Durante décadas, la cronología de la formación planetaria en el Sistema Solar se ha dado casi por sentada: primero se habrían formado los planetas interiores (como Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y, más tarde, los exteriores. La lógica era que los protoplanetas cercanos al Sol se calentaron antes, favoreciendo su rápida diferenciación en núcleo, manto y corteza. Sin embargo, un pequeño meteorito hallado en el noroeste de África está desafiando esta secuencia temporal. Según un estudio reciente publicado en Communications Earth & Environment, los primeros planetas rocosos podrían haberse formado al mismo tiempo en las zonas internas y externas del Sistema Solar.
Una cápsula del tiempo llegada del espacio
El meteorito en cuestión, denominado oficialmente NWA 12264, pesa apenas 50 gramos y fue adquirido en Marruecos en 2018. Su pequeño tamaño contrasta con la magnitud de sus implicaciones. El equipo liderado por el geólogo planetario Ben Rider-Stokes, de The Open University (Reino Unido), analizó su composición y su cronología isotópica con técnicas avanzadas. Los resultados apuntan a que el meteorito proviene de la región exterior del Sistema Solar, y que se formó hace unos 4.564 millones de años, una edad comparable a la de las rocas más antiguas conocidas de la región interior.
Hasta ahora, se creía que los planetas exteriores, por tener una mayor proporción de agua y materiales volátiles, tardaron más en calentarse y consolidarse. Este retraso estimado era de dos a tres millones de años, un margen pequeño en términos absolutos, pero relevante a escala planetaria. El nuevo análisis isotópico de plomo del meteorito NWA 12264, sin embargo, sugiere que la diferenciación (es decir, la formación de las distintas capas internas de un planeta) se produjo de forma simultánea tanto en las regiones internas como externas del Sistema Solar.
Las huellas químicas que lo confirman
Los científicos identificaron firmas químicas clave que apuntan a su origen en la parte exterior del Sistema Solar, como las proporciones específicas de isótopos de cromo y oxígeno. Estos elementos trazan con precisión la procedencia espacial de los cuerpos rocosos. Que un meteorito con estas características haya mostrado una edad tan temprana plantea un nuevo escenario: los bloques constructores de planetas (planetesimales) se habrían formado y diferenciado rápidamente en todas las regiones del Sistema Solar, no solo cerca del Sol.
Aunque la diferencia de dos millones de años pueda parecer irrelevante, es suficiente para reconfigurar el entendimiento sobre cómo se ensamblaron los planetas. Si la diferenciación y la formación de núcleos planetarios ocurrió de forma tan rápida en todo el Sistema Solar, esto sugiere que la arquitectura planetaria pudo establecerse antes y de forma más sincronizada de lo que se pensaba. Esto también tiene implicaciones para la formación de planetas en otros sistemas estelares: si las condiciones se replican, podríamos estar subestimando la velocidad con la que emergen mundos potencialmente habitables.
Un nuevo enfoque sobre la evolución de los materiales primigenios
El meteorito NWA 12264 es, en términos geológicos, una cápsula del tiempo. Conserva materiales que apenas han cambiado desde los orígenes del Sistema Solar. Gracias al análisis de sus minerales, especialmente del olivino, y su estructura interna, los investigadores pudieron reconstruir parte del entorno en el que se formó. La homogeneidad isotópica y la rapidez en la consolidación de sus componentes internos son indicadores de un proceso de formación planetaria mucho más dinámico y extendido.
Los autores del estudio insisten en que no se trata de una conclusión definitiva, sino de un indicio importante que debe comprobarse con otros hallazgos similares. De confirmarse, este nuevo paradigma exigirá una revisión de los modelos actuales de acreción planetaria. Y es probable que motive nuevas búsquedas de meteoritos con composiciones similares, tanto en la Tierra como en futuras misiones espaciales que exploren asteroides o recojan muestras de cuerpos celestes remotos.
El caso de NWA 12264 demuestra que incluso los fragmentos más pequeños pueden contener grandes respuestas. Frente a los gigantescos telescopios o las misiones interplanetarias multimillonarias, una piedra de apenas unos centímetros está obligando a reescribir parte de la historia del Sistema Solar. “Nuestros hallazgos coinciden con las observaciones de discos protoplanetarios en otras estrellas, donde se observa una formación rápida de planetesimales a distintas distancias radiales”, concluyen los investigadores.