Las dos únicas catedrales construidas al estilo mudéjar están en Aragón

El arte mudéjar es un estilo profundamente significativo del antiguo reino de Aragón. Y, además de la ruta por sus iglesias, que cada año atrae las miradas de miles de turistas interesados en conocer nuestro patrimonio, dos de sus elementos más icónicos con las catedrales de Tarazona y, a no muchos kilómetros de distancia, la de Teruel.

La Catedral de Santa María de la Huerta de Tarazona está reconocida como una de las principales joyas del arte mudéjar, ya que numerosos elementos de su ornamentación y arquitectura muestran una larga pervivencia del arte islámico. 

El claustro, el cimborrio y la torre del reloj de Tarazona destacan como elementos particularmente singulares de este estilo, hasta el punto de que el claustro y el cimborrio se han propuesto para ser reconocidos como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Aunque la catedral ha sido clasificada previamente dentro de un estilo inicial gótico-mudéjar, algunos historiadores no se circunscriben a este periodo, ya que a lo largo de su construcción ha vivido una confluencia particularmente importante de estilos artísticos desde el siglo XII.

La presencia significativa del mudéjar en Tarazona se relaciona también con su historia constructiva. Aunque el principio el gótico tenía una clara influencia francesa, el largo periodo de construcción y los daños sufridos en momentos como la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369) terminaron por abrir la influencia mudéjar, al incorporar elementos que reflejan la tradición islámica en la zona de Aragón. Estos elementos mudéjares coexisten con renovaciones posteriores en estética renacentista (nave mayor, crucero, capilla mayor a mediados del siglo XVI) y adiciones barrocas.

La Capilla Sixtina del arte mudéjar

La de Teruel, conocida originalmente como iglesia de Santa María de Mediavilla, destaca de manera excepcional por su techumbre de madera pintada en la nave central. Esta obra es considerada trascendental para el arte mudéjar y está protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. 

Realizada en el último cuarto del siglo XIII, aunque su fecha precisa y autoría son desconocidas, la techumbre es una armadura de par y nudillo, un sistema estructural típicamente mudéjar o hispanomusulmán que transmite poca carga a los muros. La techumbre fue cubierta por bóvedas barrocas alrededor de 1700, lo que paradójicamente contribuyó a su preservación al mantenerla inalterada durante dos siglos y medio.

De hecho y por su enorme valor artístico e histórico, la techumbre ha sido calificada como la “Capilla Sixtina del arte mudéjar”. La pintura se realizó principalmente al temple de huevo sobre tabla, utilizando pigmentos como albayalde, oropimento, minio, bermellón, laca de granza, índigo y materias orgánicas. El estilo pictórico es descrito como “naïf” o simplificador, con figuras a veces hieráticas, bidimensionales, dibujo marcado y colores planos. 

Ambas, en todo caso, son dos joyas que pueden contemplarse y admirarse por fuera y por dentro… y recorriendo solo unos 200 kilómetros entre una y otra.