Del espacio al plato: la NASA prueba nuevos cultivos para alimentar a los astronautas

Un miembro del equipo de producción de cultivos espaciales prepara materiales para las almohadas de semillas Veggie dentro de la Instalación de Procesamiento de Sistemas Espaciales en el Centro Espacial Kennedy de la NASA.

Ada Sanuy

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Cuando la tripulación de la misión Crew-11 despegó rumbo a la Estación Espacial Internacional el pasado 1 de agosto, llevaba consigo algo más que equipos científicos: transportaba un nuevo capítulo en la historia de la agricultura espacial. En su equipaje viajaban las almohadillas de semillas del proyecto VEG-03, un experimento diseñado por la NASA para explorar cómo cultivar alimentos frescos en condiciones de microgravedad. El objetivo es doble: alimentar a los astronautas durante sus largas estancias y sentar las bases para misiones futuras hacia destinos más lejanos como la Luna o Marte.

El cultivo de plantas en órbita no solo responde a una necesidad nutricional, sino también psicológica. Contar con vegetales frescos a bordo puede mejorar la moral de la tripulación, aportando variedad a la dieta y un vínculo simbólico con la Tierra. En esta ocasión, los astronautas podrán elegir entre un catálogo de semillas que incluye mostaza wasabi, col rizada rusa roja y lechuga Dragoon. Esta flexibilidad abre la puerta a que los tripulantes tengan mayor control sobre lo que siembran, cuidan y consumen.

Dónde se desarrolla el experimento

El experimento se desarrolla en el sistema Veggie, una cámara de cultivo de tamaño similar a una maleta de cabina. Allí, la combinación de luces LED rojas, azules y verdes proporciona el espectro adecuado para el crecimiento vegetal. El entorno está rodeado por unas paredes flexibles en forma de fuelle que se expanden a medida que las plantas maduran, generando un espacio semiconfinado capaz de imitar algunas condiciones de un invernadero terrestre.

Las semillas se introducen en almohadillas de tela rellenas de arcilla especial y fertilizante de liberación controlada. Este sustrato, similar al utilizado en los campos de béisbol, permite distribuir de manera uniforme agua y aire alrededor de las raíces, un aspecto crítico en un ambiente sin gravedad. A partir de ahí, la tarea de los astronautas consiste en vigilar el proceso de crecimiento, añadir agua cuando sea necesario y documentar la evolución mediante fotografías periódicas.

Cuando llegue el momento de la cosecha, una parte de la producción se consumirá directamente a bordo, mientras que el resto será congelado y enviado a la Tierra. Estos ejemplares permitirán a los investigadores analizar con detalle el valor nutricional y la seguridad de los alimentos cultivados en el espacio. Cada ensayo, además, amplía el conocimiento científico sobre la viabilidad de un sistema agrícola que, en un futuro, podría sostener colonias humanas fuera de nuestro planeta.

Un test que va más allá del espacio

El impacto de estas pruebas va más allá del ámbito espacial. La NASA subraya que los métodos desarrollados para cultivar en microgravedad pueden trasladarse a la agricultura terrestre, especialmente en entornos urbanos o en comunidades con recursos limitados. Los sistemas de cultivo en interiores, similares a los de Veggie, podrían inspirar nuevas soluciones para producir alimentos en condiciones adversas y también aplicarse en programas de terapia hortícola destinados a personas mayores o con discapacidad.

Con VEG-03, la división de Ciencias Biológicas y Físicas de la NASA continúa su estrategia de utilizar el entorno espacial como laboratorio único. Investigar procesos biológicos bajo condiciones extremas permite avanzar en el conocimiento fundamental necesario para viajar más lejos y permanecer más tiempo fuera de la Tierra. Al mismo tiempo, ofrece aplicaciones prácticas que pueden mejorar la calidad de vida aquí abajo, reforzando la conexión entre la exploración espacial y las necesidades cotidianas de la humanidad.

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