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El “monstruo” que creó Mary Shelley y que ahora cobra una nueva vida bajo la visión de Guillermo del Toro

Guillermo del Toro se obsesionó con la historia de Frankenstein desde el primer momento en que la leyó, cuando apenas tenía once años. “Es una especie de sueño, o más bien una religión para mí desde niño”, confesó el director mexicano a la prensa durante el Festival de Cine de Venecia de este año. 

Su fijación por la novela de Mary Shelley siguió presente con las adaptaciones cinematográficas de esta historia, destacando especialmente la película de 1931 protagonizada por Boris Karloff. Todo esto le sirvió al cineasta para crear su propio imaginario sobre Frankenstein, que se ha terminado transformando en un nuevo largometraje sobre el monstruo.

El filme producido por Netflix se estrenará en cines el 18 de octubre y en la plataforma el 7 de noviembre. En la película, el mexicano hace su propia adaptación de la obra de Shelley, añadiendo elementos como la belleza o la poética en una historia donde pocos esperarían encontrarla. “Guillermo del Toro reanima un clásico en forma de melodrama monstruosamente bello”, reseñó Peter Bradshaw, periodista de The Guardian

El largometraje sigue la historia de Victor Frankenstein (interpretado por Oscar Isaac), un hombre que, además de ser anatomista y científico, en este caso se convierte en artista para diseñar a su criatura. Para del Toro, la creación debía ir más allá de la imagen monstruosa. “Queríamos que tuviera la pureza o la translucidez de casi un alma recién nacida (...) Que pareciera una bella obra de arte hecha a mano”, señaló el director.

El cineasta le da una nueva perspectiva e imagen a esta historia tan antigua, pero mantiene parte de su trasfondo: la idea de que los verdaderos monstruos son los que juegan a ser dioses, no sus criaturas. 

El origen de Frankenstein

En el verano de 1816, durante una estancia en Suiza, una joven Mary Shelley se reunió con otros escritores de la época, como Percy Shelley y Lord Byron. El grupo se propuso escribir cuentos de fantasmas, y la joven Mary escribió un pequeño relato sobre un científico que creaba un ser monstruoso.

La historia tomó como inspiración los experimentos de Luigi Galvani, en los que el científico italiano provocaba convulsiones musculares en ranas muertas mediante descargas eléctricas. En ese primer cuento, Shelley ya introdujo la idea de que el doctor Frankenstein usara la electricidad para dar vida a su criatura.

Cuando volvió a Gran Bretaña, la autora siguió escribiendo y convirtió su primer relato en una novela, que se publicó en 1818 bajo el título Frankenstein o el moderno Prometeo. En 1831, reescribió la historia por completo hasta conseguir la versión definitiva, que es la que ha llegado hasta nuestros días.