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Carmen Vargas se proclama primera rectora en los 520 años de historia de la Universidad de Sevilla

Carmen Vargas ha hecho historia al convertirse en la primera mujer que dirigirá la Universidad de Sevilla en sus 520 años de existencia. Su victoria consolida la línea continuista del modelo impulsado durante los doce años de gestión de Miguel Ángel Castro, de cuyo equipo formó parte como vicerrectora de Proyección Institucional e Internacionalización, frente a la alternativa de cambio que representaba José Luis Gutiérrez. 

La catedrática de Microbiología se ha impuesto con el 50,8 % de los votos ponderados, frente al 44 % obtenido por el decano de Odontología, según los resultados provisionales, que se han conocido casi seis horas después del cierre de las urnas a las 20:00 h del lunes. La participación de esta segunda vuelta ha caído entre el profesorado y el estudiantado respecto a la primera votación, cuando hubo que elegir entre siete candidaturas: entonces votó el 80,22 % del electorado en el sector A (profesores doctores de cuerpos docentes universitarios) y esta vez lo ha hecho el 78,17%; mientras que en el sector C (estudiantes), se ha pasado del 15,44 % al 13,81 %.

Habrá que esperar al día 14 de noviembre para la proclamación definitiva, una vez finalice el plazo de reclamaciones e impugnaciones, pero todo apunta a que Vargas tomará posesión el próximo viernes. Siendo así, se convertirá en la primera rectora de la Universidad de Sevilla, elegida tras las primeras elecciones por sufragio universal ponderado en la institución hispalense en más de veinte años.

Victoria del continuismo frente al cambio

El carácter histórico de su nombramiento como rectora contrasta con lo que representa políticamente su elección: una victoria del continuismo, que mantendrá la línea de gestión establecida durante más de una década. Su triunfo, por un margen de menos de siete puntos, confirma la apuesta de la comunidad universitaria por la línea continuista del equipo saliente, al tiempo que refuerza la institucionalidad vigente.

Carmen Vargas se presentó durante la campaña como la opción con mayor experiencia y capacidad de gestión, tras 13 años ocupando cargos de gobierno, primero como vicerrectora de Posgrado y más tarde al frente de Internacionalización. Su discurso se centró en reivindicar los logros alcanzados hasta ahora en docencia, investigación y proyección internacional, así como en la promesa de abrir una “nueva etapa” basada en “la solvencia y la capacidad necesarias para impulsar la transformación que la Universidad de Sevilla demanda”.

Según adelantó en su programa, su futuro equipo de gobierno estará integrado por 14 vicerrectores, entre ellos varios miembros del equipo saliente de Castro, como María del Carmen Gallardo Cruz, Carmen Barroso Castro y Julián Martínez Fernández, consolidando así la influencia del sector institucional que ha dirigido la institución en los últimos doce años.

Frente a ella, José Luis Gutiérrez partía de la crítica a la aspirante “oficialista” por no haber impulsado los cambios y mejoras que prometía en su programa, tras 12 años formando parte del equipo rectoral. Su candidatura reclamaba una mayor participación del estudiantado y del personal de administración y servicios, además de una revisión profunda de las prioridades presupuestarias y del modelo de gestión, apostando por una gobernanza “de abajo hacia arriba” y por una mayor transparencia.

Nueva etapa en la US

El resultado, por tanto, refuerza la posición del sector continuista dentro de la institución, pese al desgaste acumulado tras 12 años de gobierno y las críticas por la falta de renovación en los órganos universitarios y la gestión económica. Vargas afronta ahora el reto de restablecer la confianza interna, tras una campaña marcada por denuncias de supuesta compra de votos y acusaciones cruzadas entre candidaturas.

También deberá responder a las demandas de transparencia y participación que han marcado la campaña más disputada en la historia reciente de la US. Y hacer frente a los problemas financieros que arrastra la institución, derivados del déficit estructural advertido por el Consejo Social.

La Universidad de Sevilla encara así una nueva etapa, con una mujer al frente por primera vez en cinco siglos de historia y con el desafío de combinar la tradición institucional con el deseo de regeneración que anhela casi la mitad de sus 70.000 miembros.

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