Bañarse en el río Sena: origen de una tradición que surgió a mediados del siglo XVII y que no se ha recuperado hasta ahora

París celebra que los bañistas hayan vuelto a zambullirse en las aguas del río Sena, todo un icono para la ciudad, que ha acogido momentos tan especiales como la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de 2024. Hace unos meses, vimos pasar por sus aguas a todas las delegaciones y hasta a Rafa Nadal portando, entre otros, el pebetero que finalmente alumbró la capital francesa.

Los bañistas podrán disfrutar de este pequeño oasis dentro de la ciudad, siempre que el agua cumpla diariamente con los criterios de calidad, hasta el próximo 31 de agosto, cuando se volverá a cerrar al baño por esta temporada. El acceso es gratuito, aunque el aforo es limitado, precisan desde el consistorio parisino.

Las autoridades francesas celebran que vuelvan los baños en el río Sena, un hito para el que ha sido necesaria una inversión de 1.400 millones de euros y un arduo trabajo para garantizar la calidad del agua. Y sobre todo festejan que París haya recuperado una tradición que no es nueva, sino que empezó a mediados del siglo XVII en el puente de Sully.

Humanos y perros al agua

La moda de bañarse en el Sena surgió a mediados del siglo XVII, de acuerdo con los registros. El primer punto de encuentro fue el puente de Sully. Entonces, los vecinos se bañaban con su atuendo más sencillo y las autoridades de la época no permitían que fuera al desnudo.

Al principio se trataba de una actividad algo desorganizada, pero la popularidad hizo que esto cambiase al poco tiempo. Los vecinos no solo podían zambullirse en sus aguas, sino que aparecieron barcas y piscinas flotantes, que ofrecían baños fríos y calientes donde hombres y mujeres estaban separados.

Después, estas estructuras desaparecerían para ser sustituidas por otros recintos más estables. Así es como surgió en 1801 la famosa piscina Deligny, nombrada en honor a uno de los primeros socorristas. Se construyó sobre una docena de barcazas y se abastecía con agua del Sena, explica en su web el consistorio.

Además de humanos, los perros también disfrutaban de las aguas del río Sena. Incluso había profesionales lavando y pelando a los peludos en los muelles, una práctica que desapareció a principios del siglo XX. Ahí también se disputó un Campeonato de Francia de Saltos (1913).

Cerrado por contaminación

Los baños en el río Sena terminaron en 1923, fecha en la que se prohibió bajo multa. Los motivos que llevaron a las autoridades francesas a tomar esta decisión: la creciente contaminación, por la falta sistema de alcantarillado adecuado, lo que aumentaba el riesgo de contraer alguna enfermedad; y la creciente circulación fluvial, que hacía incompatible esta actividad.

París había intentado recuperar los baños en el Sena desde hace décadas, pero no se ha conseguido hasta hoy, 102 años después, cuando sus aguas han sido lo suficientemente seguras para dar la bienvenida a visitantes y vecinos.