'El grito' tiene una nota que se burla de Munch y ya se sabe quién fue su autor

Héctor Farrés

29 de mayo de 2025 13:43 h

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A medio camino entre la burla y la resignación, alguien garabateó sobre un cuadro lo que todos murmuraban. El trazo, apenas visible, sobrevivió durante décadas sin que nadie pudiera confirmar su autoría. Era más un susurro que un grito. Pero la frase seguía ahí, como una marca persistente. Un comentario ácido, casi sarcástico, escondido en una de las obras más reproducidas del arte moderno: “Solo puede haberlo pintado un loco”.

Ese mensaje, incrustado en la parte superior de la primera versión de El grito, fue durante mucho tiempo motivo de especulación. Algunos pensaban que se trataba de una intervención ajena, escrita por alguien escandalizado tras su exhibición en la Kristiania de 1895. Otros sospechaban que era el propio autor quien la había dejado.

Una tecnología minuciosa resolvió una duda que llevaba más de un siglo sin respuesta

El Museo Nacional de Noruega, que conserva la obra, decidió investigar el origen de esa inscripción y lo hizo con una tecnología que apenas deja margen de duda: fotografía con infrarrojos y análisis caligráfico.

Fue Thierry Ford, conservador de pintura del museo, quien explicó en 2021 los detalles del hallazgo tras examinar la pintura con la ayuda de microscopios y cámaras especiales. Según señaló, “elegimos fotografiarlo con una cámara de infrarrojos para obtener una imagen más clara de la inscripción. El carbón del lápiz se destaca con más claridad y facilita el análisis de la escritura a mano”. A partir de ahí, la comparación con manuscritos del propio Edvard Munch permitió establecer que él mismo había escrito la frase con total certeza.

Las pistas que apuntaban al propio pintor ya habían aparecido antes. La historiadora del arte Mai Britt Guleng, que ha trabajado extensamente con la colección, apuntó que “la escritura en sí y los eventos que ocurrieron cuando Munch exhibió la pintura por primera vez en Noruega apoyan esta conclusión”.

Munch reaccionó a las críticas con ironía, pero también dejó entrever su fragilidad

La frase habría sido escrita después de escuchar los comentarios del médico Henrik Scharffenberg, que cuestionó públicamente su salud mental tras la exposición. Para muchos expertos, incluida Guleng, el texto representa tanto una respuesta irónica como una muestra de vulnerabilidad.

El análisis no reveló ninguna intervención posterior ni pruebas de restauraciones que hubieran alterado la inscripción. El texto estaba ahí desde los inicios y había permanecido en silencio, apenas perceptible salvo para quienes se acercaban lo suficiente. El mensaje, escrito a lápiz sobre la pintura ya terminada, es único dentro del repertorio de Munch y poco habitual en el arte de la época.

Esa frase no solo generó polémica entre los asistentes a la primera exposición, sino que reforzó la imagen del propio autor como un creador marcado por la inestabilidad emocional. Las referencias a la melancolía, como se denominaba entonces, eran frecuentes en su entorno familiar.

Su padre y su abuelo sufrieron síntomas depresivos durante años, y su hermana Laura fue internada en un hospital psiquiátrico. Esa carga hereditaria pesaba sobre Munch, que convivía con la idea de una fragilidad mental como parte de su identidad artística.

La pintura tuvo otra vida antes de convertirse en el icono actual

La imagen, universalmente reconocida por su figura central de rostro desencajado, forma parte de una serie que el pintor desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX. En la versión conservada en el museo de Oslo, Munch pintó primero una escena en la parte posterior del lienzo y luego decidió reutilizarlo para componer la imagen definitiva.

No se encontraron dibujos subyacentes ni correcciones importantes, más allá de esa inscripción apenas visible que ha cambiado la lectura de la obra.

El cuadro, expuesto de forma intermitente desde su robo en 2004 y su recuperación dos años más tarde, ha sido sometido a restauraciones para garantizar su conservación. Según explicaron los responsables del museo, la pintura presentaba signos de deterioro debido a la humedad acumulada durante años. Gracias al trabajo conjunto con especialistas italianos, la obra es en buenas condiciones.

La investigación sobre la autoría de la frase se enmarcó en un proyecto más amplio de digitalización y estudio técnico de la colección, iniciado con el cierre de la antigua Galería Nacional. El objetivo era ofrecer una comprensión más completa del proceso creativo de Munch y de las condiciones que rodearon la creación de sus obras más importantes. Este caso demuestra cómo un simple trazo puede cambiar por completo la lectura de una imagen tan reconocible.