctores.
Y otra mejora sustancial que queremos hacer en materia de profesorado laboral, que es el no permanente, es garantizar que tengan los mismos complementos retributivos que el resto del profesorado. Me estoy refiriendo a los sexenios, a los quinquenios y a los complementos autonómicos. Y esos mismos complementos retributivos se los vamos a dar también al personal postdoctoral. Eso son cosas que no existían y que llevamos en el programa, en un firme convencimiento de que todos somos trabajadores de la universidad y, por lo tanto, tenemos que tener los mismos derechos.
Una de principales demandas de los estudiantes es la evaluación continua y la compensatoria, ahí tenemos que trabajar cambiando los reglamentos para que sea una realidad
Además, se ha hablado mucho del exceso de burocracia que tiene la Universidad de Sevilla. Se ha hablado mucho de la precariedad que tiene tanto el profesorado como los profesionales técnicos de gestión y de administración y servicios, sobre todo en lo que son los estadíos primeros de la carrera profesional. Se ha hablado mucho de las necesidades que tienen los estudiantes, de la evaluación continua, en la innovación metodológica, etcétera, etcétera. Esos son grandes retos que tiene en general la universidad española, muy en particular la Universidad de Sevilla también, y que tenemos que transformar en otra cosa que sea una universidad más moderna, más ágil.
¿Y respecto a los estudiantes?
Los estudiantes son la razón de ser de la universidad. No estaríamos aquí si no fuera por ellos. Tenemos medidas muy concretas. En primer lugar, nos hemos comprometido a establecer una mayor cuantía de las becas propias y establecer becas nuevas, por ejemplo para estudiantes en situación de vulnerabilidad, para estudiantes que necesitan materiales específicos que son costosos, como los estudiantes que estudian Bellas Artes, Arquitectura, Odontología... Becas de formación en las delegaciones de los estudiantes. Nos gustaría mejorar la vida universitaria en el sentido de también ayudarles a buscar la vivienda. Sabemos que Sevilla es una ciudad muy cara, que la vivienda de los estudiantes son muy caras también y, por tanto, vamos a crear una nueva Oficina de Alojamiento para ayudarles en la búsqueda de la vivienda y mejorar su vida universitaria en general; mantener las bibliotecas abiertas en época de exámenes; mejorar sus instalaciones deportivas, etcétera.
Una de las cosas que más nos han demandado los estudiantes es la evaluación continua y la compensatoria. Y ahí tenemos que trabajar cambiando los reglamentos para que eso sea una realidad. También nos preocupa mucho la orientación hacia el empleo. El estudiante entra en primero y muchas veces en ese momento ni siquiera se plantean en qué va a trabajar. Nosotros queremos que desde primero ya haya sistemas de orientación para que el estudiante vaya orientándose hacia lo que quiere hacer en su futuro, con más prácticas, con programas de competencias que les ayuden a buscar un futuro laboral.
Ahora que voy a ser rectora, sí me pueden pedir rendimiento de cuentas de absolutamente todo porque ya sí voy a ser yo la responsable
Por otro lado, queremos cuidar su salud mental y por eso vamos a desarrollar la Unidad de Psicología Aplicada, que va a atender a los estudiantes con un teléfono 24/7 para casos urgentes y un protocolo de prevención del suicidio en cada centro. Desde la pandemia, la salud mental de los estudiantes se ha convertido en una inquietud y en una prioridad. Y queremos también que haya más participación estudiantil. Para eso lo que tenemos que hacer es darle más reconocimiento por dicha participación.
La internacionalización y la proyección institucional han sido pilares de su carrera. ¿Cómo seguirá impulsando estos ámbitos en los próximos años?
