Tradición italiana y texturas japonesas: el único restaurante italo-japonés de la guía Michelin

Hablar de gastronomía italiana es hablar de una herencia milenaria. La pasta en sus infinitas versiones, los quesos artesanos, los embutidos, las salsas que han cruzado fronteras, los panes crujientes, el espresso...

Italia ha sabido llevar su comida a cada rincón del mundo no solo por sus platos, sino también una forma de vivir la cocina: familiar, emocional y profundamente ligada al territorio.

Pocas culturas han convertido el acto de comer en una experiencia tan social y ritual como la italiana, en la que cada región —del Piamonte a Sicilia— tiene su identidad culinaria bien definida.

Aunque, a decir verdad, la apertura del país nipón al mundo nos permitió comprender que no es solo rasgo identitario de la gastronomía Mediterránea.

El imparable fenómeno global de la cocina japonesa

Frente al carácter cálido y rotundo de la tradición italiana, la cocina japonesa ha crecido con fuerza en las últimas décadas por todo el planeta, conquistando paladares con su precisión técnica, su respeto por el producto y su estética minimalista.

Sushi, sashimi, ramen, tempura o wagyu se han convertido en palabras comunes para los amantes del buen comer. Japón ha demostrado que la delicadeza, la textura y el umami pueden ser tan seductores como el mejor queso parmesano o una lasaña recién horneada.

Amelia: donde Italia y Japón se dan la mano en clave vasca

En pleno paseo de La Concha, en San Sebastián, el restaurante Amelia by Paulo Airaudo ha logrado que esa combinación de tradición italiana y refinamiento japonés no solo funcione, sino que brille con luz propia.

Reconocido con dos estrellas Michelin, este espacio exclusivo liderado por el chef argentino Paulo Airaudo ofrece una experiencia creativa e internacional que rompe moldes.

Ubicado en el elegante hotel Villa Favorita, Amelia es todo menos convencional. Solo dispone de tres grandes mesas y una barra con vista directa a la cocina, donde los chefs presentan personalmente cada plato.

La propuesta es clara: un único menú degustación (con opción de maridaje, incluso con champán) que pone en valor productos escogidos de todo el mundo, desde bogavantes enteros hasta atrevidas combinaciones como banana, mole y ron.

Fusión elevada a arte

La cocina de Amelia se mueve entre lo vasco, lo italiano, lo japonés y lo que el mundo tenga a bien ofrecer. El marisco y el pescado son protagonistas, pero también hay lugar para técnicas de fermentación, ingredientes asiáticos y un uso sorprendente de partes del animal poco habituales.

Aquí no hay cartas ni concesiones al gusto común: todo responde a una idea clara de cocina personal, valiente y sin fronteras.

Una de las experiencias más curiosas del menú ocurre antes incluso de empezar: el equipo muestra los ingredientes que se utilizarán, como si de una ceremonia previa se tratase. Un gesto que recuerda tanto al respeto japonés por el producto como a la teatralidad mediterránea del compartir.

San Sebastián, la nueva capital del mestizaje

Con Amelia, Donostia suma una joya más a su corona gastronómica. No solo por el nivel técnico y la creatividad del proyecto, sino porque demuestra que la cocina de raíces puede seguir mutando sin perder profundidad.

En este restaurante, el queso parmesano y el miso conviven con naturalidad, y el Mediterráneo y el Pacífico parecen estar más cerca de lo que pensábamos.

Una visita obligada para quienes creen que comer bien es también cruzar fronteras.