La gran estafa continúa

¿Ya han oído hablar de los ‘Mint’? Si no es así no se preocupen, que no tardarán en enterarse de que es hora de invertir en ellos. Es el nuevo paquete financiero inventado por los tiburones de Wall Street y la City para seguir apropiándose de los ahorros de las clases trabajadoras del mundo (vale, sí, de los asalariados; no se diga que soy de conceptos anticuados).

Hace ya años, esos financieros, ávidos de dinero, inventaron un sistema para vender en los mercados unos préstamos hipotecarios que sabían que no iban a poder recuperar: los unieron a otros créditos de mejor calidad, les pusieron un bonito nombre, 'hipotecas subprime', y las vendieron en los mercados financieros por miles.

El truco es simple. Si fueran hipotecas prime, serían las mejores del mercado; luego, 'subprime' significa por debajo de las mejores. Así pues no las llaman por lo que son, hipotecas basura, sino apoyándose en un concepto positivo para enmascarar su mal olor jugando con el marketing.

Pero por muy bonito que sea el lazo y el envoltorio, al final el mal olor siempre acaba por salir a la superficie. Eso sí, para entonces ya se han quedado con sus ahorros, y a usted le explican que, lamentablemente, esos mercados que nunca se iban a hundir se han ido al garete, y que su fondo de inversión, inevitablemente, está en números rojos y sus ahorros desaparecidos.

A pesar de las solemnes promesas de gobiernos y reguladores, la gigantesca crisis mundial generada en el verano de 2007 por el estallido de la burbuja de las 'subprime' no sirvió para acabar con la estafa (también se los conoció como 'fondos estructurados', otro concepto positivo).

Por aquel entonces, aún no lejano por mucho que lo parezca, un tal Jim O´Neill, economista de cabecera de Goldman Sachs (el paradigma de los bancos de inversión, eso que se denomina banca en la sombra, porque manejan su dinero y usted ni sabe que existen), encontró la forma de envolver, con un bonito lazo de marketing, otra suma de productos de mala calidad con los que inundar el mercado para sustituir a las hipotecas basura. Se inventó los 'Brick' (ladrillo).

Una vez más, utilizó un concepto simple y positivo: 'brick'. ¿Acaso hay algo más sólido que un ladrillo? Es una idea imbuida en nuestras mentes desde bien pequeños con el cuento de los tres cerditos; sólo la casa de ladrillo es capaz de resistir los embates de la naturaleza y el lobo. El marketing se puso a funcionar a toda máquina. Desde los medios internacionales especializados primero (Wall Street Journal, Financial Times, Fortune, Forbes…), y desde los generalistas después, se difundió el mismo mensaje con insistencia: Europa, agotada, vieja y reseca, se cuece en su propio caldo de decadencia. Hasta el euro estaba muerto. ¿Se acuerdan?

Y para que no quedaran dudas, inventaron otro acrónimo negativo que sirviera para acentuar el argumento: Portugal, Italy, Greece, y Spain, los llamados PIGS (cerdos); ese lastre de países mediterráneos despreocupados y vividores que habían llevado al agotamiento al estado de bienestar europeo. En su lugar, surgía un nuevo mundo feliz de prosperidad compuesto por países que creíamos del tercer mundo, pero que ahora, nos decían, habían llegado de golpe al futuro: Brasil, Rusia, India y China (BRIC).

El dinero de los ahorros de esos europeos decadentes y asustados empezó así a fluir hacia el luminoso futuro de los 'Bric'. Y en pocos meses, los nuevos ricos, brasileños, rusos, indios y chinos, empezaron a llenar los hoteles y tiendas de lujo del viejo continente para consumir los ahorros de los decadentes europeos, que seguían con aprensión los cada día más magros intereses de sus fondos de inversión.

Una década después el mal olor ha vuelto a pudrir el bonito envoltorio de los 'Bric'. Ni juegos olímpicos, ni falsos demócratas eslavos, ni inteligentes informáticos hindúes, ni astutos comerciantes asiáticos, ni costosa campaña de marketing alguna, han conseguido evitar que resurja la realidad de la pobreza, la corrupción, la esclavitud laboral y la falta de libertad social, económica y política de esos países. ¡Sálvese el que pueda!, que no serán los sufridos trabajadores-ahorradores del mundo.

Así que agotada la segunda gran estafa del siglo XXI, arranca ahora la tercera. El mismo Jim O´Neill que nos embaucó con los 'Bric', se acaba de inventar el concepto 'Mint'. Que por mucho que nos evoque a las viejecitas británicas reunidas en una lluviosa tarde londinense en torno a un té con “After eights”, se refiere nada menos que a México, Indonesia, Nigeria y Turquía.

Como todo el mundo sabe, cuatro países que gozan de altas cotas de libertad gracias a sus avanzados e impecablemente democráticos sistemas políticos. Una segura base sobre la que se está construyendo un próspero futuro en el que invertir a buen recaudo los ahorros del ya atrasado y decadente primer mundo. Si México es hoy día, con diferencia, el mercado más atractivo de Iberoamérica, en el continente africano Nigeria dejará muy detrás a Sudáfrica en cuanto se recalcule su PIB para que refleje las cifras reales del país. Y qué decir de Indonesia, ese país tan democrático que ha sabido dejar atrás su triste pasado dictatorial. Y Turquía, ¿cómo es que sigue estando fuera de la Unión Europea?

Todas estas ideas y conceptos se repiten ya una y otra vez en la prensa financiera internacional. Es cuestión de días que a usted, en su banco, cuando acuda a quejarse de lo bajos que están los intereses de esos ahorros que usted va juntando poco a poco, le digan: “Descuide, que lo del narco, el Estado Islámico, las cartas nigerianas, etc, etc, es puro sensacionalismo de los medios”. Faltan días para que le aseguren que la prosperidad de su vejez está tan cerca como México, Indonesia, Nigeria, y Turquía.