Los regidores de teatros públicos sin FP audiovisual no podrán tener plaza fija, aunque tengan décadas de experiencia

Elena Cabrera

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La convocatoria de plazas de empleo público en los teatros del Instituto Nacional de Artes Escénicas y la Música (INAEM) ha llegado inesperadamente: en el BOE de este pasado 2 de agosto y con la profesión yéndose de vacaciones. “A traición”, dicen las fuentes consultadas. La buena noticia de la apertura de plazas, sin realizarse desde hacía diez años, viene acompañada del jarro de agua fría que supone que la mayoría de las personas que están en la bolsa de empleo, trabajando habitualmente como regidores de teatro, no pueden conseguir plaza fija porque no tiene la titulación de Formación Profesional en Realización de Producción Audiovisual y Espectáculos, habitualmente estudiada para ser realizador de televisión.

No importan las licenciaturas o grados superiores, los másteres, los años de experiencia. Al menos 30 regidores de teatro con trayectorias reconocidas en su campo no pueden optar a las cinco plazas que el INAEM acaba de abrir para el Teatro de la Zarzuela, el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Auditorio Nacional. Y más que estarán por venir, según confirma el sindicato Comisiones Obreras.

El trabajo del regidor es invisible para el público de un musical, de una obra de teatro, ópera o danza, pero en cambio es esencial e imprescindible. Es el garante de que el espectáculo salga cada noche tal y como lo ideó el director de escena. Que todo entre y salga en su momento. Que nada falle en la escaleta. Es el verdadero andamiaje de la función.

La persona que ocupa el número uno de la citada bolsa de empleo, con la mayor puntuación, es habitual regidor del Teatro de la Zarzuela. Además, es el autor del manual de referencia para la enseñanza de esta indispensable profesión de los montajes teatrales, el libro que se estudia en las escuelas. Su nombre es Fernando Cuadrado, de 52 años. Licenciado en Derecho y Máster en Gestión Cultural por la Universidad de Zaragoza. 20 años de experiencia como regidor, con experiencia al más alto nivel. Profesor de regiduría escénica en la Universidad del País Vasco y en la Escuela Pública de Formación Cultural de Andalucía. “Me quedo fuera de la oposición”, admite, con estupor ante la decisión que ha tomado el Ministerio de Política Territorial y Función Pública.

Los sindicatos vienen negociando desde que se firmó el IV Convenio Único Personal Laboral de la Administración, en mayo de 2019, para que esto no sucediera. CCOO propuso que además de la titulación de técnico superior de FP pudieran servir otras titulaciones superiores, pero esta postura no fue respaldada por los otros dos sindicatos participantes, UGT y CSIF. El propio INAEM, junto a los delegados sindicales, centraron la negociación en la petición de una moratoria de tres o cinco años, para que los regidores (y otros profesionales que también están afectados) en activo pudieran extraer de su tiempo laboral y personal los dos años necesarios para cursar las 450 horas necesarias de esta FP. “Desde el INAEM, y hasta el último momento, se ha estado defendiendo esta alternativa en la Comisión Paritaria del Convenio Colectivo, cuya última reunión fue el 20 de julio”, explican desde fuentes del Ministerio de Cultura. Tampoco se les concedió. Sí se aprobó un periodo transitorio para los técnicos de maquinaria, sastrería, utileria, producción y ayudantes tecnicos. En cambio, no hubo acuerdo en el resto de solicitados, entre ellos regiduría. El motivo es que hay estudios reglados desde el curso 2012/13, pero eso lógicamente deja fuera a todos los regidores que están en el mercado laboral desde antes de 2015. “La Administración nos impone un cambio de manera radical y no nos da un periodo de transición”, dice Mario Villoria, secretario general de CCOO en el INAEM.

Un oficio en peligro

Según Pepa Hernández, presidenta de la Asociación de Regiduría de Espectáculos, la exigencia de estos estudios concretos de FP, que no se pueden convalidar por otros, “deja a las 30 personas que componen la bolsa de trabajo, los mejor preparados según el Ministerio de Cultura, sin poder optar a plaza” en los centros públicos de artes escénicas. Ella misma, de 54 años, regidora en el Teatro Real, con 30 años de experiencia, licenciada universitaria en Filosofía y formada en el Centro de Tecnología del Espectáculo (CTE), dependiente del Ministerio de Cultura, no podría presentarse a esta oposición. Precisamente, Cultura creó el CTE para ofrecer una formación integral y de calidad para los profesionales de las escénicas, pero son estudios que no confieren una titularidad oficial. Junto con el CTE, solo hay dos escuelas en España que dan cursos de regiduría que cuentan con el prestigio de los profesionales y aseguran una buena formación global: el Institut del Teatre en Catalunya y la Escuela de Cine y Artes Escénicas de Sevilla. Pero no, estas formaciones ya no tienen valor para trabajar como funcionario público en el Centro Dramático Nacional o la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

El único ciclo formativo de grado superior de Formación Profesional que en este caso es válido, denominado Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos, está enfocado a la televisión. De los diez módulos de formación especializada de los que consta, en total hay cuatro dedicados a las artes escénicas, siendo uno de ellos el de regiduría de teatro. “Una asignatura que es casi una ‘maría’”, valora Hernández. “En ese curso no se forman los regidores, los alumnos que salen de ahí no saben lo que es estar en un escenario. Se necesitan profesionales formados en el teatro y con muchos años de experiencia”, añade la presidenta de la Asociación, que ha mandado este año dos cartas al Ministerio de Cultura exponiendo la situación, sin obtener respuesta. Hernández confía en poder impugnar estas oposiciones. “Con este tipo de actuaciones nos estamos cargando los oficios del teatro, tenemos miedo a perderlos”, opina esta profesional, que además es docente de regiduría en el mencionado CTE. El peligro no es solo para los regidores, pues otros grupos profesionales como los utileros, que construyen todos los elementos que necesita una función, o los iluminadores están en la misma situación.

“Nos encontramos con que el sistema educativo no está adaptado a las profesiones teatrales”, explica Mario Villoria. Ese es el motivo por el que se han pedido moratorias, para que poco a poco la Formación Profesional homologada a otros estudios europeos sea capaz de ser una puerta de entrada formativa de calidad y prestigio. Al no concederles un periodo de transición, “no hay margen de maniobra”. “Los profesionales no pueden sacarse un título de la noche a la mañana, se les deja desprotegidos”, añade. Como Hernández, Villoria seguirá buscando una salida a este conflicto: “No hay nada irremediable, se puede rectificar, pero hay que pelearlo”.