Un dibujo anatómico desconocido de Miguel Ángel revela cómo la ciencia del cuerpo humano influyó en la arquitectura visual de la Capilla Sixtina

El proyecto de la Capilla Sixtina exigió una escala de trabajo poco habitual para un solo artista. La empresa obligó a Miguel Ángel a concebir una superficie extensa con un programa iconográfico continuo, además de resolver problemas físicos derivados del andamiaje y del trabajo prolongado en altura. Ese tamaño condicionó cada decisión, porque la coherencia visual dependía de miles de detalles coordinados en un espacio unitario.

La magnitud de la obra también impuso un ritmo de ejecución fragmentado, con zonas terminadas mientras otras seguían en preparación, y así el proyecto avanzó por partes. Ese marco hizo necesario un sistema de estudios previos que permitiera controlar la anatomía y la postura de cada figura antes de llevarla al fresco.

Una casa de subastas sacó a la luz un estudio previo desconocido

Christie’s identificó y sacó a la luz un estudio a sanguina del pie derecho de la sibila libia, un dibujo preparatorio de Miguel Ángel para la bóveda de la Capilla Sixtina que documenta su proceso de trabajo en esa obra. El especialista de la casa de subastas localizó la hoja en una colección privada y confirmó su autoría tras un análisis comparativo con otros dibujos conservados.

El hallazgo aporta una pieza que encaja con estudios conocidos y completa una secuencia de trabajo asociada a una de las figuras del techo. La aparición de este material permite precisar cómo el artista resolvía partes concretas antes de fijarlas en el yeso.

El estudio mide unos 13,5 por 11,5 centímetros y está ejecutado en tiza roja sobre papel. El trazo concentra presión en el arco, el talón y la musculatura, con correcciones visibles que muestran ajustes sucesivos. En el reverso aparecen marcas en tiza negra correspondientes a ensayos distintos, una combinación presente en otras hojas del artista. La técnica confirma el uso de la sanguina en una fase avanzada del proyecto, cuando el dibujo servía para afinar volúmenes con modelos del natural.

La hoja permaneció en una colección familiar vinculada a un diplomático suizo al servicio del rey de Dinamarca desde al menos el siglo XVIII. Esa custodia privada explica su ausencia en inventarios y catálogos durante generaciones. Tras meses de investigación, especialistas coincidieron en atribuir la obra a Miguel Ángel por concordancia formal y material con otros estudios aceptados. La pieza se mostrará públicamente antes de su subasta prevista para febrero de 2026 en Nueva York.

El estudio completa un grupo reducido de dibujos conservados

El encargo de la bóveda llegó de manos del papa Julio II y se desarrolló entre 1508 y 1512. El techo abarca unos 530 metros cuadrados y articula escenas del Génesis, figuras de ignudi y una serie de profetas y sibilas.

La sibila libia ocupa una posición destacada y presenta un giro corporal complejo con un libro abierto. Ese planteamiento obligó a planificar con precisión la distribución del peso y la torsión de las extremidades.

El dibujo inédito se suma a un grupo reducido de estudios para la Capilla Sixtina que han sobrevivido. En el Metropolitan Museum of Art se conserva una hoja con la mano, la cabeza y el pie izquierdo de la misma figura. La nueva pieza completa ese conjunto y confirma que el artista analizó ambos apoyos por separado. La identificación del estudio refuerza la coherencia del corpus gráfico asociado a la obra.

El hallazgo ayuda a entender el método de trabajo de Miguel Ángel como un proceso de ensayo continuo sobre papel. La atención al apoyo del pie revela cómo construía el equilibrio desde la base antes de ampliar la figura a escala monumental. Ese procedimiento explica la estabilidad visual del fresco y aclara la secuencia interna del proyecto en su fase final. La incorporación de esta hoja amplía la documentación disponible y permite seguir con mayor precisión la evolución del trabajo en la bóveda.