La NASA se prepara para poner a prueba un posible tratamiento contra la pérdida ósea en misiones espaciales de larga duración. La investigación viajará a bordo de la misión de reabastecimiento comercial número 33 de SpaceX, cuyo lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, está previsto para finales de agosto. Los experimentos se desarrollarán en la Estación Espacial Internacional (EEI) y podrían tener implicaciones decisivas tanto para los futuros viajes tripulados a la Luna y Marte como para millones de personas en la Tierra que sufren osteoporosis.
Años de constatando la pérdida de densidad ósea
Los científicos llevan años constatando que, en microgravedad, los astronautas pierden densidad ósea a un ritmo acelerado, del 1% al 2% mensual, incluso cuando cumplen rutinas de ejercicio. Aunque en la Tierra se entiende bien cómo se regeneran y degradan los huesos, todavía no se conocen los mecanismos precisos que explican por qué la pérdida es tan acusada en el espacio. Esta incógnita representa uno de los grandes retos médicos de la exploración espacial a largo plazo.
El proyecto, denominado Microgravity Associated Bone Loss-B (MABL-B), dará continuidad a investigaciones previas realizadas en la EEI. En la misión MABL-A, los expertos comprobaron que la microgravedad modifica el comportamiento de las células madre las sustancias que segregan. El nuevo paso consiste en profundizar en esos cambios para identificar qué desencadena la degradación ósea y cómo se podría frenar.
El foco: las células madre mesenquimales
El foco del experimento se sitúa en un tipo específico de células: las células madre mesenquimales (MSCs), derivadas de la médula ósea y encargadas de formar nuevo tejido óseo a medida que maduran. Los investigadores sospechan que la clave podría estar en una proteína llamada IL-6, cuya señalización, favorecida en ausencia de gravedad, estaría vinculada a una mayor degradación de los huesos. El estudio pondrá a prueba fórmulas para bloquear esa vía de señalización.
Para ello, las células se cultivarán en contenedores especiales diseñados para el espacio, en convivencia con otros tipos celulares implicados en la formación y degradación del hueso. El proceso se prolongará durante 19 días a bordo de la estación espacial, tiempo durante el cual los astronautas recogerán muestras que posteriormente serán analizadas en la Tierra. Los resultados permitirán comprobar si bloquear la actividad de la IL-6 puede convertirse en un tratamiento efectivo.
Una investigación pensada para ayudar a quienes sufren este tipo de patología o similares
Las implicaciones para la exploración espacial son claras. Las misiones a Marte, por ejemplo, durarán años y no permitirán un retorno de emergencia en caso de problemas médicos graves. Si se logra desarrollar un tratamiento que preserve la densidad ósea, los astronautas podrán afrontar con mayor seguridad viajes de larga duración en entornos donde la microgravedad constituye un desafío permanente para el organismo.
Más allá del espacio, la investigación también podría transformar el abordaje de enfermedades óseas comunes en la Tierra. Millones de personas sufren osteoporosis u otras patologías relacionadas con la edad que debilitan los huesos y aumentan el riesgo de fracturas. Comprender el papel que juega la proteína IL-6 en estos procesos podría abrir la puerta a nuevas terapias dirigidas contra la pérdida ósea.
El programa forma parte de la estrategia de la División de Ciencias Biológicas y Físicas de la NASA, que utiliza el entorno espacial para realizar investigaciones imposibles de llevar a cabo en la Tierra. Estudiar fenómenos biológicos y físicos en condiciones extremas permite avanzar en el conocimiento fundamental y, al mismo tiempo, ofrecer beneficios concretos a la vida cotidiana. La misión MABL-B, en este sentido, representa un ejemplo de cómo la ciencia espacial no solo mira hacia otros planetas, sino que también responde a problemas médicos urgentes en nuestro propio mundo.