Habrá que mantener e impulsar las grandes estrategias de internacionalización de nuestra universidad. Se han hecho muchas cosas. Tenemos muy buen posicionamiento en los rankings, pero estamos convencidos de que vamos a dar un salto cuantitativo en el posicionamiento internacional de la universidad. Queremos dar un salto también cuantitativo en cuanto a la movilidad: actualmente, somos los segundos en España en financiación de la movilidad internacional, nuestra intención es llegar al puesto número uno. Todavía nos faltan más titulaciones en inglés para que, por un lado, nuestros estudiantes incrementen sus capacidades lingüísticas y para ser capaces de atraer más estudiantes internacionales. Y en el mundo de las alianzas internacionales, tenemos que seguir trabajando fundamentalmente en nuestra universidad europea Ulysseus, que coordina una de las 65 alianzas europeas que hay actualmente seleccionadas.
Durante la campaña ha sido cuestionada por otras candidaturas por proponer ahora cambios que no se han impulsado en los 12 años que ha formado parte del equipo de Miguel Ángel Castro como vicerrectora. ¿Qué les diría?
Yo les diría que me pregunten por las responsabilidades que he desarrollado, que es ahí donde tengo que rendir cuentas. Que me pregunten por el posgrado, que me pregunten por la internacionalización. Ahí es donde la comunidad ha tenido que valorar si mi gestión ha estado bien o ha estado mal. Yo entiendo que esa valoración, al menos mayoritariamente, ha sido positiva, porque si no, no me hubieran votado. La gente me conoce, sabe cómo he gestionado en esos aspectos de la universidad y creo que ha valorado esa gestión. Ahora que voy a ser rectora, sí me pueden pedir rendimiento de cuentas de absolutamente todo porque ya sí voy a ser yo la responsable.
Lo que cobra un vicerrector es una cuantía muy pequeña y muy modesta, por mucho que restara vicerrectores, esa diferencia es absolutamente insustancial
Uno de los aspectos que más controversia ha generado en la Universidad de Sevilla los últimos meses ha sido su situación financiera. El Consejo Social advierte de que hay un déficit estructural de ocho millones de euros, mientras que su equipo hablaba de superávit al cierre de 2024. ¿Están las cuentas de la Hispalense en una situación crítica?
Las cuentas de la universidad están ajustadas y así lo demuestra el informe de auditoría. Lo que ocurre en la Universidad de Sevilla, igual que pasa en todas las universidades españolas, es que estamos infrafinanciada. En Andalucía recibimos aproximadamente entre 6.500 y 7.000 euros por estudiante y por año, mientras que otras universidades de otras comunidades autónomas reciben mucho más. Y eso no lo digo yo, lo dicen los datos de la OCDE, que en sus publicaciones anuales dice que la universidad española dedica por estudiante universitario y por año un 24% menos que la media de la Unión Europea. Entonces, evidentemente, ahí hay una doble responsabilidad que yo, por un lado, atribuyo al Gobierno central que prometió en la LOSU –en la nueva Ley de Universidades– que iba a dedicar un 1% del PIB a las universidades públicas. Y, por otro lado, a la comunidad autónoma andaluza, que con su modelo de financiación nos tiene que financiar. Actualmente, del presupuesto que tenemos el 70% se lo lleva el capítulo uno, que son los salarios del personal.
¿Qué medidas pondrá en marcha para garantizar la estabilidad financiera de la US y mejorar la gestión de los recursos?
Si la universidad quiere hacer estrategias, lo que no puede hacer es confiar exclusivamente en recibir la financiación autonómica. Nosotros tenemos que ser proactivos, tenemos que movernos. Nuestro plan de subvenciones y recursos propios, que es muy ambicioso, pasa por generar una unidad técnica interna dentro de la universidad, que pida dinero a la Comisión Europea. Hay mucho dinero de fondos FEDER y de proyectos europeos, proyectos nacionales, proyectos regionales... con el objetivo de conseguir financiación para los grandes retos que requieren mayor cuantía en cualquier universidad, que son las infraestructuras, la sostenibilidad y la digitalización. Y ahí tenemos que conseguir inversión para después conseguir ahorrar. Y nuestro reto, y donde vamos a poner todo el empeño, va a ser pasar de un 27% de autofinanciación que tenemos actualmente en 2024, a un 35% en 2031. Pero para eso nos tenemos que mover. No podemos quedarnos solamente en pedir, tenemos que también conseguir financiación externa.
