Si te gustan las historias de vikingos no puedes perderte esta romería que se celebra en pocos días en este pequeño pueblo gallego

Alberto Gómez

15 de julio de 2025 17:06 h

0

Entre las numerosas fiestas y celebraciones estivales que nos esperan a lo largo y ancho de nuestra geografía en las próximas fechas hay una que podría resumirse en dos palabras, aunque los mismos vocablos no suelan aparecer en la misma frase ya que tienen orígenes bien distintos y que, seguramente, los devotos de una y otra no suelan coincidir mucho en el mismo espacio.

Pero lo cierto es que ya queda muy poco para que se celebre, en la pequeña localidad gallega de Catoira, la romería vikinga que cada año reúne a cada vez más adeptos. Es una de las celebraciones más singulares y conocidas en Galicia, cuya fama trasciende nuestras fronteras. Y es que se trata de una fiesta profana que se remonta ya a 1960, cuando se celebró por vez primera un acto rememorando los desembarcos en las tierras del Ulla.

La fiesta empezó siendo una sencilla reunión de amigos con inquietudes culturales comunes pero, a partir de 1965, los trabajadores de una empresa local tomaron su lugar y, durante casi 25 años, asumieron la organización y patrocinio de una romería que con el paso de los años iría consolidándose y adquiriendo cada vez más fama. De hecho y dadas las dimensiones que había adoptado la romería, el propio ayuntamiento asumió la organización de un evento hermanado ya con Frederikssund, la villa de mayor tradición vikinga en Dinamarca.

Un amistoso saqueo

¿Y en qué consiste la fiesta? Igual que los vikingos en los siglos IX y X llegaron a Galicia con intención de saquear tierras gallegas se encontraron con la resistencia de las tropas del Castellum Honesti, que impidieron durante esa época el ascenso por el río de los ejércitos normandos y de los piratas sarracenos, ahora los catoirenses y las miles de personas llegadas de todos los rincones, se acopian en torno a las torres para darles la bienvenida a los bárbaros. O sea, nada de batallas ni de terror.

Y es que, con la iniciativa de esta fiesta gallega, la violencia y el odio se transformaron en un divertido evento de convivencia en el que los temibles guerreros nórdicos invaden pacíficamente el castillo, y, esta vez, la sed no es de sangre… sino de vino tinto. La música folclórica no deja de acompañar una maravillosa ocasión para disfrutar del ambiente y la gastronomía gallega gracias, entre otros alicientes, a un mercado ambientado en la época medieval en el que se pueden ver y comprar productos como los mejillones o el pulpo.

Este año se celebra del 26 de julio al 4 de agosto. El desembarco en las Torres de Oeste, que se dramatiza el domingo por la mañana es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la fiesta. Se inició en el año 1968 y en él se empleaba un barco arenero “disfrazado” de drakkar vikingo. Con el fin de dotar a esta actividad de una mayor espectacularidad, el concello de Catoira decidió construir un drakkar auténtico. Los contactos mantenidos con la ciudad de Frederikssund permitieron acceder a los planos de un auténtico drakkar, encontrado en un fiordo danés y conservado en el museo de barcos vikingos de la misma localidad.

Las embarcaciones vikingas que se utilizan en el desembarco son el resultado de los contactos establecidos con los países nórdicos. En 2019 se construyó una nueva nave con el fin de dar respuesta a la creciente demanda de las personas que cada año desean participar en el asalto a la fortaleza, al tiempo que se intenta lograr la mayor espectacularidad del evento. La vikinga celebración fue, en 1988, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Y en 2002 se obtuvo la distinción de Fiesta de Interés Turístico Internacional. En cualquier caso, una cita imprescindible.

El ataque de los vikingos al recinto de las Torres de Oeste se complementa con la dramatización de la resistencia en tierra. En esta actividad participan unas 200 personas. La celebración se completa con la organización de un mercado medieval ambientado en la época, desfiles, actuaciones de grupos folclóricos, degustación de mejillones y vino de la tierra, verbenas populares, competiciones deportivas, etc. Antes, durante y después del esperado y amistoso desembarco hay conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, charlas o competiciones deportivas.