Si vas a visitar espacios naturales, recuerda la importancia de respetar el entorno y sigue las guías y recomendaciones oficiales para no poner en peligro el lugar ni tu integridad física.
En el corazón del Sistema Central, entre las montañas de la sierra de Ayllón, sobrevive un bosque que desafía la lógica geográfica de los hayedos europeos. Cuando la mayoría de estos arbolados se replegaron hacia el norte tras la última glaciación, algunas poblaciones quedaron aisladas en enclaves favorables del centro de la Península. Es el caso del Hayedo de Tejera Negra, en el norte de Guadalajara. Su existencia es casi una anomalía: un vestigio de épocas más frías que ha encontrado refugio en este rincón de Castilla-La Mancha, junto a los ríos Lillas y Zarzas.
El bosque pertenece al Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, una extensión de más de 117.000 hectáreas que reúne desde pastizales de altura hasta hoces fluviales y pinares densos. El Hayedo de Tejera Negra también es una joya botánica reconocida por la UNESCO como parte de los 'Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa', una distinción compartida con otros enclaves del norte de España.
Si visitas el Hayedo de Tejera Negra en otoño, las hayas se visten de tonos dorados, cobrizos y rojizos que transforman el bosque en un mosaico, junto con el verde oscuro del musgo que recubre las rocas. Además, crecen robles melojos, pinos silvestres, tejos, acebos, serbales y abedules. En su suelo crece en otoño el apreciado Boletus Edulis, una seta comestible también conocida como hongo blanco.
Cantalojas
El viaje puede completarse con una visita al pequeño pueblo de Cantalojas, junto al río Lillas. Situado en un valle rodeado de montañas y praderas, Cantalojas conserva la arquitectura tradicional de la Sierra de Ayllón, con muros de pizarra oscura y tejados de lajas. Es la llamada 'arquitectura negra' de Guadalajara, una forma de construir que nació de la adaptación al entorno y que hoy se ha convertido en un símbolo de identidad.
En el centro de interpretación se puede conocer la historia del hayedo, su fauna—corzos, jabalíes, aves forestales— y la razón de su supervivencia en este punto tan meridional: un microclima húmedo, protegido del sol directo por la orientación norte de las laderas y la altitud que ronda los 1.400 metros. Este pequeño pueblo está bordeado por huertos y prados, donde pastan vacas y caballos.
La gastronomía de Cantalojas es sencilla y contundente: guisos de caza, migas, sopas castellanas, embutidos y miel de la comarca, perfecta para reponer fuerzas después de una jornada de senderismo.
Hay dos rutas circulares para recorrer el hayedo. Por un lado, tenemos la Senda de Carretas, de dificultad media-baja y que parte del aparcamiento del Parque Natural, y donde se necesita reserva. Por otro, la Senda del Robledal, de dificultad alta por su largo recorrido, que comienza en el aparcamiento del Centro de Visitantes, para el que no es necesario reservar.
Senda de Carretas
La mejor forma de conocer el Hayedo de Tejera Negra es caminando por la Senda de Carretas, un recorrido circular de unos seis kilómetros que parte del aparcamiento habilitado en el interior del parque. En temporada alta, como es el otoño, el acceso en vehículo a esta senda está regulado y es necesario reservar plaza de aparcamiento con antelación a través del portal de Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha.
El camino comienza entre robles y abedules, y poco a poco se adentra en el dominio de las hayas. No es una ruta exigente: el desnivel es moderado y el trazado está bien señalizado. En algunos tramos, el hayedo se abre y deja ver los contrafuertes de la sierra de Ayllón, con el pico del Lobo como referencia. En otros, el camino se estrecha entre helechos y raíces retorcidas.
El recorrido termina en el mismo punto de partida, cerrando un círculo. A la salida, mientras se desciende hacia Cantalojas, la carretera serpentea entre robledales y praderas.
Senda del Robledal
La Senda del Robledal es la hermana mayor de la Senda de Carretas, una ruta pensada para quienes quieren conocer el hayedo en toda su amplitud y, al mismo tiempo, adentrarse en los paisajes que lo rodean.
Con algo más de 17 kilómetros, este recorrido enlaza los valles del río Lillas y del Zarzas, y permite contemplar la transición natural entre distintos ecosistemas: desde los prados abiertos del fondo del valle hasta los densos robledales y hayedos que cubren las laderas más umbrías.
Es un itinerario más largo y exigente. A medida que se asciende, el camino se interna en un mosaico de robles melojos, hayas dispersas y abedules. Los claros se abren de repente y dejan ver los perfiles de la sierra de Ayllón, las crestas grises y el río en el fondo del valle. La senda regresa finalmente hacia el punto de partida en un suave descenso.
La Senda del Robledal es menos transitada que la de Carretas, y precisamente por eso ofrece una experiencia más íntima.
En bicicleta
Además de las sendas a pie, el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara ofrece una ruta circular señalizada para bicicletas que permite disfrutar del entorno del Hayedo de Tejera Negra desde otra perspectiva. Este recorrido, diseñado para el cicloturismo de montaña, conecta Cantalojas con el valle del río Zarzas y recorre parte de los caminos tradicionales que antaño servían de paso para los pastores y los carros de leña.
Con una longitud aproximada de 20 kilómetros, esta opción combina tramos de pista forestal y sendero, con pendientes moderadas y vistas espectaculares del relieve serrano. A lo largo del trayecto, el ciclista atraviesa zonas de robledales, pastizales y bosques mixtos, hasta llegar a las inmediaciones del río Zarzas.
La ruta está debidamente señalizada y forma parte de la red de itinerarios sostenibles del parque, lo que garantiza un recorrido seguro y respetuoso con el medio natural. No es necesario ser un ciclista experto para disfrutarla, aunque conviene contar con una bicicleta de montaña en buen estado y llevar agua y comida, ya que no hay servicios en gran parte del trayecto.