En ese contexto de infrafinanciación que atraviesa la Universidad de Sevilla, ¿tiene sentido que su equipo rectoral amplíe los vicerrectorados de nueve a 14, como tiene previsto hacer en su mandato? ¿No afecta esa ampliación a la estabilidad económica de la Universidad?
Lo que cobra un vicerrector es una cuantía muy pequeña y muy modesta. Por mucho que sumaras vicerrectores o quitaras vicerrectores, esa diferencia es absolutamente insustancial con respecto a lo que significarían los grandes proyectos en los que se quiere embarcar la Universidad de Sevilla. Esta institución tiene una dimensión muy grande y, por tanto, necesita muchos recursos, dentro de ellos unos recursos humanos para gestionarla. Hay otras universidades de tamaño más pequeño que tienen un vicerrectorado que abarca, por ejemplo, todas las cuestiones relacionadas con los centros, con los departamentos y con las políticas de profesorado. La dimensión de la Universidad de Sevilla hace eso una tarea muy difícil para una única persona y, por tanto, tenemos que generar una estructura que sea capaz de atenderlos. De otra manera, no seríamos capaces de atenderlos.
El debate entre lo público y lo privado es un debate de calidad: yo lo que reivindico es que nos midan con los mismos criterios a la hora de autorizar una nueva universidad o un nuevo título
En el ámbito universitario, el curso académico arrancó hace unos meses con varios desafíos sobre la mesa, entre ellos, el avance de las universidades privadas y la falta de financiación, dos frentes en los que los rectores de las universidades públicas han librado un pulso con la Junta. ¿Cómo afronta estos retos?
La Universidad de Sevilla está dentro de la Asociación de Universidades Públicas Andaluzas (AUPA). Tenemos una estructura muy, muy coordinada y tenemos que seguir toda una política de diálogo con la Junta de Andalucía para hacer que ese modelo de financiación se cumpla. Y es nuestro objetivo hacerlo siempre desde el consenso y desde la lealtad institucional.
Y con respecto a las privadas, yo siempre cuento la misma anécdota: Yo soy de un pueblo de aquí al lado, de Sanlúcar La Mayor. Y soy hija de comerciantes. Yo nunca podría haber estudiado en la universidad si no hubiera existido una universidad pública al ladito de mi casa, como es la Universidad de Sevilla, que me dio la oportunidad de hacerlo. Por tanto, siempre voy a ser una firme defensora de la universidad pública. Dicho esto, no tengo nada contra la universidad privada. Hay algunas muy buenas y de mucho prestigio en España que llevan existiendo y coexistiendo con las universidades públicas muchos años, y nadie ha dicho nada en contra. Para mí el debate entre lo público y lo privado es un debate de calidad. Yo lo que reivindico siempre es que nos midan con los mismos criterios a la hora de autorizar una nueva universidad, bien sea pública o bien sea privada, o de autorizar un nuevo título. Que las instituciones que tienen que autorizar esas cuestiones utilicen los mismos criterios.
El debate también tiene que ver con que muchos estudiantes se ven obligados a recurrir a la privada por falta de oferta en el sistema público.
Exacto. Ojalá que las universidades públicas tengamos mayor financiación para poder admitir a más estudiantes. Pero para tener más estudiantes, necesitamos más recursos.
Finalmente, ¿qué mensaje le gustaría lanzar a la comunidad universitaria en esta nueva etapa?
Mi mensaje es de esperanza. Yo quiero que la Universidad de Sevilla confíe en mí. Yo soy una persona cercana. Quienes me conocen, lo saben y mi espíritu va a seguir siendo siempre de servicio a mi universidad, que es la universidad pública en la que yo me he formado y es a la que yo le quiero devolver todo lo que ha hecho por mí.