La Graciosa: desconexión en tres, dos, uno…

La Graciosa vista desde Lanzarote.

Roberto Ruiz

Tuvo que llegar el 26 de junio de 2018 para que la isla de La Graciosa, en las Canarias, fuera reconocida como isla y dejase de ser un islote cercano a Lanzarote. Desde ese momento se convirtió en la octava de las Islas Canarias y es, sin lugar a ninguna duda, la mejor de todas si lo que buscamos es paz, tranquilidad y absoluta desconexión. 

La Graciosa tiene una superficie de solo 29 km². Es decir, es setenta veces más pequeña que Tenerife y nueve si la comparamos con El Hierro, la segunda isla de menor tamaño del archipiélago. En ella hay menos de 740 personas censadas y en la actualidad su principal motor económico es el turismo. Y es que, si se va buscando un destino diferente, alternativo, tranquilo y en el que nos gustaría parar el tiempo, La Graciosa nunca decepciona.

Llegar, frenar, desconectar

A La Graciosa se llega, cómo no, desde Lanzarote. Un breve trayecto en ferry desde Orzola nos llevará a Caleta de Sebo, uno de los dos únicos pueblos de la octava isla canaria. Y una vez en tierra lo primero que nos llamará la atención será precisamente eso, la tierra, porque en La Graciosa no hay asfalto. Ni en sus calles ni en sus carreteras. Y no te hará falta, pues tu vehículo lo habrás tenido que dejar en Lanzarote. 

Este detalle ya nos hace bajar el ritmo. Frenar. Y tomarnos las cosas con más calma y tranquilidad. Y como recomendación, te animamos a no ir a La Graciosa a solo echar el día, sino que conocerás mucho mejor la isla si te quedas a dormir en ella. Así podrás disfrutar de las horas menos turísticas del día y conocer mejor a sus vecinos, que son pura amabilidad. 

Cuando tomas conciencia de que estás en una isla prácticamente desierta, en la que la contaminación lumínica es inversamente proporcional a la belleza de su cielo, en la que el silencio es un regalo para tus oídos y en la que te esperan algunas de las playas más bonitas del archipiélago canario, entonces ya tienes lo necesario para desconectar de todo lo demás.

Playas perdidas para sentirse perdido

La Graciosa no es un destino de playa, por así decirlo. Es decir, quien va a ella no va exclusivamente buscando sus playas, sino la experiencia completa que supone cruzar a una isla como esta. Pero está claro que visitarla y no ir a conocer sus playas, sea la época del año que sea, sería considerado un delito. Los diferentes puntos de la isla están conectados por una serie de caminos que puedes recorrer o bien andando, o en bicicleta o en un taxi 4x4. Dependiendo de las playas que queramos visitar hemos de tener en cuenta el número de kilómetros a recorrer y, dependiendo de esto y de nuestra forma física, elegir un método u otro de transporte. Quizá te interese saber que los taxis 4x4 hacen tanto trayectos de ida y vuelta como excursiones cerradas por determinadas zonas de la isla, para así planificar mejor tu día.

Hay playas de todo tipo: para bañarse, para hacer snorkel, para ir con niños, para hacer deportes acuáticos, para tumbarse a la bartola… Pero algunas de las que no te deberías perder son, por ejemplo, la playa de la Cocina, conocida también como la playa de Montaña Amarilla, la playa de la Francesa y la playa de las Conchas. La primera, por sus aguas calmadas, su pequeño tamaño y las vistas que conseguimos si subimos a la Montaña Amarilla. La segunda, por su arena blanca, sus aguas ideales para el snorkel y su belleza natural. Y la tercera, por sus enormes arenales blancos, el color turquesa de su agua y las vistas que tenemos de los cercanos islotes de Montaña Clara y Alegranza. Aunque el baño en Las Conchas no suela ser nada recomendable por sus olas y corrientes.

Playas hay muchas más, como la de El Salado, la del Ámbar, la de Pedro Barba o incluso la playa de Caleta de Sebo, la única urbana de todas ellas, pero las tres que te decimos, Montaña Amarilla, la Francesa y las Conchas, no deben faltar en tu plan de viaje.

Actividad donde parece que el mundo se para

Lo mejor de La Graciosa es que desconexión no significa inactividad forzosa. Si también quieres actividad aquí no te va a faltar. Y no, no hablamos de vida nocturna precisamente, sino de la oferta que te espera al aire libre y en plena naturaleza. Los paisajes son desérticos y volcánicos, y eso hace que las rutas en bicicleta de montaña se vuelvan una actividad singular, por lo que si te motiva la idea de pedalear en un paisaje extremo aquí tienes una fantástica oportunidad. Aunque puedes cruzar con tu propia bicicleta en el ferry que te lleva a la isla también puedes alquilarla en Caleta de Sebo. 

Si lo tuyo es navegar, quizá lo que te llame la atención sea una de las excursiones marítimas que puedes hacer desde La Graciosa. En barco podrás llegar a los islotes cercanos a la isla y conocer un entorno que se mantiene prácticamente intacto. Estos paseos incluyen la parada en algunas playas de la isla y también el almuerzo, para que puedas echar el día surcando las aguas.

Y, cómo no, La Graciosa es también un fantástico lugar para los amantes del submarinismo. Cuenta con excepcionales puntos de inmersión repartidos por la reserva marina del archipiélago Chinijo y sus aguas son un festival de vida y de color. En ellas podemos encontrar roncadores, tiburones angelote, medregales, langostas canarias, morenas, jureles, viejas, tembladeras… Los fondos marinos de La Graciosa son un lugar ideal para disfrutar de la fauna marina canaria, pero es mejor tener en cuenta que podemos encontrar fuertes e incómodas corrientes.

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